Volver a ti

21. No tienes derecho a preguntarme eso.

Había pasado una semana desde la última conversación entre Gavi y yo, y solo sentía que habíamos vuelto al principio, me evitaba, a diferencia que esta vez nuestros amigos sí que sabían que algo pasaba, y que yo también le evitaba, lo máximo que podía. 

Llevaba toda la semana sin salir de casa más que para ir al trabajo, Aurora me preguntaba qué tal seguía, pues su hermano le había contado algo, pero yo tampoco quería dar muchas explicaciones, solo quería no hablar del tema y olvidar a Gavi, era lo mejor, aunque mi cabeza se negaba a ello. 

Estaba empezando a agobiarme todo lo que tenía relación con él, ver a mis amigos estaba siendo duro, y más aún me pasaba con Aurora. Todo me recordaba a él, y me odiaba por ello. Necesitaba despejarme. Decidí llamar a Sara y María para salir un rato, ya que hoy era sábado y sería buen plan.

Aceptaron sin dudar, y cuando se acercó la hora me preparé. Me puse una falda rosa y un top blanco, maquillándomelos muy sencilla y dejando mi pelo largo liso. Me sentía horrible, pero necesitaba salir un rato, aunque tampoco podía estar ni mucho tiempo, ni beber, debido a que acababa de terminar la medicación de la anemia y aún no me habían repetido los análisis. 

Cuando llegamos a la discoteca, volvió el agobio a mí al ver a tanta gente de golpe y pegada. Era una locura, media Barcelona estaba ahí dentro. Menos mal que pudimos ir al vip debido a las amistades de Sara. Fuimos a la barra, y después de pedir, nos dirigimos a bailar las tres juntas. "La despedida" de Daddy Yankee retumbaba en mis oídos. Bailábamos felices, estaba olvidando por un momento al chico que me traía de cabeza, literalmente. 

De repente, todo a mi alrededor se paró cuando vi en una esquina a Gavi besándose con otra chica. Dejé de bailar de golpe sin parar de mirarle, cuando noté como mi bebida caía al suelo y una lágrima caía por mi mejilla. Por suerte, no mucha gente se dio cuenta. Él estaba demasiado ocupado comiéndole la boca a la rubia que tenía agarrada por la cintura, y a mi me estaba doliendo todo de verles, aunque no podía apartar la cabeza de allí. 

Notaba como el corazón me iba a mil por hora. La persona de la que estaba enamorada se encontraba a menos de 10 metros de mi besándose con otra, mientras yo había estado días pasándolo fatal por nuestra última conversación. Veo que no todos somos iguales, aunque no podía reclamarle absolutamente nada, no éramos pareja ni nada parecido, es más, dudaba incluso que en ese momento fuéramos amigos. Pero eso no quitaba lo mal que yo me encontraba y lo estúpida que me sentía por haber estado así por él. Supongo que ya había despejado sus dudas sobre lo que sentía por mi. 

De repente dejaron de besarse, y posiblemente se sintió observado, por que dirigió la mirada hacia donde yo estaba, ubicándome entre toda la gente que nos rodeaba a ambos. Intenté recomponerme y quitar la mirada de él, pero otra vez me fue imposible. Apreté los puños y me dirigí al baño corriendo sin decir nada. 

Una vez entré en el baño, me encerré en un cubículo y me apoyé contra la puerta intentando contener las lágrimas. Mis amigas habían venido corriendo detrás de mi, pensando que me había pasado algo relacionado con la anemia. A través de la puerta que nos separaba les pedí que se fueran, que estaba bien, solo necesitaba un momento de intimidad. 

Un rato después decidí salir. No podía darle el gusto de desaparecer de la discoteca, ni iba a dejar que me viera mal. Las ganas de pedirme una copa aumentaban por momentos, pero era más responsable que todo eso, y no iba a recaer por su culpa, así es que me dirigí a la barra y pedí una botella de agua. Cuando fui a pagar, alguien a mi lado se me adelantó. Tenía a un chico bastante guapo a mi lado.

-Espero que no te moleste-dijo mirando la botella de agua.

-Gracias-sonreí.

-¿Cómo te llamas?