Pasé lo que quedaba de día igual que estaba, cansada y arrepentida de lo que había pasado con los chicos. No sabía como disculparme, la había cagado completamente y estaba segura de que no se les iba a olvidar tan fácilmente. No había sido una discusión del otro mundo, pero sé que les había jodido un montón que les apartara, cuando ellos solo querían ayudarme y cuidarme.
Mi cabeza daba vueltas pensando en todo, sumando lo mal que me encontraba físicamente. Llamé a Aurora, Sira y Mikky para ver si alguna podía venir un rato por la noche y así cenar juntas. Pese a lo que les había dicho a los chicos por la mañana, no quería estar sola, me daba algo de miedo lo que pudiera pasar, pero tampoco quería estar en cama todo el rato.
Mikky estaba en Andorra aprovechando el día libre de Frenkie. Sira estaba entrenando, tenía competición de hípica el sábado y tenía que estar a tope hasta entonces. Aurora, por su parte, debía tener el móvil apagado o algo así, porque no le llegaban los mensajes. Viendo que iba a estar sola todo lo que quedaba de día, decidí ponerme una película para que así al menos pasaran más rápidas las horas.
Empecé a encontrarme más cansada de lo normal cuando llevaba algo menos de una hora de película y volvieron los sudores fríos, por lo que la paré y decidí dormir un rato, al menos hasta que pasara ese cansancio tan repentino, que ya sabía de dónde venía.
Cuando iba a dormirme, recordé que no había tomado las pastillas entre unas cosas y otras, por lo que decidí subir a la habitación y abrí la mesilla, donde tenía todo el tratamiento que me habían mandado. Me lo tomé y volví a bajarme al sofá, cuando sonó el timbre de arriba, no el del portal, cosa que me sorprendió.
Abrí la puerta encontrándome a un Gavi con dos bolsas en la mano y una cara bastante mala. No sabía si era pena, enfado u otra cosa, pero me miraba bastante mal. No estaba entendiendo nada, no sabía que hacer o qué decir en ese momento. Me daba hasta miedo hablar viendo su cara. Él, sin embargo, no quitó sus ojos de mi hasta que me apartó con cuidado y entró, yendo directamente al salón, donde al llegar, se dio la vuelta y me miró, con la misma cara, aunque ahora notaba más enfado que otra cosa.
-¿Qué haces aquí?-dije a media voz
-No pienso dejarte sola. Y me da igual lo que digas y lo que hagas, no estás bien, y voy a quedarme aquí hasta que lo estés, y si no quieres que esté aquí, nos vamos ambos a mi casa, pero sola no vas a estar.-dijo cabreado-Ahora voy a hacer la cena, y no quiero que te muevas del sofá. ¿Me has entendido?-me señaló. Abrí los ojos y asentí-Si no quieres hablar conmigo, no lo hagas, no es necesario, solo quiero que comas y te tomes la medicación en su hora. Cabreate conmigo todo lo que quieras.
Así sin más me dejó en el salón y se dirigió a la cocina con las bolsas, que ahora supongo que serán diferentes ingredientes para cocinar algo. Estaba sorprendida a la vez que confusa por su comportamiento. Se estaba preocupando por mi después de lo mal que lo traté esta mañana, y le estaba dando igual todo.
Fui a la cocina y me apoyé en el marco de la puerta, viendo como ponía en la plancha unos filetes mientras no se daba cuenta de que yo estaba allí.
-Oye Gavi... yo...yo lo siento, por lo de hoy. Te hablé fatal y no te lo merecías. Ni tú ni Pedri, quiero pediros perdón, a ti sobre todo...-dije triste.
Se dio la vuelta y me miró. Me sorprendí cuando le vi venir hacia mi, y más aún cuando me sujetó por la cintura y me llevó al salón, tumbándome en el sofá.
-Luego hablamos, tienes cara de cansada, duerme un poco, yo te despierto para cenar.-dijo casi sin mirarme. Estos cambios de comportamiento me estaban volviendo loca. Al contrario de lo que imaginé, tardé nada en dormirme.

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Volver a ti
Романтика¿En qué momento Claudia decidió mudarse a Barcelona persiguiendo su sueño? Es algo que ella aún se pregunta. A veces la vida tiene planes para nosotros que, nunca habríamos imaginado. Claudia Fernández es una chica de 21 años, nacida y criada en Sit...