24. Mi persona.

1.5K 39 0
                                        

No sabía cómo el corazón no se me había salido del pecho después de todo lo que ambos habíamos dicho en ese momento. Yo aún temblaba recordando sus palabras, y sabía que quedarían grabadas en mi cabeza y en mi corazón para toda la vida. 

Pablo era un terremoto en todos los sentidos de la palabra. Era fuerte, valiente, peleón, guerrero, protector, y tenía mil cualidades más que podría describir, era increíble, y yo estaba muy feliz por haber podido conocer a esa persona que ahora era dueño de mi corazón y nublaba todo lo que me rodeaba cuando estaba cerca de mí. 

Porque mi corazón ya no era mío, ahora nos pertenecía a ambos, y joder que si daba miedo, estaba completamente cagada, pero también estaba dispuesta a compartir todo con él, lo bueno y lo malo, las sonrisas e incluso las lágrimas. Iba a dejarme querer por primera vez en mucho tiempo, pero estaba completamente segura de que había encontrado a mi compañero de vida, porque era difícil sentir lo que yo sentía y con esa fuerza, y menos en el tiempo que llevábamos conociéndonos. 

Y después de sus palabras, sabía que era real, que no lo había imaginado, Gavi sentía también por mi, y ahí me di cuenta de lo bonito que era coincidir en espacio-tiempo con tu alma gemela, porque eso sentía yo con él. Pablo era mi persona en este mundo, estaba segura de ello. 

Después de sincerarnos el uno con el otro, nos despedimos de Aurora, quien me dijo que mañana hablaríamos tranquilas y nos fuimos a mi casa, no quería estar sola, y sabía que él tampoco. Nada más llegar, nos dormimos. Era tarde y domingo, por lo que yo trabajaba la mañana siguiente y él tenía entreno también temprano. 

La mañana siguiente, sonaron las dos alarmas a la vez, cosa que me hizo gracia, pero a diferencia de mí, mi compañero no se inmutó. Le moví intentando despertarle, pero poco resultado dio.

-Pablo, venga, que vas a llegar tarde-dije acercándome para darle besitos por la mejilla.

-Cinco minutos más-dijo con voz ronca mientras me abrazaba contra él-quédate conmigo porfavor- pidió como un niño pequeño, sabía que no podía negarme a nada si me hablaba así. 

-Venga amor que ya es hora y yo también voy a llegar tarde-dije, a lo que él abrió los ojos y se incorporó en la cama mirándome. 

-¿Qué has dicho?-dijo sonriendo. Le miré extrañada

-Que voy a llegar tarde también-dije confundida

-No, eso no, lo otro-volvió a sonreír.

-¿Qué otro Pablo? No te entiendo-repetí.

-Me has llamado amor-se tiró encima de mi besándome y riendo, cosa que me hizo reír a mí también. Me había salido tan natural, que no me había dado casi ni cuenta-que bonito suena, repítelo-dijo encima de mi mirándome.

-Pablo venga, que tenemos que irnos-dije mirándole

-Venga dilo Clau, porfiii- pidió él

-Amor-susurré mirándole-mi amor-le cogí la cara y le besé-solo mío-sonreí contra sus labios.

-No sabes lo bien que suena escucharlo-me miró-te quiero mi amor-dijo besándome de nuevo rápido, para luego separarse-y ahora sí que sí, me visto y me voy-gritó levantándose, a lo que volví a reír.

Nos preparamos rápido, porque realmente íbamos tarde y nos fuimos cada uno a nuestros respectivos lugares de trabajo, no sin antes darnos un último beso. Cuando llegué al estudio, me encontré con una Aurora que me miraba confundida y sonriendo, suponía que no entendía mucho de lo que había pasado la noche anterior, y realmente, yo tampoco. 

-Tu y yo quedamos hoy para comer y me cuentas absolutamente todo-pasó un brazo por mi hombro y yo reí-Ahora vamos a trabajar, que nos espera una mañana bastante larga-suspiró-

Volver a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora