55. Me siento un estúpido

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Llevaba un rato intentando asimilar todo lo que estaba pasando. Por dentro estaba feliz, muy feliz, pero también muy asustada. Mi cabeza solo me hablaba de Martín, y en ese momento yo quería mostrar mi felicidad.

Decidí ocultarle el embarazo a Sira y Aurora, pues quería que el primero en enterarse fuera Pablo. Estaba completamente segura de que iba a alegrarse muchísimo, aunque una parte de él posiblemente estaría pensando en lo mismo que yo.

Ellas se dieron cuenta de que algo pasaba, ya que me habían trasladado para la ecografía, pero logré convencerlas de que fue para hacerme otra prueba sin importancia alguna.

Sobre las ocho de la tarde me dieron el alta, ya que habían logrado que no hubiera fiebre y la infección poco a poco iría remitiendo, con unos antibióticos que eran compatibles con el embarazo y no me harían daño a mi o al bebé.

Quería esperar a Pablo despierta, aunque no le daría la noticia en aquel momento. Yo estaba cansada, y pondría la mano en el fuego a que él lo estaría aún más después de un vuelo tan largo.

No sabía si le prepararía algo especial o se lo contaría tranquilamente, pero no iba a esperar mucho.

Cuando Sira y Aurora me dejaron en casa tras pasar antes por la farmacia a comprar todo lo necesario, las obligué a irse a las suyas a descansar. Estaba tremendamente agradecida con ellas, se habían portado como verdaderas hermanas conmigo. Estaban al pie del cañón por cualquier cosa.

Me di una ducha y fui a la cama para esperarle allí, pues aún faltaban algo más de tres horas. Posiblemente estarían a punto de aterrizar ya, pero tenían que llegar a sus respectivos hogares y eso era otro rato.

Estos días habíamos estado hablando casi a diario por llamada normal, ya que no quería que me viera la cara, y hoy a penas pudimos intercambiar mensajes, ya que no tenía conexión a internet en el avión, cosa que en parte agradecí, pues sabía que rápido podría notar lo que estaba sucediendo.

Me puse una película y levanté un poco la blusa para observar mi tripa. En ese momento comencé a llorar. Estaba sintiendo todo tanto que me daba pavor. No soportaría volver a pasar por lo mismo. Sabía que estaba sobre pensando demasiado, pero no podía evitarlo.

Sin quererlo, me quedé dormida.

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Un ruido en el baño me despertó. Alguien se estaba duchando, era Pablo. Sonreí feliz, ya estaba en casa, conmigo, con nosotros.

El agua dejó de sonar y no pasaron más de dos minutos hasta que él salió del baño ya vestido y me miró. Lo que me sorprendió es la manera en la que lo hacía. Le veía enfadado.

Me levanté de la cama y fui hasta él abrazándole fuerte. Abrazo que no fue devuelto.

-Te he echado tanto de menos mi vida

En ese momento, me sujetó de los brazos y me separó de él, mirándome fijamente.

-¿Qué ocurre Pablo?

-Me gustaría saber qué te pasa porque tú me lo digas, no porque cuatro periodistas me paren en el aeropuerto a decirme que te han visto salir del hospital hoy-musitó bastante enfadado y apartándose de mí.

Mierda, me habían visto. ¿Cómo era posible?

-Pablo amor, déjame explicártelo, por favor-respondí. Me miró sin decir nada, por lo que seguí hablando-Llevo unos días algo mala por que tenía fiebre y dolor de tripa. Ayer me acompañaron Sira y Aurora al hospital para que me inyectaran algo, ya que llevaba varios días sin comer o vomitando lo que comía por el mismo motivo, pero ya estoy mejor. Me dejaron ingresada por la noche para vigilar que la fiebre bajaba. Estoy bien mi amor, no ha pasado nada

Toqué su cara suavemente mirándole a los ojos. Me temía que esto iba a pasar si él se enteraba. Era muy protector conmigo, al igual que yo con él.

-¿Aurora lo sabía?-asentí-Genial, ni en mi propia hermana puedo confiar ya-respondió frustrado y quitando mis manos de su cara de nuevo.

Lo que había dicho me dolió. ¿Ni en su propia hermana? No quise decir nada más sobre eso, sabía que estaba alterado y que cuando estaba así no reaccionaba precisamente bien a nada.

Dejé que se alejara de mí y le miré.

-Entiendo que estés enfadado Pablo, en parte lo entiendo, pero te estoy diciendo que estoy bien. No quería contarte que me encontraba mal porque no podías hacer nada más que preocuparte sin necesidad, es un simple virus y ya me mandaron medicación para eliminarlo. Estabas muy lejos y no quería que estuvieras mal por esto. Perdóname, sé que tendría que habértelo dicho, pero creí que era lo mejor.

-La próxima vez no pienses por mí, haz lo que se debería hacer-respondió serio-Tenía derecho a saber que estabas mal y a preocuparme. Me siento un estúpido, no sabes la cara que se me quedó al escuchar a los periodistas decir eso mientras yo no sabía nada.-dijo sin mirarme.-Parece que no confías en mi, no me cuentas las cosas. 

-De verdad que lo entiendo, pero por favor, entiéndeme tú en parte a mi, ponte en mi lugar-susurré acercándome a él otra vez y cogiendo su mano.

Por tercera vez en lo que llevábamos de noche, se soltó de mi agarre.

-Voy a dormir en la habitación de al lado esta noche, mañana hablamos tranquilos, estoy algo cansado. 

Sin darme tiempo a responder nada más, salió del cuarto. Ahí me quedé yo, de pie sin saber qué hacer o decir. No me salían ni las lágrimas. Solo pude tocar mi tripa buscando ahí consuelo.

Tras tomar las pastillas que me recetó el médico, incluidas las vitaminas y otras que tenía que tomar debido al embarazo, me fui a la cama abrazando la almohada. De nada me servía estar despierta, si él no iba a volver en toda la noche.

Así, tocando mi tripa e intentando acurrucarme en mí misma, me quedé dormida. 

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