Interests Of The Realm. (Parte 3)

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Con los ojos llorosos, Rhaenyra entró en la terraza donde la esperaba su padre. La princesa disimuló con bastante maestría la tristeza que le había dejado volver a compartir espacio con Alicent y que ambas actuasen con la típica frialdad de la separación. Cuando Rhaenyra salió a la terraza el viento cada vez menos cálido la recibió al igual que su padre que servía un par de copas de vino.

—Por lo que veo vos habéis tomado el relevo de vuestro tío para torturar a Otto Hightower —dijo el rey entregándole a su hija una copa de vino.

—Solo quise saber la opinión de vuestra Mano al respecto —replicó Rhaenyra viendo como su padre la miró sabiendo que no decía la verdad—. Además, por respeto a vos, he preferido hablarlo en esta cena de forma privada y no en el pequeño consejo como debería haberlo hecho.

—Este asunto es delicado, Rhaenyra, espero que lo sepáis antes de lanzar cualquier acusación.

—Tranquilo, padre, mañana solo me limitaré a mostraros lo que he descubierto, pero vos sois el rey y seréis vos quien tome la decisión.

—Bien —respondió Viserys llevándose la copa de vino a los labios.

—Padre, me gustaría poder pediros que me permitáis volver a enviar cuervos a Marcaderiva —musitó Rhaenyra avanzando hacia la terraza al lado de su padre—. Sé que por las desavenencias con Lord Corlys, las relaciones están tensas entre nuestras casas y más ahora con la guerra en los Peldaños de Piedra, pero echo de menos a mis primos y como no puedo visitarlos ni ellos a mí, al menos me gustaría enviarles cuervos para saber cómo están.

—Por supuesto, pero debéis tener cuidado con lo que le escribís a Lady Laena, que el nuevo maestre entiende perfectamente el Alto Valyrio —contestó su padre con una sonrisa, compartiendo la complicidad de saber un secreto de su hija.

Rhaenyra bebió de su copa de vino, pensando en el motivo por el cual Otto Hightower le había dicho no saber que el nuevo maestre habla Alto Valyrio.

—¿Cómo sabéis que me escribo con Laena en Alto Valyrio? —inquirió la princesa asombrada de que su padre supiese ese detalle.

—Vuestra madre me lo dijo, y sé que vos y Laena os queréis profundamente —contestó el rey apoyándose en el borde de piedra de la terraza mirando los jardines—. Imagino lo mucho que la echáis de menos.

—Sí, la echo mucho de menos, ella muchas veces me entiende mejor que yo misma —musitó Rhaenyra encontrándose con los ojos de su padre—. Además, Laena es muy inteligente y tiene un gran corazón.

—Vuestra madre también tenía ese don de conocerme mejor que yo a mí mismo... —murmuró el rey con la mirada llena de orgullo al ver a su hija—. Cada día os parecéis más a vuestra madre y no solo físicamente.

—Todo el mundo me dice lo mismo —repuso Rhaenyra con la vista puesta en las estrellas del firmamento—. Pero creo que aquellos que me lo dicen, es porque echan de menos a mi madre...

El rostro de Viserys se plegó en una mueca de dolor, pero se esforzó por mostrar una sonrisa, aunque cargada de melancolía.

—Yo amaba muchísimo a vuestra madre —murmuró Viserys con la voz entrecortada—. Y la echo de menos todo el tiempo.

—Lo sé, padre... Yo también la echo de menos.

—La ausencia de Aemma es una herida que sé que jamás podré curar —musitó el rey observando los ojos violeta de Rhaenyra—. Sin ella todo ha perdido su brillo y belleza, exceptuando vos que sois la única que le devolvéis la vida y calidez a este lugar que se ha vuelto tan oscuro sin Aemma.

Las palabras de Viserys fueron más una confesión que un reproche, algo que Rhaenyra entendió perfectamente, pero eso no sosegó su impotencia.

—Ahora Alicent Hightower podrá devolveros algo de luz —replicó la princesa con la amargura de los celos impregnando cada palabra—. Por algo el lema de su casa es: "nosotros iluminamos el camino."

Fate Of The Kingdoms.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora