2. ¿Otra vez tú?

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La primera semana de trabajo fue completamente de adaptación y pasó volando. Los días se estaban haciendo super amenos trabajando con Julián y Aurora. Hoy teníamos que quedarnos el primero y yo hasta las 4, porque tendríamos que realizar una sesión de fotos y entrevista a un futbolista. No es que fuera yo especialmente fan del fútbol, tampoco me desagradaba, aunque los futbolistas en sí me parecían personas algo raras. No sé como explicarlo. 

Trabajamos preparando todo lo necesario hasta la una y media de la tarde. Él llegaría sobre las 2 por lo que nos comentaron. Aproveché esa media hora para ir a por un café. Necesitaba coger fuerzas para las dos horas que nos quedaban aquí. 

Cuando estaba a punto de acabármelo, recibí una llamada de Julián, en la que decía que ya había llegado el futbolista con su manager, que me diera prisa. Me fui con mi café en mano hacia el estudio que habíamos montado, y cuando llegué, me quise morir de la risa y de la vergüenza a la vez. 

-No puedo creérmelo-dijo él mientras reía.-Menuda casualidad, ¿no?.-se dirigió hacia mi y me dio un beso en la mejilla, al igual que el día anterior cuando nos conocimos. 

-¿Pedri?, ¿Otra vez tú?.-reí- 

-El mismo.-volvió a reír. Ya estaba empezando a pensar que la sonrisa iba demasiado pegada a él.-¿Trabajas aquí?

-Sí, bueno, empecé hace algo más de una semana, eres de las primeras personas a la que fotografío.-reí.

-Me alegro entonces de ello.-me miró fijamente-

En este punto yo ya no sabía qué pensar. Por eso me preguntó si ya conocía su nombre, porque él es famoso. Y por eso seguramente a Sara le quería sonar su cara cuando se sentaron a nuestro lado. Esto estaba siendo surrealista completamente. 

Realizamos todas las fotos necesarias. He de decir que Pedri se mostraba bien para las fotos, era buen modelo y se trabajaba muy bien con él. No podía parar de mirar su sonrisa. Pasadas las dos horas de trabajo, cuando ya su manager se había ido y Julián y yo estábamos recogiendo para irnos a nuestras casas a comer, Pedri se me acercó. 

-No se si tienes planes, ni si querrás, pero, ¿te apetece comer conmigo?.-me miró fijamente sonriendo a la vez que se pasaba la mano por la cabeza nervioso, no sabía si había posibilidades de que me negara si me seguía mirando así.-

Después de pensarlo por unos segundos, decidí aceptar su propuesta con una condición, me dejaría pagar a mi por la metedura de pata, o más bien, la caída de la copa en su camiseta, de aquel día. Pedri se negó varias veces a esta propuesta, aunque al final no le quedó de otra que aceptar si quería que fuéramos juntos a comer. 

Tras acabar de recoger todo, me despedí de Julián y nos dirigimos a su coche. Yo traje el mío a la oficina, pero él se ofreció a traerme después de la comida de vuelta a por él, para no tener que ir en dos coches a comer. Nos dirigimos a un restaurante que, según él, estaba bastante bien y en el que se comía muy rico. Era un italiano. Yo no podía estar más contenta en ese momento, adoro la comida italiana.

-Hemos llegado. Es uno de mis restaurantes favoritos, mis amigos y yo venimos siempre que podemos aquí, aunque la dieta no es que nos lo permita mucho.-rió. Fruncí el ceño pensando en por qué estábamos entonces aquí, y pareció leerme la mente.-No te preocupes, me la voy a saltar por hoy, no pasa nada. 

La comida fue increíble. Pedri es un chico muy majo y con grandes temas de conversación. Estaba disfrutando realmente la velada y me alegraba un montón de haberle conocido, aunque las circunstancias fueran algo graciosas. 

Una vez acabamos y conseguí mi objetivo de pagar (cosa por la que él me miró tremendamente mal), me llevó hacia mi coche y me pidió mi número. Al principio me quedé algo estática, pero pensé en por qué no dárselo, si me parecía una persona increíble. Lo apuntó y tras darme un beso en la mejilla, como estaba acostumbrando a hacer, se despidió y se fue. Yo volví a mi casa pensando en todas las emociones que estaba viviendo y que no tampoco entendía muy bien cómo había empezado todo. 

La semana pasó sin darme apenas cuenta. El miércoles y el jueves estuvimos trabajando en aspectos más relacionados con la edición y la revisión de imágenes, cosa que, aunque no fuera directamente mi trabajo, también adoraba. 

El viernes pasó de la misma manera, aunque me llevé una sorpresa cuando, a 20 minutos de acabar la jornada, recibí un mensaje de un número desconocido. 

**Hola Claudia, soy Pedri. Perdona que no te haya escrito antes, estaba bastante liado con los entrenamientos. Hoy tenemos partido a las 6 de la tarde, quería preguntarte si te gustaría venir. PD: no te preocupes, tengo un asiento para ti.**

Leí el mensaje algo extrañada. ¿Me estaba invitando realmente a ver un partido, cuando nos conocíamos de hace nada?. Realmente me sorprendía pero, a la vez, me hacía ilusión ir a ver un partido, aunque no fuera especialmente fan del futbol. Al final acepté y le dije que allí estaría, pero él me respondió que le pasara la dirección de mi casa y me recogería a las 5 para ir juntos. Este chico estaba loco. Le envié la dirección de mi casa en un mensaje y escribí otro. 

**Espero que no seas un psicópata, ya te he dado mi dirección de casa y sabes dónde vivo**. 

No tardó más de tres minutos en volver a vibrar mi móvil. Lo miré y, tal como imaginaba, era el pelinegro. 

**Bueno, con el tiempo iremos viendo si lo soy o no, de momento, vamos a conocernos, jajaja. Te paso a recoger a las 5, ¿vale guapa?**

Negué sonriendo y le respondí con un simple "vale, nos vemos luego!*. Una vez llegué a casa me hice algo rápido de comer y, tras una llamada a mis padres para contarles que tal la semana, me di cuenta de que eran casi las 4, por lo que tenía que comenzar a prepararme ya. 

Decidí que lo más cómodo sería ponerme unos pantalones vaqueros cortos y un top blanco sencillo acompañado de mis air force blancas. Decidí utilizar un poco de rímel y colorete y ondular mi pelo rubio, aunque posiblemente tardaría poco en hacerme una coleta, el calor a estas alturas era horrible. 

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