Me desperté al día siguiente sintiendo como si tuviera un camión encima de mi, aunque al contrario de lo que podría imaginar, era yo la que se encontraba apoyada sobre Gavi, quien dormía tan tranquilo como un bebé, pobre, debía estar muy cansado después del día de ayer.
No era tan temprano como yo quería imaginar, se acercaban las once de la mañana, lo que significaba que había dormido bastante, cosa que agradecía, aunque seguía notando ese cansancio y, ahora una presión horrible en mi cabeza, por lo que me desperté y volví a irme a la ducha para intentar eliminar esa sensación de mi cuerpo, aunque no funcionó mucho.
Bajé y llamé a mis padres para contarles lo que había pasado, no quería preocuparles, pero sabía que era importante que ellos lo supieran, si se enteraban de otra manera iban a enfadarse muchísimo, y les entendía. A mi no me gustaba nada que me ocultaran cosas.
Como era evidente, ellos se preocuparon e insistieron en venir, a lo que me negué completamente, necesitaba descanso, y además, tenía pensado volver al trabajo al día siguiente, no quería que vinieran para nada, aunque estuvieran cerca.
Volví a mirar el reloj cuando terminamos de hablar, eran casi la una de la tarde, por lo que decidí hacer algo de comer para cuando Gavi despertara y pudiéramos comer juntos como agradecimiento por lo que había hecho por mi. Aunque no me encontraba muy bien, preferí hacer eso que quedarme sentada, lo que me haría pensar más en todo.
Cociné un arroz con verduras que, me quedó realmente rico, y me dirigí a mi habitación a ver si Gavi seguía dormido o se había despertado ya. Le encontré abrazado a la almohada y babeándola, estaba realmente dormido, y se veía tan en paz, que decidí no despertarle, él tenía el día libre por el partido de ayer y quería dejarle descansar.
En ese momento, me sonó el móvil, era Pedri, diciendo que si podía pasarse un rato para ver qué tal estaba. Le dije que viniera cuando quisiera, pero me avisara para abrirle sin tocar el timbre, puesto que su amigo estaba durmiendo. Así fue, no tardó más de media hora en estar sentado conmigo en el sofá.
-Ayer vi a un Gavi diferente.-dijo, a lo que yo le miré a modo de pregunta.-No sabes lo preocupado que se veía. Cuando salí de la ducha y Ferrán me dijo que estabas en la sala de curas salí corriendo, y lo primero que vi al entrar fue a Gavi casi temblando, mirando a donde te estaban atendiendo.-miró a la nada-Después incluso le echó una pequeña bronca a su hermana...
-¿A Aurora?, ¿Por qué?-pregunté confundida. Él levantó los hombros con la misma expresión que yo.
-No me enteré muy bien, pero ella dijo algo de que ya te había pasado antes, y Gavi le recriminó que por qué no le dijo nada, o te llevó al médico. Creo que ni el se dio cuenta de lo que decía, ¿por qué tendría Aurora que avisarle justo a él de que tú estabas mal?-rió pensándolo extrañado-Después nos fuimos corriendo al hospital, y en la sala de esperas él solo sabía dar vueltas, no podía parar quieto ni dejar de morderse las uñas.-me miró- Clau, él nunca se muerde las uñas, ni antes de los partidos, y te aseguro que suele ser cuando más nervioso se pone-volvió a reír.
-Pobre... de verdad que siento haberos preocupado...-dije triste. Me daba mucha pena que en vez de haber ido a celebrar el partido, o a descansar, hayan tenido que estar en esa situación conmigo.
-Claudia, ¿cómo vas a pedir perdón o sentir haberte desmayado?, deja de decir tonterías, anda, que al final te voy a pegar.-amenazó-Ahora solo quiero saber una cosa, ¿qué tal va todo entre vosotros?-levantó la ceja.
Cuando iba a responder, unos pasos se escucharon bajando las escaleras. Nos dimos la vuelta y vimos un Gavi sin camiseta y bastante dormido bajar
-Buenos días-bostezó y se dirigió al sofá en el que estábamos nosotros.
Pedri rió, miró el reloj y le dirigió la vista.-serán buenas tardes, chaval, que son las dos de la tarde-rió de nuevo, a lo que yo me uní.
-Buenos días-dije yo tocando su mano cuando pasó por mi lado.
-¿Cómo estás hoy?-preguntó.
-Bueno, un poco cansada, pero no estoy mareada ahora, eso es buena señal supongo.-le miré- Chicos, ¿queréis comer algo? Hice arroz con verduras.-ambos se miraron extrañados y después a mi.
-¿Has hecho de comer?-dijo Pedri.
-Si, ¿por qué te extraña?-pregunté confundida.
-Claudia, podrías haber descansado, estas débil, imagina que hubiera pasado algo...-dijo el castaño que se había sentado a mi lado acariciando mi mano.
-Chicos, estoy mejor, de verdad, no hace falta que os preocupéis tanto. Además, necesito hacer cosas para sentirme bien, no puedo estar todo el día sentada tampoco.
-Bueno pues de momento deberías, imagina que vuelves a desmayarte.-dijo Gavi algo molesto-Tienes que cuidarte, tomar la medicación y ya, de lo demás nos encargamos nosotros.
-Gavi, soy mayorcita, sé lo que puedo y no puedo hacer, no me lo tenéis que decir vosotros. Te repito que cociné porque me sentía lo suficientemente bien como para poder hacerlo sin problema, además, que tampoco hice nada del otro mundo, fueron 20 minutos y ya.
-Ya, pero en esos 20 minutos puede pasar de todo, imagina que te desmayas y te quemas o algo, no sé. Deberías tener un poco de cuidado.-dijo.
Con ese comentario me enfadé un poco. Era ya mayor como para saber si podía o no hacer algo, y sabía cuando era el momento de parar. Sí que podría pasar en cualquier momento, pero no podía estar quieta todo el día. Pedri solo miraba mientras nosotros levantábamos la voz.
-No puedes pretender decirme que tengo y que no tengo que hacer, Gavi, no eres mi padre para hacerlo. Te aseguro que se cuidarme solita, y no te necesito para ello. Te lo agradezco, pero no te pido que seas mi héroe, ni tú ni nadie. Podeis iros, no va a pasarme nada.-dije muy cabreada sin medir mis palabras. Tal y como salieron de mi boca, me arrepentí de decirlas.
-Me queda claro que no necesitas que te ayude. No te preocupes, me cambio y me voy.-dijo, se levantó y subió a por la ropa que tenía allí.
-Creo que te has pasado-dijo Pedri, a lo que le miré confundida-Él tiene razón, debes cuidarte, estás débil y tienes bastante anemia, no es algo con lo que jugar, Claudia, nos lo explicó bien la médica ayer. Deberías descansar e intentar no quedarte sola mucho tiempo, ya la escuchaste...-dijo triste.
Sé lo que Pedri estaba pensando, que les estaba echando y no quería que me cuidasen, y en parte era verdad, desde pequeña mis padres trabajaban casi todo el día, y cada vez que mi hermano o yo enfermábamos, nos cuidábamos solos o nos ayudábamos el uno al otro en pequeñas cosas, pero éramos bastante autónomos.
-Pedri, de verdad, no necesito que me eches la bronca tu también.-negué con la cabeza.
Aún así me estaba sintiendo mal por cómo les hablé y necesitaba disculparme. En ese momento Gavi bajó.
-¿Te vienes Pedri?-dijo sin mirarme. Éste asintió, y tampoco me miró, tenía la cabeza baja. No le habían sentado nada bien mis palabras.
Ambos se fueron sin decirme nada, a lo que yo me quedé un poco en shock. No me había dado cuenta de que les había hablado mal, especialmente a Gavi, y le grité, sin tener el culpa de nada. Supongo que el no estar acostumbrada a que nadie te cuide a todas horas tiene sus consecuencias, pero esta vez había sido culpa mía.
Maldije y me volví al sofá, replanteándome seriamente ir corriendo detrás de ellos, pero realmente no tenía fuerzas para ello, la discusión que acababa de tener con Gavi me había dejado más agotada de lo que ya estaba. Quizás tenían razón y debía estar acompañada y dejarme ayudar, pero ya era tarde, los acababa de alejar.
ESTÁS LEYENDO
Volver a ti
Romance¿En qué momento Claudia decidió mudarse a Barcelona persiguiendo su sueño? Es algo que ella aún se pregunta. A veces la vida tiene planes para nosotros que, nunca habríamos imaginado. Claudia Fernández es una chica de 21 años, nacida y criada en Sit...