44. ¿Apostamos?

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Estábamos a mitades de Junio casi sin darnos cuenta. Todo iba genial, tanto a mi, como a todos mis amigos. Sira y Ferrán estaban planeando su escapada de este año, aunque seguían en duda de si irse a Hawai o a Riviera Maya. Sira quería la segunda opción y se la veía con pocas ganas de ceder, aunque su pareja tampoco quería rendirse. 

Me llamaba como cuatro veces al día para que Pablo convenciera a Ferrán de ir allí, nosotros nos reíamos cada vez que sonaba mi móvil, porque sabíamos que era para eso. Siempre respondíamos lo mismo, que cómo iba a convencerle Pablo, qué tenía él que no pudiera ofrecerle ella. Nos insultó (de broma, claro) en más de una ocasión. 

Gala y sus padres ya estaban instalados en casa. Ella era buenísima, un amor de verdad. Íbamos a visitarla cada día desde hacía una semana y cada vez le llevábamos algo diferente, la teníamos así de consentida con menos de un mes de vida, no quería imaginar en un futuro. Hoy Ansu le llevó un pack de varios chupetes en los que ponía los nombres de ellos y sus respectivos números futbolísticos. ¿Para qué? Muy fácil, quería ponérselos todos delante y, él decía, que el que eligiera sería porque ella misma le quería de padrino. 

Las ocurrencias de este chico eran cada vez más raras, de verdad. Eso sí, también me sorprendió que todos apoyaron su idea y, muy emocionados y concentrados, intentaron que Gala escogiera sus chupetes. Lo que ellos parecían no saber es que era demasiado pequeña y evidentemente, no sabía coger nada. Frenkie, Mikky, Sira y yo sabíamos que eso iba a pasar, pero fue demasiado gracioso verles a todos coger sus chupetes mirando a la pequeña, en brazos de su padre, e intentando que esta les hiciera caso. Lo único que consiguieron fue que llorara varias veces. 

Asi es que decidieron que los padrinos serían elegidos más adelante, cuando ella pudiera coger algo. Aunque también es cierto que los padres de la criatura avisaron que ellos ya tenían pensadas dos personas para ser padrinos de Gala (de manera no formal, puesto que no sería bautizada), por lo que lo que hacían posiblemente no serviría de nada. Pedri replicó (para no variar) diciendo que era mejor que ella misma los eligiera. Era como hablar con mandriles, no sé enteraban de nada y pensaban que la niña cuando tuviera seis meses sería apta para escoger eso de manera consciente. 

Dejamos pasar la conversación, no iba a servir de mucho, solo para reírnos de ellos (cosa que, por otro lado, no nos importaba demasiado). 

Ansu, Balde y Pedri seguían viviendo sus vidas de solteros. Al último le veía más que a los demás, puesto que se venía casi todas las tardes a nuestra casa porque "no quería cenar solo", pero todos sabemos que era mentira, lo que echaba de menos era vivir con Pablo, ya que cada día cuando llegaba, se le tiraba encima (como si no se vieran por las mañanas al entrenar). 

Eran dos casos aparte cuando se juntaban. La mitad de días, alguno de los tres acabábamos en la piscina con ropa por culpa de los demás. 

Pablo y yo estábamos mejor que nunca. Seguíamos yendo ambos al psicólogo, aunque las sesiones eran muy reducidas ya, pero no queríamos dejarlo de golpe. Yo estaba en mi última semana y él acababa justo en dos días. 

Lo habíamos superado, sí, pero no olvidado, aunque nos apoyábamos un montón mutuamente para seguir adelante. Eramos un gran equipo. En este momento nos encontrábamos buscando también una escapada, ya que mañana acababan los entrenos hasta agosto, y yo tenía dos semanas de vacaciones. 

Yo estaba agobiada porque a Pablo no le encajaba ningún destino. Uno era muy de playa, otro solo para visitar monumentos, otro no tenía montaña, el siguiente tenía demasiadas montañas y poca playa... 

(...)

-Oye Pablo, ¿te estás burlando de mi? No te encaja nada, al final pasaremos las vacaciones aquí tumbados viendo series eh-dije ya frustrada al ver que empezaba a reírse. Él me abrazó estallando a carcajadas.

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