True Meaning Of Loyalty. (Parte 1)

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La sensación de mareo que padeció Rhaenyra se fue incrementando cuando dentro de su estómago no quedó nada más que pudiese expulsar. El brazo de Sir Criston la tomó por la cintura, impidiendo que la princesa terminara por los suelos en su descomunal esfuerzo por subir las escaleras. Aunque ella trató de mantener la mirada en los escalones que subía, vio la espalda de Alicent unos pocos pasos por delante y sintió como el aire se le escapaba de sus pulmones. Rhaenyra sujetó con fuerza el pañuelo que le había dado Alicent y cuando vio bordado un dragón dorado junto al faro de Antigua, la princesa sintió ganas de gritar con las pocas fuerzas que aún le quedaban.

El subir aquellos infinitos escalones la ayudaron más de lo que ella pensaba, y supo que algo no cuadraba en toda aquella sucesión de noticias. Rhaenyra se aferró al pañuelo que Alicent había bordado con los dos símbolos de sus casas y pensó que debía al menos escuchar lo que había sucedido para que ella la traicionase de esa forma.

—Tranquila, princesa, os dejo en vuestros aposentos e iré a buscar un maestre —susurró preocupado el guardia juramentado de la princesa.

—No es necesario que busquéis al maestre, Sir Criston, solo necesito descansar un rato y estaré bien.

Los últimos escalones Rhaenyra los subió mucho más recuperada, parecía como si su cuerpo se hubiese acostumbrado rápidamente a aquella noticia mientras su corazón continuó sumido en el dolor. Alicent fue quien abrió la puerta de los aposentos de la princesa mientras Sir Criston llevó a Rhaenyra hasta la cama.

—Yo cuidaré de la princesa —dijo Alicent en un tono firme—. Por favor, Sir Criston, avisad a Annora para que le prepare a la princesa un té y luego no dejéis que nadie nos moleste.

La mirada de preocupación del joven guardia real se dirigió a la princesa mientras ella asintió lentamente para que él cumpliese con las órdenes de Alicent. Los ojos verdes de Criston se toparon con los de la joven Hightower que esperaba que él se marchara dejándolas a solas. El silencio se convirtió en algo sumamente incómodo mientras el guardia real abandonaba la habitación de la princesa, con la sensación de que algo terrible había ocurrido.

Alicent avanzó hasta la mesa que había en el centro de la habitación de Rhaenyra y se sirvió una copa de vino. Fue en ese momento cuando notó como sus manos temblaban y como la sangre teñía de rojo casi todas las puntas de sus dedos. Ella quiso lavar sus manos para limpiar así la sangre, pero un quejido de dolor llamó su atención.

El rostro de Rhaenyra reflejó un dolor que iba más allá de lo físico, la princesa apenas podía respirar, al sentir una tremenda presión en el pecho que se lo impedía.

—Rhae...— susurró Alicent angustiada acercándose con cautela, a la vez que Rhaenyra trató de reprimir las arcadas que crecían desde la boca de su estómago.

Cada vez que el estómago se le contrajo por las náuseas, el dolor se intensificó en el cuerpo de la princesa, pero ella se aferró con todas sus fuerzas a ese pañuelo que le había dado Alicent.

—No sé... —murmuró Rhaenyra después de un largo silencio, con la mirada velada por las lágrimas y como si estuviese contestándose a sí misma—. No comprendo qué demonios ha pasado.

La rabia vibró en las últimas palabras de la princesa, y Alicent supo que si no decía la verdad, Rhaenyra jamás la iba a perdonar, pero también supo que ella no sabría cómo explicárselo sin acusar directamente a los Velaryon. La princesa miró por la ventana, se había quedado pensativa, con la mirada perdida, como cuando se mira algo, pero en realidad no se ve. Alicent conocía perfectamente a la princesa y sabía que ante situaciones como la que vivieron aquel día, Rhaenyra primero se sumía en el asombro y la negación, para después desatar su ira y por último vivía la tristeza, pero ese día Rhaenyra se mostró tan abatida que hizo que Alicent quisiese huir lo más lejos posible al sentirse tan culpable por ser ella la causante de aquel dolor.

Fate Of The Kingdoms.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora