La historia del impredecible shinobi Yakumo Naruto

Capitulo 74: Demonio Odioso

Hola a todos.

Aquí está lo que sigue, con la batalla final. Este es el último capítulo antes del epílogo, así que espero que lo disfrutéis.

Me encantaría escuchar vuestras opiniones y comentarios.

¡Feliz lectura!

Disclaimer: Naruto pertenece a Masashi Kishimoto. Touhou Project pertenece a ZUN.

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Capitulo 74: Demonio Odioso

El orbe del Yin-Yang cayó sin fuerzas al suelo, estrellándose contra el polvo. La pequeña esfera tocó las piedras expuestas, produciendo un sonido sordo, antes de esperar, inmóvil.

Reimu avanzó con cara de asombro. Apenas podía creer lo que acababa de ocurrir. Todo había sucedido tan rápido, la victoria parecía tan lejana, antes de que un giro de los acontecimientos pusiera fin a los planes demoníacos de Kaguya.

Sin embargo, tal victoria tenía un sabor amargo para la joven sacerdotisa. La política de Reimu siempre había sido evitar matar. Las peleas en Gensokyo se resolvían utilizando el danmaku, de modo que una vez terminada la lucha, el perdedor tenía la oportunidad de admitir sus errores. La sacerdotisa había esperado sinceramente que Kaguya aceptara la derrota y aprendiera de ella para cambiar de actitud. No había querido llevar a la mujer a la desesperación, dejándole sólo la muerte como vía de escape.

Reimu se acercó a la herencia de su clan. Vacilante, se inclinó para recoger la reliquia sagrada, que sólo emitía un aura fría y siniestra al tacto. La sacerdotisa limpió la suciedad de la superficie del orbe, que ahora contenía un cadáver.

En silencio, Reimu cerró los ojos y elevó una silenciosa plegaria a los kami, implorándoles que ofrecieran a Kaguya la misericordia que se le había negado.

Este último tributo fue roto por una risita del ángel que había sido serrado por la mitad, que soltó una carcajada.

- ¡Bravo, Hakurei! Ha sido magnífico -exultó el demonio alado, aplaudiendo alegremente-. ¡La has roto! ¡Ha sido muy gracioso!

Reimu lo fulminó con la mirada. Sus ojos caramelo relampaguearon de ira, mientras la criatura se reía de los errores que acababa de cometer la miko.

- No pareces capaz de mostrar compasión -escupió la miko, con los ojos nublados-. He cometido un terrible error, pero lo admito y no siento placer en matar a nadie.

Reimu apretó los puños, antes de recomponerse.

- Tú, en cambio, eres un monstruo -gritó-. Sientes placer en destrozar a la gente porque sí, disfrutando de la desesperación y las lágrimas de los demás. Pensaba que Mima era una escoria, pero al menos se guiaba por ideales. Sólo haces esto por diversión. Eres un asqueroso ...

- Te aconsejaría que te callaras -siseó el ángel con condescendencia-, empiezas a aburrirme. Puede que me hayas proporcionado un entretenimiento agradable, pero no me gusta que me insulten y, además, cometiste el error de quitarme uno de mis juguetes. Eso lo vas a pagar tú sola.

Gengetsu le sujetó la barbilla, pensativo, antes de sonreír. La mueca de desprecio de su rostro no era buena señal y sus ojos delataban el malsano placer que estaba a punto de saborear en unos segundos.

- En mi mundo, todos mis sueños pueden hacerse realidad -añadió, estirando el cuello hacia Reimu-. Voy a darte una pequeña lección, y como estoy harto de oírte mugir, sé exactamente lo que voy a hacerte.

Las manos de Gengetsu se rodearon de un aura azulada, antes de volverse de un blanco brillante.

Un orbe brillante brotó de las palmas del ángel sin piernas, antes de explotar en una gran ráfaga deslumbrante.