An Impossible Choice. (Parte 2)

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Después de la reunión del pequeño consejo, el rey Viserys tuvo varias audiencias con algunos nobles y la reunión más importante fue con uno de los emisarios enviados a Essos para descubrir la verdad sobre el posible ataque de la Triarquía a Poniente

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Después de la reunión del pequeño consejo, el rey Viserys tuvo varias audiencias con algunos nobles y la reunión más importante fue con uno de los emisarios enviados a Essos para descubrir la verdad sobre el posible ataque de la Triarquía a Poniente. Horas después, Viserys fue informado de que la reina Aemma había entrado en labores de parto. En aquel momento la princesa se encontraba dentro de la Fortaleza Roja durante su fallida clase con la septa Marlow y antes de que Rhaenyra fuese informada de que su madre había comenzado el parto, la princesa había puesto rumbo a Pozo Dragón.

Por mera casualidad, la princesa Rhaenys había acompañado a Lord Corlys aquel día para la reunión en el pequeño consejo y ella pudo estar al lado de su prima durante aquel duro momento. Al principio todo pareció ir mejor de lo que esperaban. El Gran Maestre Mellos demostró tener controlada la situación, pero según pasaron las horas y no se producía el alumbramiento, el malestar que padecía la reina dejó de ser el típico dolor antes del parto a convertirse en una clara señal de que algo no iba bien. 

—Respira, Aemma —musitó la princesa Rhaenys ayudando a la reina a caminar por los aposentos para hacer que el bebé descendiera con mayor facilidad—. ¿Estáis segura de que no queréis leche de amapola? 

—No, no, la leche de amapola me hace perder la noción de la realidad —murmuró la reina antes de soltar un gruñido de auténtico dolor. 

—¿Queréis que mande a buscar a Rhaenyra? —preguntó la princesa Rhaenys sujetando con fuerza el brazo de su prima. 

—Más adelante... —respondió la reina tomando bocanadas de aire por la boca—. No quiero que ella me vea así.

El cuerpo de Aemma estaba sudoroso por el esfuerzo. El camisón había comenzado a mancharse de su propia sangre y su rubio cabello estaba completamente ceñido a su rostro al estar empapado por su propio sudor. La imagen de la reina en aquel momento fue el reflejo innegable del auténtico dolor del parto. 

—Mi amor —dijo el rey acercándose a Aemma que no tardó en liberar un nuevo gruñido de dolor—. ¿Alguien puede ayudarla?

—Alteza, la criatura aún no se ha colocado en la posición que debe para poder nacer.

—¿Y qué podemos hacer? Ella no puede seguir soportando semejante dolor. 

El rey desvió la mirada hacia las parteras y los maestres que estaban preparados para ayudar en el parto, pero ninguno hizo nada. Viserys acompañó a la reina hasta la cama de la que ella no volvería a levantarse y él se arrodilló a su lado mientras la princesa Rhaenys se posó al otro lado de Aemma. La sangre en su camisón era cada vez más roja y más abundante. Las parteras la revisaron varias veces ante la desesperación del rey al ver a su esposa sumida en un intenso dolor, pero ninguna de ellas se atrevió a decirle a Viserys que el bebé no se colocaría en la posición para el parto porque la criatura estaba completamente girado. El rey se levantó furioso con el Gran Maestre, que fue quien le dio la noticia de la condición delicada que afectaban tanto a la reina cómo al bebé. 

Fate Of The Kingdoms.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora