Blood Of My Blood. (Parte 4)

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Cuando el dolor de Alicent remitió, Annora la miró con una sonrisa satisfecha. La fiel criada se separó de la reina cuando le pidió que le dijese a Rhaenyra que ella la necesitaba, pero en ese momento Alicent perdió el aliento por un nuevo dolor punzante en su vientre. Ella notó como la cama estaba mojada y el camisón empapado. El cansancio se hizo presente en el cuerpo de Alicent. Talya le pidió a una de las hermanas Tarly que le pasase un nuevo camisón para la reina, pero a la joven Tarly solo le dio tiempo de entregarle un nuevo camisón antes de perder el conocimiento como su hermana al ver la sangre.

La criada de la reina ayudó a Alicent a quitarse el camisón y cambió con una destreza impresionante las sábanas mojadas. La dulce voz de Tayla trataba de calmarla, pero Alicent comenzó a llorar desconsolada. Ella supo que la reina tenía miedo y que necesitaba a la única persona capaz de calmarla en un momento tan doloroso físicamente y tan agotador a nivel mental.

—La princesa no tardará en llegar, mi reina —musitó Talya, apartándole el sudor de la frente.

—¿Y si Rhaenyra no quiere verme? —preguntó Alicent aterrada y sin dejar de llorar.

—Alteza, desde que la princesa supo de vuestro embarazo no ha pasado ni un solo día que no me pregunté por vos. Si ella sabe que la necesitáis, no dudara en venir.

—¿Cómo podéis estar tan segura? —preguntó la reina en pleno llanto.

—¿Y cómo vos podéis dudar de lo mucho que la princesa os quiere?

Las lágrimas resbalaron por las mejillas de la reina, creando un camino húmedo mientras Alicent miraba hacia la puerta esperando que Rhaenyra entrase en cualquier momento, aunque al mismo tiempo con el miedo de no verla llegar. Una congoja interna atravesó el pecho de la reina, sin saber de qué lugar de su alma había salido tanta tristeza. La doncella intentó calmarla, aunque Tayla sabía que únicamente la princesa sería capaz de calmar ese llanto desesperado que invadió a Alicent. Por eso cuando Rhaenyra entró, la reina tardó unos segundos en creer que de verdad estaba en sus aposentos y cuando se acercó la princesa, Alicent no dejó de llorar.

La mano de Rhaenyra limpió las lágrimas de Alicent, contemplándola con un cariño tan palpable que la reina volvió a sentir ese amor que durante tantos meses no supo reconocer en los ojos violeta de Rhaenyra.

—No os vayáis, por favor —suplicó Alicent sollozando y con mucho miedo—. No me dejéis sola...

—No voy a dejaros, tranquila —respondió la princesa, besando con ternura la mano de la reina.

Ese acto fue tan íntimo y tan inesperado que Alicent volvió a sentir como su corazón latió desaforado. Rhaenyra se acercó aún más y le retiró el cabello de la cara con una caricia que hizo que Alicent ladeara la cara hacia la mano de la princesa. El recuerdo del sueño se volvió a hacer presente y la reina se echó a llorar.

—Ali, lo estáis haciendo muy bien —musitó Rhaenyra usando por primera vez ese mote cariñoso que solía usar la madre de la nueva reina.

—Jamás me habíais llamado Ali... —musitó la reina sollozando en medio de su llanto.

—Me salió así, Alicent, lo siento —respondió la princesa sonrojada—. No volverá a pasar.

—Habéis hecho que me acuerde de mi madre —respondió Alicent sujetándose con fuerza ante el dolor.

—Lo siento...

—Me ha gustado que me llaméis así, Rhae —murmuró la reina antes de apretar los dientes por el dolor.

La presión constante sobre el pubis de Alicent aumentó rápidamente y permaneció constante creando más tensión sobre su sexo. Una nueva contracción dolorosa no tardó en llegar, provocando que la reina se retorciera de dolor mientras Rhaenyra acariciaba el brazo de Alicent, calmándola y dándole ánimos para continuar. Pero al ver a la reina con tanto dolor, ella no soportó más sus nervios.

Fate Of The Kingdoms.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora