62. Difícil

730 36 4
                                    

En cuanto recibimos el mensaje de que Pablo estaba en el hospital, Pedri y yo, bastante alterados nos fuimos hacia allí. Fue un completo caos, porque llevábamos a los mellizos con nosotros. Por suerte teníamos instaladas en el coche de Pablo ambas silletas, lo que nos permitió ir más rápido. 

También tuvimos que escondernos bastante de la prensa, pues ya se habían enterado y más de un periodista estaba en la puerta del hospital. Les iba el morbo más que otra cosa, porque ni se sabía que lesión era la que sufría. 

Llegamos corriendo, seguidos de los padres de mi novio, quienes estaban tan alterados como nosotros o incluso más. Aurora venía de camino con Javi y Alejandro, ya que estaban tomando algo a las afueras de Barcelona y se encontraban algo más lejos. 

Iván y Julio, el representante y fisioterapeuta del barca respectivamente, estaban allí con nosotros, esperando noticias. 

Noticias que parecían no llegar, hasta que un médico salió y se dirigió a nosotros. No hizo falta ni preguntar si éramos su familia, era más que obvio. Nos lanzamos a preguntarle que tenía. 

-Está bien, tiene un esguince de tobillo y una lesión en el gemelo. Son algo dolorosos pero en poco más de un mes podrá comenzar a hacer vida normal. De momento lleva un vendaje compresivo que mantendrá al menos 15 días, teniendo que hacer un reposo absoluto. Eso sí, del futbol debería olvidarse por lo menos cuatro semanas, podría hacer que empeorara la recuperación. 

Un mes sin futbol para Pablo iba a ser como morir. El médico nos dio las instrucciones del cuidado que debía llevar, mientras se iba con su fisioterapeuta para explicarle más detalladamente todo. 

Poco después nos dejaron pasar a la habitación en la que se encontraba mi pareja, quien se veía bastante triste con la noticia. Estaba decaído, yo sabía lo importante que era para él el futbol y, viendo que se encontraba en un momento bastante bueno, le iba a molestar muchísimo. 

Entramos de dos en dos, ya que era bastante pequeño, excepto yo, que pasé con los mellizos. Fuimos después de sus padres, quienes me avisaron al salir que se encontraba de bastante mal humor y no quería ver a nadie. No hice caso. 

-Amor-dije al entrar a la sala. Él dirigió la mirada hacia nosotros 

-No quiero ver a nadie ahora mismo-respondió sin mirarme

No me sorprendió su reacción para nada. Conociéndole, sabía que iba a estar así, que no querría que nadie le dijera nada porque seguro sentía que era por pena. Sin hacerle caso cerré la puerta y dejé el carro de los mellizos detrás de mi, dirigiéndome a la camilla y sujetando su mano. En cuestión de segundos miró nuestras manos entrelazadas, luego a mi y las separó.

-¿Qué es lo que no entendiste de "no quiero ver a nadie"?-soltó enfadado

-Pablo, entiendo perfectamente que estés enfadado, pero eso no te da dere...-me cortó

-No, no entiendes nada, no sabes lo que pienso ahora mismo y no vas a poder saberlo, así es que porfavor, déjame descansar hasta que me den el alta. 

Suspiré y salí con el carro de los mellizos. No quería pero, sabía que iba a ponerse peor y solo sería un inconveniente más. 

-¿Qué ha pasado?-preguntó Aurora al verme salir tan rápido

-Me ha echado de su lado, quiere estar solo-dije suspirando-Ni siquiera me ha dejado hablar

-Cariño, no quiero defenderle, pero, dale un poco de tiempo, debe estar ahora mismo muy molesto con él mismo. Deberías irte a descansar y llevarte a los peques, nosotros le llevamos a vuestra casa en cuanto le den el alta, de verdad-me dijo su madre acariciando mi hombro y dándome un abrazo después. 

No quería irme, no quería dejarle allí, pero, siendo realistas, los niños iban a empezar a llorar muy pronto reclamando su comida e iba a ser extremadamente complicado, porque con las prisas a penas habíamos cogido nada. 

Pedri quiso venirse conmigo. Habíamos venido juntos y de la misma manera nos íbamos a ir. Además, tenía su coche en mi casa. 

Llegamos pronto a casa, evitando periodistas y demás medios que pudiéramos encontrar. A penas dije nada ni en el trayecto, ni al llegar. No sabía bien cómo tomarme esto, aunque sin duda alguna, el que más estaba sufriendo, seguro era Pablo. 

Aún así, no tenía derecho a hablarme mal, menos aún cuando solo quería estar con él y apoyarle. En ese momento me arrepentí tremendamente de haberme vuelto del hospital en vez de estar allí con él, por mucho que no hubiera querido. 

Suspiré y no me dio tiempo casi de agradecer a Pedri haberme acompañado en todo momento, cuando el pequeño Pablo comenzó a llorar, seguido de su hermana. Tenían hambre. 

Pedri me ayudó a preparar ambos biberones mientras intentaba calmarlos. Minutos después de acabárselos, estaban durmiendo plácidamente. En ese momento, les envidiaba muchísimo. Mi amigo decidió quedarse a esperar a que llegara Pablo, por si necesitábamos algo. 

Una hora después, mi pareja entró por la puerta seguido de su padre, quien llevaba sus pertenencias. Él iba con unas muletas y cara de cansado. 

Me acerqué rápido a él. 

-¿Cómo te encuentras amor?-pregunté

-Cansado-dijo seco. 

Fue como pudo hacia el salón y miró a los bebés. Al ver que dormían juntos en la mini cuna, prefirió no hacer más que mirarles. Se sentó al lado sin decir nada más. 

Agradecí a su padre, quien se notaba algo enfadado con él, pues se fue y no dijo nada más. Pedri y yo nos miramos.

-Hermano, ¿necesitas algo? ¿te preparo algo para cenar? te habrán mandado medicación para el dolor, deberías comer algo

-Quiero descansar, solo eso, ¿es tan difícil entenderlo?

-Pablo, de verdad que no quiero agobiarte, pero por favor, cena algo, estoy segura de que hoy antes del partido no comiste nada-pedí agachándome a su altura. Estaba sentado incorporado, por lo que quedé cerca de su cara

-Joder déjame en paz un rato-gritó dando un golpe en el sofá, haciendo que se despertara Aurora. Ambos miramos hacia ella y yo cogí su pequeña mano, haciendo que en pocos segundos volviera a dormir. 

Arrastré la mini cuna hacia nuestro cuarto a punto de llorar. Preferí quedarme ahí unos minutos, tranquilizándome y asegurando que los bebés siguieran dormidos. 

-Gavi, estás siendo un completo gilipollas, y no te lo voy a permitir-dijo mi amigo defendiéndome

-Vete a tu casa y déjame hablar con mi novia

-No pienso irme hasta que te calmes y comiences a tratarnos como personas. Estamos aquí para ti, no contra ti. 

-Pedri, porfavor, hazle caso, necesitamos hablar-le miré suplicándole no complicar más las cosas, le acompañé a la puerta y le abracé fuerte agradeciéndole completamente todo lo que había hecho por nosotros, desde acompañarme, estar con nosotros e ir al hospital. 

Cuando se fue, volví al salón, donde Pablo esperaba con las manos sobre la cara. Estaba a punto de llorar, lo sabía. Me acerqué a él y me senté a su lado sin decir nada. Esperé varios minutos, pero solo le escuchaba respirar.

Esto iba a ser difícil. 



Volver a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora