Interests Of The Realm. (Parte 4)

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Los meses posteriores al anuncio de su compromiso con Viserys fueron para Alicent quizás los peores de su vida. La tercera noche después de que el rey diese la noticia al pequeño consejo de su intención de casarse con ella, Viserys solicitó la presencia de Alicent en su recámara y aquella fue la primera vez que ella acudió a los aposentos del rey de noche.

Cuando la joven Hightower entró a la habitación del rey, ella pudo notar como Viserys había estado encerrado casi todo el día en su alcoba bebiendo vino sin parar. El olor a alcohol fue inconfundible, pero más allá de la sensación desagradable que había en el ambiente, fue la actitud errática del rey que distó tanto a la que Alicent había conocido durante aquellos meses. Esa noche Viserys se mostró más triste y abatido que nunca. Aquel día se cumplieron ocho meses de la muerte de la reina Aemma y el rey no tuvo mejor idea que ahogar su dolor en alcohol. 

En un principio Alicent pensó que le haría compañía al rey como ella había hecho durante esos meses. Así que Alicent tomó un libro de la biblioteca de Viserys y ella se sentó justo al lado del rey para leerle, pero él aquella noche estaba completamente diferente. La actitud de Viserys hacia ella no era del todo hostil, aunque si había cierto resquemor en sus palabras hacia ella, algo que Alicent no fue capaz de entender hasta que ocurrió lo que ella no se esperaba y mucho menos deseaba. 

Esa noche, tres días después del anuncio del compromiso de Alicent con el rey de los Siete Reinos, Viserys abusó de ella justificándose en que él era el rey y ella era su prometida. Viserys le repitió esas mismas palabras mientras le arrancaba el vestido a tirones. Él le susurró que era el rey y como rey todas las personas a él le pertenecían. Viserys se lo repitió una y otra vez mientras la mancillaba sin importarle la negativa repetida de Alicent, sin tener en cuenta sus lágrimas pidiendo que se detuviese, ignorando sus súplicas para que no le hiciera daño o los quejidos de dolor que Alicent no pudo contener cuando ella sintió que se desgarraba por dentro. El dolor fue tan agudo que Alicent no soportó más, su mente se separó de su cuerpo. Aquel fue un intento desesperado por evadir el sufrimiento, por no sentir más dolor, esperando que Viserys acabase rápido con ella y deseando que toda esa pesadilla ocurriese lo más rápido posible. Durante esa noche Alicent apenas pudo reaccionar a lo que a ella le había ocurrido. Todo había sido tan violento y desagradable, que ella fue incapaz de asimilar que el rey le hubiese hecho algo así. Por eso, cuando todo llegó a su fin, la joven Hightower se mantuvo con la mirada perdida en el techo de la habitación del rey, completamente inerte y ajena a todo a su alrededor mientras sus lágrimas se desviaban hacia sus sienes.

—Perdonadme —susurró el rey al lado de Alicent con la voz temblando.

—No hay nada que perdonar, mi rey —respondió Alicent en una voz tan ajena a la suya que le fue difícil reconocerse a sí misma.

—Perdonadme, Aemma, por favor —repitió Viserys con los ojos cerrados antes de quedarse profundamente dormido.

En ese instante ella supo que el rey no le pedía perdón a ella sino a la difunta reina. Para Viserys en aquel momento Alicent ni existía, ni siquiera después de lo que él le había hecho, para el rey Alicent ni estaba presente. A ella no le quedó ninguna duda de que el remordimiento de Viserys fue por haber cumplido su palabra, dejando que Aemma se sacrificase por ese niño que no vivió más de un día.

A la mañana siguiente, antes del amanecer, la joven Hightower se dirigió a sus aposentos lo más rápido que pudo, al darse cuenta de que el rey había roto su vestido cuando él la desnudó con violencia. Justo antes de entrar a su habitación, ella miró hacia los aposentos de Rhaenyra, viendo como Sir Criston hacía guardia y las lágrimas volvieron a nublar su vista. En el instante que Alicent cerró la puerta de su habitación, todo el llanto que no pudo liberar en los aposentos del rey, se desató de golpe. Las rodillas de Alicent chocaron con violencia contra el suelo, pero el dolor emocional que sintió en aquel momento fue mucho peor que el ardor de sus rodillas contra el suelo.

Fate Of The Kingdoms.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora