37. Te odio

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NARRA PABLO

Nos acababan de avisar que Claudia estaba despertando. Había llegado el momento. No sabía como iba a poder sacar fuerzas para decirlo sin derrumbarme delante de ella, iba a ser muy duro. 

Respiré hondo cuando me quitaron la vía del brazo y fuimos a su habitación, donde se encontraba una Claudia a penas con los ojos abiertos pero sin decir nada. Pedri y mi hermana decidieron quedarse fuera, era un momento muy duro y pensamos que era lo mejor. 

Ella ni se dio cuenta de que había entrado al cuarto, estaba mirando la sábana que tenía por encima casi sin pestañear. Rocé su mano con la mía, entonces me miró asustada. Supongo que mi cara de descomposición le alertó de lo que iba a decirle, por que en ese momento se puso a llorar. 

-No está Pablo-dijo mirándome mientras lloraba-No hay bebé, ¿verdad?

Yo asentí como pude y me tiré encima de ella también llorando. No había podido aguantarme las lágrimas. La abracé cómo pude y ella me lo permitió mientras se deshacía en llantos y gritos. Intentaba calmarla pasando mi mano por su pelo suave, pero era completamente imposible, nada podía espantar ese llanto, era normal. Nuestro hijo no había podido nacer y yo lo estaba sintiendo tanto como ella. 

-Amor, tienes que respirar, porfavor, mírame-le dije tocando su cara suave e intentando que se tranquilizara, iba a darle algo si seguía así. No sabía si llamar a la enfermera para que me ayudaran-Claudia, respira hondo, hazlo conmigo-sujeté su cabeza y uní mi nariz a la suya cerrando los ojos y contando hasta diez. 

Nada hacía efecto y yo estaba muy preocupado. No sabía que hacer. De un momento a otro empezó a patalear e intentar levantarse de la cama, lo que era peligroso para ella. La agarré por los brazos como pude intentando que no se incorporara mucho, pero me empujaba con todas sus fuerzas. Decidí pulsar el botón de encima de su cama para llamar a una enfermera. 

-Claudia mi vida, para, te vas a hacer daño-dije llorando e intentando pararla mientras esperaba ayuda-No puedes moverte, puedes tener una hemorragia, estate quieta porfavor-supliqué de la misma manera. 

-Suéltame, déjame en paz, quitate- seguía pataleando. No se cómo, consiguió soltar un brazo de mis manos y me dio un bofetón tan fuerte que hizo mi cara girar. Ella ni se inmutó y siguió con su tarea, aunque yo seguía intentando inmovilizarla. En ese momento llegó la enfermera.

-Necesito ayuda, está muy nerviosa-dije mirándola mientras sujetaba fuerte a mi novia. La enfermera salió corriendo a por algo. Mi novia aprovechó y me arañó la cara intentando levantarse de nuevo. Cuando volvió, Claudia se dio cuenta de sus intenciones y me miró muy enfadada. No le había visto esa cara nunca, solo desprendía un odio muy grande. 

-Esto no te voy a perdonar esto en la vida-dijo pegándome en el pecho mientras la enfermera se dirigía a ella con la jeringa en la mano-Te odio Gavi, te odio-gritó. 

Eso fue lo último que dijo antes de volver a dormir debido a la medicación. Yo me encontraba en shock. Me había pegado y culpado a mí. ¿Qué culpa tenía yo? ¿acaso ella pensaba de verdad que era culpa mía la muerte de nuestro hijo? ¿Cómo podía haber dicho eso?. 

Estaba colapsando. Yo entendía que ella estaba muy mal por lo sucedido, pero a mi en ningún momento se me habría ocurrido culparla de nada, porque sabía que no era cosa suya. Ella en cambio, no lo había dudado. Tenía grabado todo en mi cabeza. Me había dicho que me odiaba y que no iba a perdonarme. ¿Qué se supone que debería perdonarme?

Salí al pasillo en el que estaban mi amigo y mi hermana, quienes al verme la cara que llevaba, no dudaron en venir hacia mi corriendo y abrazarme, mientras yo me dejaba querer un poco entre sus brazos. Cuando nos separamos, Aurora repasó mi cara y tocó con cuidado la zona herida. 

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