Valar Morghulis. (Parte 2)

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Aquella tarde Rhaenyra y Laena disfrutaron de varias horas volando a lomos de sus dragonas. La libertad que sentía Rhaenyra a lomos de Syrax siempre le encantó compartirlo con Laena, gesto que hizo más fuerte el vínculo entre ellas dos. Para Rhaenyra la joven Velaryon no solo fue su pareja, su amante, sino también fue su mejor amiga. Laena fue la persona en la que ella confió ciegamente y la simple idea de perderla producía un desasosiego insoportable en el interior de la princesa.

Cuando ambas volvieron a Pozo Dragón, a Rhaenyra le pareció extraño que Lord Lyonel estuviese esperándolas en compañía de Sir Criston, Sir Erryk y Sir Steffong. El corazón de la princesa comenzó a latir desaforado pensando que quizás algo grave le había sucedido a su padre. Laena buscó la mirada de Rhaenyra apenas bajó del lomo de Vhagar mientras la princesa estiró su mano para sujetar la de la joven Velaryon.

—Lord Lyonel, ¿qué ocurre?

La preocupación y la ansiedad se reflejaron en los ojos violeta de Rhaenyra mientras ella luchó por mantener la compostura.

—Princesa, vuestro padre me ha enviado a buscaros. Tenemos una reunión urgente del pequeño consejo y él os necesita.

—Por supuesto. Pero, ¿mi padre se encuentra bien? —preguntó la princesa con el miedo impregnado su voz.

—Sí, el rey se encuentra perfectamente. ¿Nos vamos?

—¿Qué ocurre entonces? —preguntó una vez más la princesa desviando la mirada hacia Sir Criston.

—Será mejor que os enteréis en la reunión, princesa —respondió el consejero de los edictos subiéndose a su caballo.

Todos cabalgaron de vuelta a la Fortaleza Roja, Rhaenyra se dio cuenta como Sir Erryk y Sir Steffong se colocaron al lado de Laena como si ellos estuviesen custodiándola, gesto que se repitió cuando entraron en la fortaleza. Tanto Rhaenyra como Laena se quedaron asombradas cuando Lord Lyonel le ordenó a Sir Erryk que acompañará a Laena a sus aposentos. Ese extraño comportamiento por parte de Lord Lyonel las hizo sospechar que quizás Lord Corlys estaba herido o tal vez algo mucho peor. En el instante que ellos entraron por la puerta de la cámara del pequeño consejo, todos los demás consejeros del rey estaban en sus puestos, esperando a Rhaenyra y a Lord Lyonel quienes no tardaron en tomar asiento.

—Mi hermano me ha escrito una preocupante misiva desde Antigua —intervino Otto después de colocar su tótem enfrente de su lugar en la mesa—. Él me ha asegurado que Lord Corlys ha negociado el compromiso de Lady Laena con el primogénito del Señor del Mar de Bravos.

Durante un segundo, el corazón de Rhaenyra pareció dejar de latir. El shock la mantuvo cercada por la consternación que provocó esa noticia. Aquella no era una propuesta de matrimonio lejana de la cual Lord Corlys la pudiese rechazar en nombre de su hija, sino una negociación con todo lo que eso implicaba. Las palabras de Otto derribaron de una patada las pocas esperanzas que tenía Rhaenyra de encontrar un marido manejable para Laena, un hombre dentro de la corte, que aceptase la relación entre ellas dos y solo cumpliese con su papel, como muchos otros matrimonios pactados. En ese momento la princesa volvió a tener la sensación de estar reviviendo aquel día cuando su padre en ese mismo salón anunció su matrimonio con la mujer que ella amaba y Rhaenyra tuvo la irrefutable certeza de que el dolor nunca se rinde.

—¿Es una noticia confirmada por alguno de nuestros espías en Braavos, Lord Otto? —preguntó la princesa jugueteando con sus anillos de forma nerviosa.

—Mi hermano no me enviaría una noticia tan perturbadora de ser únicamente un rumor, si es lo que insinuáis, princesa.

—No, lo que insinúo es que vuestro hermano sospechosamente sabe más de Braavos que nuestros espías en las Ciudades Libres —espetó Rhaenyra tratando de controlar su enfado.

Fate Of The Kingdoms.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora