La historia del impredecible shinobi Yakumo Naruto

Capítulo 47: Verdades Insoportables

¡Hola a todos!

Aquí está la continuación más larga, en la que combino dos capítulos en uno. Lo hago por razones lógicas, porque pensé que tenía más sentido como un solo bloque.

Si tenéis algún comentario o pregunta, hacédmelo saber.

¡Feliz lectura!

Disclaimer: Naruto pertenece a Masashi Kishimoto. Touhou Project pertenece a ZUN.

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Capítulo 47: Verdades Insoportables

El daimyô del país del fuego, un político experimentado e inteligente, tenía la sabia política de separar competencias. Aunque era el soberano del Hokage, le había concedido una gran autonomía, manteniendo la sabia costumbre de dejar los asuntos de los shinobi en manos de los shinobi.

Sin embargo, esta política conciliadora podía tener sus inconvenientes, sobre todo cuando se le mantenía al margen de ciertos asuntos. El desastre que había ocurrido el día anterior era la consecuencia de tal doctrina.

Las acciones de Danzô habían condenado a Konoha a quedar reducida a un montón de escombros humeantes. Dos personas habían conseguido apoderarse de una aldea entera, devastarla, antes de escapar indemnes.

El hombre de la cara arrugada se hundió de nuevo en su trono, apretando un lado de su kimono de seda amarilla. Tenía la desagradable sensación de que se había equivocado en alguna parte, aunque apenas podía precisar el momento en que se había equivocado.

Abrir negociaciones con otro mundo era beneficioso, bajo ciertas condiciones. El contrato con los Yakumo y con Gensokyo había sido una oportunidad única y el comercio nunca había sido tan floreciente. Sin embargo, había que tener en cuenta algunos aspectos negativos. La mentalidad de los humanos, shinobi y Yôkais no era tan diferente. Había buenos y malos en todas partes. Por desgracia, lo peor existía en ambos bandos. Sin embargo, el acuerdo ratificado era una bendición, siempre y cuando la civilización más poderosa tuviera intenciones pacíficas y nadie le diera motivos para adoptar una actitud más hostil.

La verdadera raíz del problema residía en las acciones de ciertos individuos. Danzô había actuado de forma subterránea, manipulando las cosas, al igual que los ambiciosos que codiciaban el poder.

El problema no eran los humildes y los pobres, sino los nobles que nunca estaban satisfechos con sus posesiones y cuyas ambiciones a veces ponían en peligro a su propio país.

El daimyô observó a todos los presentes con desapego. A pesar de la pesadez del ambiente, era uno de los pocos que no parecía consumido por la preocupación. Por supuesto, esto no era más que una fachada.

- Ahora que hemos resuelto el problema de la vacante de poder -anunció, mirando a Senju Tsunade, que acababa de ser elevada a la dignidad de Rokudaime Hokage-, pasemos al estudio de los últimos informes, que me conciernen mucho más. Ya hemos hablado largo y tendido sobre las razones por las que no intervino, Yakumo-sama, así que no volveremos sobre ellas. Mi principal preocupación sigue siendo la vulnerabilidad de Konoha ante estos dos atacantes. Sus habilidades parecen ser numerosas y me gustaría evitar tal destrucción en caso de que vuelvan al ataque. ¿Quién podría decirme más sobre ellos?

- Yo puedo, Excelencia -añadió la sacerdotisa Reimu, dejando su copa.

La protectora de la Gran Frontera, invitada por Yukari a esta reunión, recordaba bien aquella inolvidable noche en la que había tenido que enfrentarse a los dos inmortales. No era un recuerdo agradable, ya que había añadido un número impresionante de quemaduras y mechones cortados a su larga lista de heridas. Sus enemigos habían concedido finalmente la victoria, pero sólo lo habían hecho porque el duelo se estaba alargando y ya no les divertía el enfrentamiento.