50: Encontrado

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/Nathaniel PoV/

     Noto como algo me mueve, provocándome dolor en cada parte de mi cuerpo. ¿Qué ha pasado? Recuerdo haber caído desde el precipicio y el duro golpe contra el agua después de tratar de agarrarme desesperada e infructuosamente a cualquier saliente de roca; luchar por no ahogarme en esa corriente de agua y finalmente lograr salir de ella de alguna forma que no recuerdo bien.

     — ¡Nathaniel! —oigo a alguien llamarme.

     ¿Quién me llama? Quiero preguntar, pero mi cuerpo no responde. Tan solo siento como se mueve sin que yo haga nada, alguien me está moviendo y me ha levantado del frío suelo en el que llevo un rato. ¿Cuánto rato llevo aquí tirado? Todos mis recuerdos están borrosos y no parecen tener sentido entre ellos.

     No sé que está sucediendo, pero siento como pierdo nuevamente el conocimiento mientras quienquiera que sea la persona que está conmigo hace que mi cuerpo se meza en el aire.

«...»

     —...niel

     Algo cálido recorre mi mejilla y mi cuello. Todo en mí da vueltas y más vueltas. La lluvia ha dejado de caer sobre mí, ¿habrá dejado de llover?

     —Nathaniel.

     Alguien me está llamando y yo quiero saber quién es. Trato responder pero no puedo.

     —Nathaniel —insiste, mientras que vuelvo a sentir esa calidez sobre mi cara. Conozco esta voz.

     Cuando logro abrir mis ojos y que mi vista enfoque algo, me encuentro con la mirada preocupada del propietario de esa voz que ha estado llamándome.

     —Menos mal... No sabes lo mucho que me has preocupado.

     Intento responderle pero tan solo logro que un quejido salga de mis entrañas. Nunca había sentido tanto dolor junto en todo mi cuerpo, ni siquiera en los peores días que discutía con mi padre.

     —No te fuerces, estás realmente magullado —me pide y yo asiento levemente con la cabeza—. Lo siento, pero tendré que moverte un poco para revisar la gravedad de tus heridas, puede que te duela un poco.

     Da igual, de todas formas todo en mí duele. El chico revisa mi cuerpo mientras yo permanezco inmóvil mirando al techo. Techo... ahora que lo noto, estamos en lo que parece ser el interior de una cueva natural, ha debido de cargarme hasta aquí mientras estaba inconsciente. Fuera, vuelvo a oír la intensidad de la lluvia, acompañada de fuertes truenos que retumbaban en el interior de nuestro refugio.

     — ¡Ay! —me quejo cuando aprieta uno de mis costados y un dolor punzante invade toda la zona.

     —Perdona... Creo que tienes una costilla rota.

     ¿En serio? Gran deducción. Yo podría habértelo dicho sin necesidad de que la tocases. Mi enfado interno logra despejarme un poco la mente y trato de mover los brazos sobre mi torso para darme calor, no lo había notado hasta ahora, pero me siento congelado.

     —Espera, no te muevas por tu cuenta —sus manos me ayuda a acomodarme como quiero y luego vuelven a alejarse mí—. Llamaré para que vengan a recogernos. No te preocupes, pronto estaremos de vuelta en la escuela.

     Veo como saca del bolsillo interior de su uniforme un teléfono móvil y como se lo lleva a la oreja, para segundos después hacer una mueca de desaprobación.

     — ¿Qué? —pregunto.

     —No tengo señal, parece que la tormenta está afectando a las líneas.

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