56. ¿Te pidió él que me llamaras?

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A la mañana siguiente desperté algo más tranquila. Miré el reloj y eran pasadas las 12, el cansancio de estos días sin poder dormir a penas me había pasado factura, pues yo no era de dormir hasta tan tarde. 

Recordé la conversación que había tenido la noche anterior con Pablo y solo esperaba que no estuviera enfadado. Quería contarle ya que íbamos a ser padres, pero necesitaba que él estuviera bien conmigo, quería que comprendiera por qué no le había dicho que me estaba encontrando mal. 

Aún no me sentía bien del todo, pues las náuseas me acompañaban desde hacía varios días, aunque ahora ya sabía que era posible que no se fueran en los próximos meses. 

Decidí no salir de la habitación, no de momento. Quería pensar lo que le iba a decir y cómo, intentando no soltar aún la noticia. Iba a ser un momento precioso y no quería arruinarlo por una simple discusión.

Miré el móvil y tenía dos llamadas perdidas de Pedri. Qué extraño. Le llamé de vuelta y al tercer toque lo cogió.

-Hola guapa, ¿que tal? Me dijo Gavi que estabas pachucha

-Estoy mejor, fue un simple virus sin importancia

-¿Te lo pegó al final?-rió

-Tiene toda la pinta-reí con él

-Bueno me alegro de que estés mejor. Estaba hablando con los chicos, que están en casa y hemos decidido comer todos juntos hoy para celebrar la vuelta antes de comenzar la liga, ¿te apetece? Vienen Patri, Sira y Mikky

Me quedé pensando. ¿Hablando con los chicos en su casa? Pablo no estaba en nuestra casa, sino con Pedri, y no me había llamado él para preguntármelo. 

-Pedri, ¿puedo preguntarte algo?

-Claro Clau, dime

-¿Está Pablo ahí?

-Sí, están Ansu, Balde, Ferrán y Gavi en el salón jugando a la play, ¿por?

-¿Te pidió él que me llamaras para preguntarme si quería ir?

Calló. Eso me hizo saber la respuesta

-Claudia yo... no quiero meterme porque no sé que os pasa...-murmuró.

Me quedé callada un segundo. No había sido capaz de llamarme para preguntar si quería ir o no, y eso significaba que estaba realmente enfadado. Joder, la había cagado. Se había hecho una montaña de un maldito grano de arena. 

-Pedri, luego te confirmo si voy, ¿vale? 

-A las dos nos vemos y no quiero más discusión, adiooooos-dijo y colgó sin darme tiempo a nada más. 

No quería ir. No quería estar en el mismo sitio que él si íbamos a estar así, y más por esa tontería. Le mandé un WhatsApp a Pedri diciéndole que no iba a ir porque aún me encontraba un poco mal, cosa que no era mentira. 

No esperé respuesta, dejé el móvil en la mesita de noche y me fui a la ducha para ver si conseguía encontrarme mejor.  

Grité al notar como las lágrimas se unían con el agua que caía sobre mi. Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba llorando. Odiaba con toda mi alma estar mal con Pablo, era una de las cosas que más me dolía en el mundo. Más aún me dolía no haber podido compartido con él la noticia aún. 

Con el paso de los minutos me relajé un poco. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que entré a ducharme, pero estaba segura de que más de media hora. Mi cara en el espejo era un poema, tenía los ojos hinchados del llanto. 

Me vestí y salí del baño. Miré el móvil y una notificación de Pedri se mostraba allí. "Voy para tu casa, ahora nos vemos" decía. Era un mensaje de hacía más de diez minutos, lo que significaba que no iba a tardar mucho en llegar. 

Cinco minutos después llamaron al timbre, por lo que bajé y abrí la puerta, encontrándome a un Pedri sonriente que, cuando vio el estado de mis ojos se preocupó y se lanzó a abrazarme. 

Abrazo que no dudé en responder ni un segundo. Él era mi mejor amigo y sabía que necesitaba justo eso en aquel momento. No sabía ni cuánto tiempo estuvimos allí, de pie abrazándonos. Fuimos al salón y nos sentamos. 

-Cuéntame qué ha pasado y por qué ha llegado tu novio cabreado a mi casa a las 9 de la mañana. Cosa por la que, por cierto, pienso matarle.

Reí triste y le conté lo que había pasado, todo menos que estaba embarazada, claro. Le expliqué que preferí no decirle nada a nadie por que sabía que era un virus como el que Pablo había pasado esa misma semana. También le conté que me acompañaron Sira y Aurora y lo que me habían dicho en el hospital. 

Pedri suspiró y me dio un beso en la frente. 

-A ver Clau, entiendo que no se lo hayas dicho, quizás yo en tu lugar habría tomado la misma decisión, pero, también sé cómo es él y lo mucho que se preocupa por todos los que quiere, así es que imagínate cómo está ahora mismo por la situación. Lleva toda la mañana callado, no quiso contarnos nada de lo que había pasado.

-Conociéndole, se habría cogido un vuelo o cualquier cosa para estar aquí conmigo, y eso era lo que no quería. Además no se habría concentrado para los partidos...

-Te entiendo, de verdad, te digo que posiblemente habría hecho igual. Pero tienes que entender también su posición, no su enfado, aunque creo que no lo está mucho. Veo más tristeza que enfado en su cara, y créeme que lo conozco bien. 

-No sé Pedri, ayer estaba enfadado, encima yo ni sabía que me había visto la prensa-suspiré triste. 

-Se saben esconder muy bien, pero bueno. Cuéntame que tal te encuentras ahora anda

-Estoy mejor, aún me siento un poco débil, pero al menos no tengo fiebre desde ayer. Los mareos también van mejor y pude comer algo

-Eso significa que te puedes venir conmigo. Aunque comas algo más suave si prefieres, pero quiero que estés allí, hazlo por mí-negué y me miró con cara de perrito mojado-Por favor Clau, va a ser la primera vez que Patri esté allí con todos, y a ti te conoce ya, necesito que se sienta bien y cómoda...

Lo pensé y tenía razón. Si yo fuera ella, querría tener alguien conocido cerca, aunque fuera de poco tiempo. 

-Lo que acabas de hacer se considera chantaje, ¿lo sabías?-me dirigí al piso de arriba-Me cambio rápido.

-Pilla bikini-gritó

Cogí unos vaqueros y un top blanco básico, el cual acompañé con unas sandalias bastante cómodas y mi bikini rojo debajo. 

Bajé y allí estaba mi amigo sonriendo.

-Eres la mejor-me besó la frente-Te quiero

-Yo también a ti payaso-reí y le abracé fuerte.

Nos montamos en su coche y nos dirigimos a su casa. Todo el camino fui pensando en qué podría decirle a Pablo. 

Una vez aparcamos, Pedri me miró.

-Tranquila, ¿vale? Todos fueron a por los bañadores a casa y a comprar para la comida, y tu Gavi estará seguramente en el salón solo. Tenéis tiempo para hablar hasta que lleguen los demás con la compra.

Respiré profundamente y dejé que pasara primero Pedri. Una vez en el salón, allí estaba él, solo, con la televisión de fondo y mirando su teléfono. Su cara no mostraba mucha felicidad en aquel momento. 

-Hola-saludé al entrar. 

Poco tardó en mirarme y, tras lo que para mí parecían años, se acercó a mi. 


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