12. Max.

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Los días pasaban con prisa, estábamos ya en Octubre casi sin darnos cuenta. Las salidas con Pedri y los demás se hacían cada vez más frecuentes, cada vez les sentía más hogar, y eso me daba miedo en parte. Mi amigo estaba mucho mejor y había aceptado que Elena y él ya no hablaban, aunque le dolía. 

Con Sara y María quedaba algo menos, pues ellas eran estudiantes y, aunque no era época de exámenes, entre las clases y todo el trabajo, era algo más difícil. Yo lo entendía perfectamente. 

Por otro lado, con Gavi apenas volví a coincidir, cosa que en parte agradecía, aunque también sentía que me evitaba, porque si yo llegaba a un sitio, él tardaba poco en irse. Incluso muchas de las veces que iba a su casa con Pedri, se iba a su cuarto o de casa. Empezaba a ser algo incómodo, y me daba miedo que se dieran cuenta los chicos. Se había hecho una montaña de un grano de arena, y era culpa mía en parte.

En la empresa todo iba bien. Hace unos días se incorporó al equipo el nuevo chico, Max. Era muy simpático. Habíamos coincidido en el estudio varios días, puesto que trabajábamos en la misma zona. Era guapo, bastante guapo. Alto, moreno, con los ojos verdes. 

Hoy, sábado, habíamos quedado Juli, Aurora, Max y yo a comer para despejarnos, habían sido unos días duros de trabajo, porque la revista estaba pensando ampliar y tuvimos mil reuniones buscando las mejores ideas que se nos ocurrieran. 

Todo estaba yendo genial. Decidimos ir a comer sushi, que, aunque no era mi comida favorita, podía soportarla, al menos por un día. La conversación fue muy amena, y cuando nos dimos cuenta, eran casi las seis de la tarde, por lo que decidimos irnos a tomar algo a otro lugar. 

Una vez allí, después de algo más de una hora, Juli dijo que tenía que irse, porque venían sus padres de visita y quería organizar un poco el piso y su vida. Los otros tres reímos, este chico era un desastre con patas sin alguna duda. Aurora se fue con él, ya que no se encontraba muy bien, se le había subido la botella de vino que decidió beberse sola en la comida, cosa que era normal. 

Max y yo decidimos quedarnos, al final estábamos pasándolo bien y no teníamos ninguna prisa. Estuvimos hablando un buen rato más, ni sabía que hora era, el tiempo estaba pasando volando. 

De repente, la puerta del bar se abrió mostrando a dos personas que conocía bastante bien, Pedri y Gavi, ambos con capucha y gafas de sol. Cada vez que les veía así me reía. Pedri me vio y vino a saludar, seguido de Gavi, que no se había dado cuenta de a quien venía su compañero a ver. Cuando me vio se quedó quieto, donde yo decidí dar el siguiente paso. 

-Hola Gavi, ¿qué tal?.

-Bien.-miró a mi acompañante sin expresión en la cara.-

-¿No nos presentas?.-dijo Pedri levantando una ceja gracioso, a lo que Max rió.-

Le presenté a Max a los dos chicos que acababan de llegar, quienes se saludaron con la mano. El primero sonrió, sin embargo, el segundo no mostró ni un ápice de interés, cosa que me molestó. No hacía falta que se hiciera su amigo, solo que fuera simpático. 

-Nos vamos a sentar, luego hablamos guapa.-me dio un beso Pedri y se fueron.

Max y yo seguimos hablando un rato más. La tarde se había pasado rápido y la verdad es que su compañía me había agradado bastante. Estaba feliz. Un rato después, noté como Max se acercaba más a mi silla de manera disimulada, cosa que me hizo gracia. No tardé mucho en notar como seguía acercándose él a mi cara, para depositar un beso en la comisura de mis labios. 

-¿Y esto?.-pregunté confusa.

-Perdona si te ha molestado, llevo aguantando las ganas de besarte toda la tarde.-me miró a los labios, mientras se mojaba los suyos. No se en qué momento, decidí responder.

-¿Y por qué no lo haces?.

Me miró sonriendo y me besó. Era un beso bonito, suave. Le sujeté la mejilla con cuidado mientras él introducía su lengua en mi boca. Poco después nos separamos por falta de aire. 

-Al final la tarde ha terminado bien.-dijo riendo cerca de mis labios.

-Si lo ha hecho sí.-respondí devolviéndole el beso.

Decidimos irnos, estábamos ya algo cansados y creímos que era lo mejor. Cuando me levanté, vi que Pedri y Gavi seguían sentados en una mesa cercana a la puerta, por lo que después de pagar, me dirigí a ellos.

-Yo me voy chicos, disfrutad la noche.-me puse detrás de Pedri apoyando mis manos en sus hombros. Al momento llegó Max y se puso a mi lado, poniendo su mano en mi cintura. 

-Hay alguien que la va a disfrutar más que nosotros.-me miró pícaro a la vez que dirigía la cabeza hacia Max, riendo. Habían visto el beso.

-Cállate.-dije riendo y me fui. 

Max se ofreció a llevarme a casa, puesto que yo había llegado con Juli hoy. Le di las gracias cuando me dejó en la puerta, y tras darme otro beso se fue. No quería precipitarme con él, por lo que no le invité a subir, aunque en parte me muriera de ganas de hacerlo. 

Fui a la cocina y me di cuenta de que había olvidado hacer la compra, por lo que salí corriendo a una tienda 24 horas que tenía cerca, porque mi nevera estaba completamente vacía y no quería morir sin alimentarme hasta el lunes. Después de coger cosas básicas, volví a mi edificio. De repente, de un coche que había aparcado en la puerta de éste, bajó una figura reconocida. 

-¿Gavi?, ¿qué haces aquí?.-pregunté confusa. Podría esperarme ver a cualquier persona allí, menos a él. 

-No lo sé. Sinceramente, no lo sé, joder.-dijo frustrado pasando sus manos por su cabeza. 

-¿Estas borracho?.-respondí.

-No, no he bebido nada de alcohol. Quería verte. A solas, aunque fuera un minuto.-me miró.-¿Puedo pasar?.

Asentí confusa, no sabía bien qué estaba haciendo, si debía o no dejarle pasar, pero era mala idea dejarle en la puerta supongo, después de que viniera hasta aquí. Subimos hasta mi casa, y una vez dentro, fui a la cocina a dejar la compra, mientras Gavi me seguía.

-Bueno, ahora vas a decirme, ¿qué haces aquí de verdad?.-pregunté mirándole fijamente. 


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