40. Hasta que nuestros corazones sanen.

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Llevábamos más de una hora abrazados en la cama. Habíamos subido ahí para poder estar más cómodos, aunque ninguno de los dos hablaba, solo se escuchaban nuestros corazones latiendo a la vez, el mío cada vez un poco más relajado, cosa que agradecía. De un momento a otro sentí como Gavi se separaba de mi y me miraba. 

-Quiero hablar contigo de una cosa-susurró él, asentí dejándole hablar-Creo que nos hemos hecho mucho daño durante este tiempo. La pérdida del bebé ha sido el detonante de todo, pero creo que no hemos sabido querernos bien, y me duele muchísimo, pero siento que lo mejor es que nos separemos durante un tiempo, hasta que nuestros corazones sanen y nuestras mentes estén en paz completamente. 

Creo que en ese momento, lo poco que quedara de mi corazón sin romper, hizo su función y se destrozó. Gavi me estaba pidiendo que nos separáramos, ahora que por un momento pensé que todo iba a ir mejor entre nosotros. 

-No lo entiendo Gavi, ¿por qué?-pregunté a punto de llorar-¿Ya no me quieres?-pregunté.

-Al revés Claudia, todo esto lo hago porque te quiero demasiado, y quiero que todo nos vaya bien. Eres el amor de mi vida y estoy completamente seguro de eso, pero sé que tenemos que aprender a querernos bien y para eso necesitamos un tiempo alejados el uno del otro sabiendo que nos hemos perdonado todo lo sucedido durante este tiempo. Te juro por lo que más quiero en el mundo que lo que digo me duele tanto como a ti, pero después de casi dos meses sin dormir y sin respirar tranquilo, el corazón me está pidiendo que lo diga, que lo suelte-me sujetó las manos suavemente. Él estaba a punto de llorar también-Tenemos que reencontrarnos con nosotros mismos, y creo que la manera más correcta es esta. 

En parte y aunque me doliera, sabía que llevaba toda la razón. Las cosas entre nosotros desde un primer momento habían ido mal, habíamos peleado bastante y, no nos entendíamos bien. Teníamos que conocernos mejor. Necesitábamos estar un tiempo separados para darnos cuenta de lo mucho que lo necesitábamos, aunque me daba terror que él se diera cuenta de que sin mi estaba mejor. No quería perderle. 

-Te entiendo, creo que tienes razón aunque me joda admitirlo. No estamos bien, necesitamos estarlo para poder ser otra vez nosotros. Te quiero Gavi, con toda mi alma, te juro que nunca he querido como te quiero a ti-empecé a llorar mirándole a los ojos-Preparo mis cosas y me voy a casa de Sira hasta que encuentre un piso.

-No Claudia, no te estoy echando, puedes quedarte aquí, yo me voy. La idea de que te mudaras aquí fue mía, no quiero que dejes esta casa, de verdad. Cuando te pedí mudarnos era para siempre, esta casa es tan tuya como mía. Yo voy a irme con Pedri, mañana alquilo una casa para este tiempo, que ojalá y no tenga que ser muy largo, pero sí el necesario para sanar todo lo que tenemos dentro.-me secó las lágrimas y dio un beso en mi frente. 

No pensé aceptar su oferta en ningún momento. Era su casa, él la había pagado y no me iba a quedar yo allí, pero no me dejó otra opción, casi que fui obligada a no moverme. En parte agradecía eso, no quería desprenderme de lo que me recordaba a mi bebé, aunque tampoco sabía si sería la mejor opción estar allí. 

Pronto Gavi preparó sus cosas, aunque no todas, y tras despedirse de mi, dejó la casa. En ese momento fui totalmente consciente de lo que estaba pasando. Gavi y yo ya no estábamos juntos, no éramos lo que antes fuimos. Sabía lo necesario que era para ambos eliminar nuestros demonios, pero aún así no pude evitar sentir la culpa por todo lo que estaba pasando. Si no le hubiera alejado de mi lado cuando lo hice, quizás ahora estaríamos juntos y habríamos sanado. Lo habríamos hecho juntos. 

Solo esperaba que Gavi no conociera a nadie que le llenara más que yo. Era egoísta en ese aspecto, al igual que en muchos otros lo había sido anteriormente, pero yo tenía tan claros mis sentimientos, que me dolía solo pensar que él pudiera estar con otra persona, que otra fuera la madre de sus hijos, su compañera, todo. Era desgarrador. 

Ahora solo podía esperar e intentar sanar todo el dolor que tenía guardado en mi corazón. Era el momento de centrarme en mí y buscar una salida a todo el sufrimiento que llevaba sintiendo desde hacía casi dos meses. Iba a poner todo de mi parte para conseguirlo, no solo por mí, sino también por Gavi. Quería recuperarle, no me iba a rendir aquí. 

(...)

NARRA PABLO

Después de la conversación con Claudia sentía como si un peso se hubiera eliminado de mi cuerpo, aunque dolía mucho separarme de ella. No podíamos estar así más tiempo, porque solo hubiéramos logrado hacernos más daño entre nosotros, y eso no me lo hubiera perdonado nunca. Ella era la persona que más amaba en el mundo, y tenía más que claro que todo sacrificio sería necesario para volver a ser lo que éramos, e incluso mejorar pequeñas cosas que podían dolernos. 

Me dirigí a mi coche y metí las maletas y mis pertenencias, intentando no olvidar nada. Fui a casa de Pedri, quien tardó poco en abrir. 

-Ey Gavi, ¿qué haces aquí?-preguntó confuso al verme con una maleta allí. 

-Ahora te cuento, ¿puedo quedarme unos días contigo?-dije mirando al suelo. No quería llorar. 

-Claro hermano, pasa, cuéntame que te pasa, ¿estás bien? ¿ha pasado algo?

Nos sentamos en su salón y le conté toda la conversación con Claudia. Él era el único que sabía que llevaba más de un mes yendo al psicólogo porque lo necesitaba realmente. El hecho de que mi salud mental estuviera tan afectada me hacía no estar bien ni en los entrenamientos ni en casa. No era titular desde hacía algo mas de un mes y tampoco vivía en sí, respiraba por obligación. Los medios se dieron cuenta de eso y empezaron a especular sobre mí, cosa que odiaba con toda mi alma. 

Pedri apoyó lo que hice e incluso me dijo que podía quedarme todo este tiempo con él allí, cosa que le dije que tenía que pensar. No sabía si necesitaría estar solo o prefería tener un apoyo cerca. 

Me ayudó a bajar todo del coche y lo instalamos en la que ya había sido mi habitación por mucho tiempo. Aprovechando que el entrenamiento de hoy había sido en la mañana, pensamos que sería buena idea llamar a los chicos para estar un rato aquí. Pedri sabía que en ese momento yo necesitaba estar con mi gente, por eso era mi mejor amigo. Él siempre sabía que necesitaba yo en cada momento y lo respetaba, y era algo recíproco. 

Poco después llegaron Ferrán y Ansu. Balde no podía venir porque estaba con su hermano y Frenkie estaba ayudando a Mikky, quien ya pasaba las 30 semanas de embarazo. El tiempo pasaba volando, y cuando menos lo esperásemos, tendríamos una pequeña corriendo entre nosotros. 

Admiraba la valentía de la pareja. Desde que ella se enteró de que estaba embarazada, se les veía tan felices que, incluso a veces daba envidia, pero de la sana. Ellos eran la pareja perfecta, se entendían en todo momento. 

Ahí recordé a Claudia y Martín y no pude evitar las lágrimas. Ella era mi familia y yo la había dejado sola, aunque esperaba que no por mucho tiempo. Ferrán me miró y me abrazó fuerte, cosa que agradecía con el alma. 

-Venga tío, ya verás cómo esto os hace más fuertes. Pronto estaremos todos juntos de nuevo, ya lo verás, tienes que confiar. Claudia y tú estáis hechos el uno para el otro, no vais a dejaros escapar. Además, yo sé que estás mal porque piensas que está sola, pero no te preocupes, ella llamó a Sira hace un rato y están juntas en vuestra casa, no te preocupes, que si pasara algo, nos enteraríamos. 

Las palabras de Ferrán me tranquilizaron mucho. Sabía que Sira era como una hermana para Claudia, y yo agradecía con el alma que ahora estuvieran juntas. No podía parar de pensar en ella, en cómo estaría... 

Solo esperaba que todo fuera bien y pronto pudiéramos hablar de esto como una anécdota. 

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"Ya se que también te echaré de menos,

pero todo esto lo hago porque creo que es mejor pa los dos".

-Mi mejor versión. Walls

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