31. Joder, espera.

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Los días pasaban. Los síntomas no mejoraban y tampoco se lo había dicho aún a Gavi. Hacía ya casi dos semanas desde que me enteré de que estaba embarazada. Supongo que estaba esperando ir al médico para comprobar que todo estuviera bien antes de contarle nada. 

Esto pasó ayer, viernes, 22 de diciembre. Fui al ginecólogo por la tarde, y, tras una ecografía, me dijo que estaba de 8 semanas y todo iba bien. En ese momento pensé que ya era hora de que Pablo se enterara. No podía seguir ocultándoselo, no era justo, ni para él, ni para mi. 

Habíamos quedado para comer juntos, los fines de semana intentábamos pasarlos juntos. Llegué a su casa muy nerviosa, tanto que a penas sabía si iba a poder esperar a después de comer para decírselo. Entré y fui a besarle directamente para tranquilizarme. Sus brazos y sus besos eran calma. 

-Que guapa estás amor-dijo mirándome y sonriendo.

-Eso eres tú que me ves con buenos ojos.-dije riendo.

-No, no, te lo digo enserio, tienes un brillo en los ojos que te hace deslumbrar más de lo normal, y mira que yo ya pensaba que era imposible-me volvió a besar y me subió en la encimera sin parar de hacerlo, pero de un segundo a otro se apartó para mirarme.-si empiezo no voy a poder parar, así es que tú decides qué hacemos-dijo mordiéndose el labio. Yo le miré y le besé rápido, para que supiera que estaba completamente de acuerdo. 

Poco tardó en desaparecer nuestra ropa, la cual estaba actualmente tirada por toda la cocina. Se volvió a meter entre mis piernas y dirigió su boca a mis pechos, mordiendo y chupando allí por donde pasaba. Yo estaba retorciéndome del gusto, y él lo notó. Llevó su mano a mi centro y, cuando tocó la humedad gruñó.

-Siempre lista para mi-dijo e introdujo dos de sus dedos en mi interior. Empezó a moverlos y a abrirlos dentro, lo que él sabía que a mi me hacía temblar del gusto. De repente los dobló y comencé a gemir muy fuerte, pero en ese momento paró. Cuando iba a quejarme, noté como introdujo un tercer dedo y ahí sí comenzó a moverlos muy rápido y duro. Pronto tuve mi primer orgasmo. 

Después me bajó de la encimera y me apoyó contra la mesa, diciéndome que separara bien las piernas. Hice caso a todo lo que me decía y pronto sentí como introdujo su miembro en mi interior, haciéndome gritar de golpe. El gruñó como respuesta y con una mano tiró de mi pelo hacia atrás, haciendo que casi me separara de la mesa. Las embestidas eran bastante duras. Yo intentaba cuidarme de chocar la tripa contra la mesa fuerte, pues no quería tampoco que al chocar hubiera problemas con el bebé. Pronto empezaron a ser molestas, dolía la fuerza y la rapidez que estaba dedicándole a ello, tuve que agarrarme de su mano para no caerme y pegué un chillo de dolor. En ese momento él paró. 

-¿Te estoy haciendo daño?-dijo saliendo de mi y dándome la vuelta para que le mirara.

-Un poco la verdad-dije apenada.

-Perdón amor, me lo tendrías que haber dicho, lo siento, de verdad-me besó y pronto me cogió para llevarme al salón, donde me tumbó en el sofá, se subió encima de mi y me abrió las piernas, poniéndolas encima de sus hombros al nivel de su cabeza. 

Se frotó contra mí de manera suave y fue aumentando, hasta que pronto volvió a introducirse gimiendo ambos con el movimiento. Esta vez fue algo más suave, lo que no impidió que yo tuviera un orgasmo. Cuando estuvo a punto de correrse, le dije que parara y saliera. Él asustado salió, a lo que yo llevé mi boca a su miembro e hice que se corriera allí.

-Joder amor, dios-gritó mientras se la chupaba-no pares nunca de hacer eso-empujó mi cabeza y ahí se vino completo.-Eres una reina-susurró agarrando mi culo y presionando fuerte-Quiero follarte todo el día dios-murmuró cachondo en mi oído.

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