I Am Hers And She Is Mine. (Parte 3)

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El camino hasta el Gran Salón fue una auténtica tortura para Alicent. Ella supo que cada paso que daba en dirección al rey, eran mil pasos alejándose de Rhaenyra. Pero ya no había salida, todo estaba decidido y ella aceptó su destino. Durante todo aquel trayecto y la ceremonia para Alicent fue como si otra persona estuviese guiando sus pasos, diciendo sus palabras mientras ella estaba indefensa y ajena a todo. Tal y como le había ocurrido aquella noche cuando Viserys abusó de ella, la mente de Alicent se separó de su cuerpo. Ella no soportó ese sórdido dolor que se extendió dentro de su cuerpo como una fatal enfermedad. Así que ella se refugió en recuerdos felices y en todos ellos estaba Rhaenyra a su lado. Alicent se acordó de cuando la vio por primera vez en la biblioteca de la Fortaleza Roja leyéndole a su padre en Alto Valyrio. Ella se acordó cuando durante el festín en honor a la princesa más joven en reclamar un dragón su padre las presentó por orden de la reina Aemma y como al día siguiente ellas se encontraron en El Bosque de Dioses.

La entrada de Alicent al Gran Salón provocó el silencio y la admiración de muchos que no apartaron la mirada de ella, incluida la princesa que luchó con todas sus fuerzas por no volver a llorar. Ambas cruzaron miradas un breve instante, pero Rhaenyra la observó durante todo el trayecto hasta el altar.

En el momento que Alicent se posó ante el rey, fue cuando Viserys colocó su capa negra con el escudo Targaryen sobre los hombros de Alicent iniciando así la ceremonia bajo la Fe de los Siete.

—Alteza —dijo el septón supremo comenzando el ritual—. Mis señores, estamos aquí ante los dioses y los hombres para presenciar la unión de un hombre y su esposa. Una carne, un corazón, un alma... ahora y para siempre.

La joven Hightower mientras escuchaba las palabras del Septón Supremo en su mente se reproducía las palabras que le dijo Rhaenyra cuando ella le confesó que la quería. La mente de Alicent la llevó de vuelta a esa noche durante la celebración del Desembarco de Aegon cuando en el Bosque de Dioses Rhaenyra le dio su primer beso. Miles de recuerdos se agolparon en la mente de Alicent, momentos vividos junto a Rhaenyra mientras ella repetía las palabras que debía decir para cumplir con el ritual de matrimonio.

—En presencia de los Siete —continuó el septón supremo mirando al rey y buscando la mirada de Alicent—, en estos momentos, sello estas dos almas —enlazó el septón supremo las manos unidas de Alicent y Viserys—, uniéndolas como una sola para la eternidad.

Las palabras del Septón Supremo fueron enmudeciendo en sus oídos. Rhaenyra mantuvo la mirada empañada por las lágrimas en la silueta de Alicent, presenciando el instante que ella tanto temió desde que supo sobre esa boda.

—Miraos el uno al otro y decid las palabras —ordenó el septón supremo.

En un instante de lucidez, Alicent miró a la princesa deseando que si al menos ella no podía ser feliz, que Rhaenyra si lo fuese. La mirada de la princesa se quedó fija en la suya, pero esa mirada de Alicent apenas duró un instante. Viserys vio a Alicent con gesto serio y la joven Hightower también le miró, pero con la tristeza tiñendo su rostro.

—Padre —dijeron el rey y Alicent al mismo tiempo, pero sin mirarse a los ojos—, herrero, guerrero, madre, doncella, vieja, desconocido.

En ese instante, tanto el rey como Alicent hicieron una leve pausa. Viserys huyó de las lágrimas de Alicent, cerrando los ojos, sin querer continuar al sentirse un traidor hacia sí mismo y Alicent sintió lo mismo, pero ya todo era demasiado tarde. En un efímero instante, Alicent aprovechó que el rey no la miraba para ver a Rhaenyra de reojo.

—Yo soy suya y ella es mía —pronunciaron Viserys y Alicent al mismo tiempo, pero ninguno de los dos se miraron a los ojos—. Desde este día hasta el fin de mis días.

Fate Of The Kingdoms.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora