Los primeros días con los mellizos habían sido un tremendo caos. Pablo no pudo estar más de cuatro días con nosotros, puesto que tenía un partido importante en Sevilla. Era lo que tenía salir con un futbolista.
No me enfadé, por supuesto, ni mucho menos. Sé que él no quiso despegarse de nosotros, pero también le vendría bien poder estar con sus compañeros y hacer una de las cosas que más amaba en el mundo.
Y digo una de las cosas, porque desde que nacieron los mellizos, tenía claro que ellos eran desde ese momento su prioridad. Como les daba el biberón, les cambiaba, dormía con ambos encima estando en el hospital... Sin duda alguna no se separó de nosotros en esos días.
Cada poco rato me preguntaba si me encontraba bien, pues me habían puesto un par de puntos y eran algo molestos al moverme. Él se encargaba de ponerme a los peques encima mientras les daba un beso en la cabeza a cada uno.
Aurora era la bebé más tranquila del mundo. A penas lloraba, solo si tenía hambre o necesitaba ser cambiada. En cambio Pablo, era sin duda alguno, el hijo de mi novio. Era revoltoso como él solo. Mi pareja suspiraba cada vez que lloraba, pero nunca se quejó de nada, al revés, siempre me decía que él los atendía para que no tuviera que moverme en exceso.
A los tres días del parto, me dieron el alta y nos fuimos los cuatro a casa. Decidimos que no viniera ninguno de nuestros amigos para no levantar sospechas, pues habíamos visto periodistas merodear por las instalaciones del hospital.
Queríamos paz y calma, sobre todo por los pequeños.
Cuando llegamos a casa, nos tenían preparada una gran sorpresa en el salón. Estaban nuestras familias y amigos allí, con un montón de globos, regalos y otras decoraciones.
Fue tan emocionante ver como se preocuparon por nosotros, que en cuanto les vi me puse a llorar. Esos días había llorado demasiado, pero siempre de felicidad. Ver sus caritas me alegraba el alma, y sentir a Pablo cerca todo el rato era sin duda, otra de las razones de mis lágrimas.
Pasamos un rato en familia todos juntos, hasta que nuestros pequeños se quedaron dormidos y todos decidieron darnos un espacio para relajarnos. Les llevamos a las cunas que estaban instaladas en nuestra habitación (gracias a mi padre y el de Pablo) y nos sentamos en la cama un momento.
-Vaya días de emociones-dije-no se si necesito dormir, llorar o darme un baño
-Creo que te vendrá bien el baño para descansar un poco. Voy a prepararlo
Pablo fue a nuestra bañera y preparó un relajante baño de espuma para mí, mientras él cuidaba de los mellizos para que no se despertaran. Le di las gracias mil veces, ya que veía necesario ese momento para mi.
Un rato después, salí de la bañera cuando el agua ya se había enfriado y me puse el pijama, cambiando el agua y llenándola para mi pareja, quien se vio obligado por mi a ir a relajarse un rato. No quería separarse de ellos porque sabía que al día siguiente tendría que viajar con el equipo, cosa que le hacía sentir culpable, aunque ya le había dicho que era algo normal, además, volvían aquella misma noche, no serían ni 24 horas, aunque le entendía. Aurora y Belén vendrían a quedarse conmigo para ayudarme con la adaptación de los pequeños.
Teníamos ya claros los padrinos de los bebés, siendo nuestros hermanos los padrinos de Pablo, y Pedri y Sira los de Aurora, aunque aún ninguno sabía que lo eran. Creímos que eran los indicados en ambos casos, aunque tuvimos nuestras dudas, pero sabíamos lo felices que les haríamos a los cuatro.
Pedri se había lesionado días antes, por lo que no viajaría convocado, lo que me hizo suponer que también pasaría ese día con nosotros, y así fue.
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Volver a ti
Romance¿En qué momento Claudia decidió mudarse a Barcelona persiguiendo su sueño? Es algo que ella aún se pregunta. A veces la vida tiene planes para nosotros que, nunca habríamos imaginado. Claudia Fernández es una chica de 21 años, nacida y criada en Sit...