47. Virus

682 28 2
                                    

Los días pasaban. Estábamos casi terminando Julio. Mis padres ya sabían sobre mi compromiso. No pudieron estar más felices. Mi hermano Raúl actuó como buen hermano y amenazó a Pablo con que si no me hacía feliz, él mismo se encargaría de arrancar de su cuerpo algo muy preciado. Creo que mi pareja se asustó. 

Por otro lado, conocer a Patri, la amiga de Pedri había sido algo difícil, pues no podíamos casi coincidir. Pudimos por fin sacar un hueco y quedar a tomar un café los tres. Decidimos no avisar a nadie más, ni mi novio, para que la pobre no se asustara. Sabía que de primeras, ellos podían ser algo nerviosos y, Pedri quería ir poco a poco, no asustarla el primer día que conociera a su entorno. 

Se había quedado corto al decir lo guapa que era. Cuando les vi entrar en la cafetería, me quedé de piedra. Su tez era blanca, de pelo casi tan negro como sus ojos y con una sonrisa preciosa. Hacían muy bonita pareja, y se miraban de una forma muy pura. Se notaba bastante que estaban aún conociéndole por los nervios en el ambiente, pero pronto ella se soltó un poco y pasamos una tarde bastante bonita. 

La verdad es que tampoco podía opinar mucho de ella, pues no la conocía de más que eso, pero, sin duda, le di mi visto bueno cuando Pedri al rato de separarnos me preguntó. 

(...)

Faltaban dos días para que Pablo se fuera a la gira de EEUU. Yo no podía acompañarle, trabajaba y no pude pedirme tantos días. Lo que él no sabía es que, acudiría al tercer partido, el clásico, en Dallas. Era jueves y había podido pedir ese día y el viernes con la condición de esta semana adelantar el trabajo de esos dos días y hacer unas horas de más. 

Ninguno de mis amigos lo sabía. Ni siquiera Sira, quien acompañaría a Ferrán en el segundo y tercer partidos, ya que no podía quedarse más tiempo debido a la hípica, los entrenamientos volvían a comenzar.  

Mikky también acudiría, pero solo al último. Gala era muy demandante y, tan pequeña no querían que estuviera tanto tiempo por ahí. A ella no podría verla allí. 

Yo estaba algo nerviosa, no quería que tuviera ninguna sospecha de que acudiría a verle. Quería que no esperara nada y ya me había encargado de decirle que me era imposible, pero que los vería todos, aunque eran de madrugada y yo trabajara al día siguiente. 

Con esto último no estuvo tan de acuerdo, me dijo que durmiera y ya los vería al día siguiente, pero eso para mi no era suficiente. Adoraba ver cada minuto que Pablo jugaba. En el campo era una locura. Casi a veces parecía otra persona. Mataba por el equipo, por el escudo. No había conocido nunca a nadie que viviera y sintiera el futbol tan intensamente como él, y era algo que me encantaba. Para él era una parte demasiado importante en su vida, y su felicidad cada vez que pisaba el césped era tal que, hasta a través de las pantallas se podía apreciar. 

(...)

Terminó de preparar su maleta, la cual constaba en, a penas 6 o 7 camisetas básicas, un par de pantalones y poco más. Pues lo demás era todo las diferentes equipaciones que llevarían casi las 24 horas del día. Me reí pensando en que, hasta yo para cuatro días que iba a ir, llevaría las mismas cosas que él para más de dos semanas. 

Me comentó que su familia iría también durante la gira completa junto a varios amigos y amigas. Mario, Alejandro y Javi (la pareja de Aurora) estarían las dos semanas con ellos, mientras que Zoe y Lorena, dos de sus mejores amigas, irían a los tres primeros partidos.

A los chicos los conocía de alguna ocasión coincidir en un partido, pero a ellas no tenía el placer de conocerlas. Pablo me había hablado de ellas, pero en persona no las conocía. Sería buen momento, aunque no quise decirle nada, puesto que era sorpresa. 

Volver a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora