Fate Of The Kingdoms.

Gorgeous Beasts. (Parte 2)

El aliento de fuego de Vhagar se extendió hacía el cielo, tratando de quebrar la voluntad de Laena. Sin embargo, la joven Velaryon persistió, avanzando hacia Vhagar, enfrentándose al desafío de su sangre y de su propio miedo para conseguir cumplir otro de sus sueños. La lluvia cayó como lágrimas del cielo y el temor flotó en el aire cargado de electricidad. Los destellos de las llamas y las gotas de lluvia danzaron en torno a ella, pero Laena mantuvo la mirada fija en la imponente dragona.

Siguiendo el consejo de Rhaenyra, la joven Velaryon susurró sus palabras en Alto Valyrio. Ella le habló a Vhagar con el corazón desnudo, compartiendo fragmentos de su vida que la llenaban de felicidad. Laena le habló de su pasión por dibujar, de las historias que le robaban el aliento al leerlas, de las melodías que bailaban en su mente cuando ella cantaba, y de los abrazos cálidos de su madre. Ella evocó el roce de la barba de su padre al besarle la mejilla y expresó la importancia junto con la alegría que le aportaba Laenor a su mundo. Pero sobre todo, Laena habló del amor que ella sentía por Rhaenyra, de la princesa que le había abierto las puertas a un amor profundo y auténtico. En aquel momento, bajo la furia de la dragona más longeva, Laena se desnudó emocionalmente ante ella, revelando su vulnerabilidad.

La magia de las palabras resonó en el aire, y Vhagar, cautivada por la melodía de la joven Velaryon, comenzó a calmarse. Laena, con el coraje que solo el amor puede otorgar, extendió su mano y tocó por primera vez la escamosa piel de la dragona. Una caricia amplia que se convirtió en el puente entre dos mundos antes separados. Una sonrisa iluminó el rostro de la joven Velaryon cuando finalmente ella se subió a la silla en el lomo de Vhagar. Asegurada con los arneses, sus ojos azules se encontraron con los de Rhaenyra, transmitiendo gratitud y triunfo.

—Vuela... —ordenó Laena en Alto Valyrio, y Vhagar, obediente a su nueva jinete, tomó velocidad, descendiendo por la ladera hasta elevarse majestuosamente en el cielo. 

Pocos segundos después, Vhagar se unió en vuelo a Meleys, y ambas dragonas, como en un baile ancestral, trazaron círculos sobre la isla, como muchas veces en el pasado lo hicieron juntas. Rhaenyra salió de la cueva, con el corazón latiendo en una mezcla de alegría y asombro. El cielo, despejado de las nubes oscuras, se iluminó con la danza de los dragones, y la lluvia torrencial dio paso a una llovizna suave. En ese instante mágico, la princesa no pudo evitar maravillarse ante el triunfo del coraje que había llevado a Laena a convertirse en la tercera jinete de dragón de Vhagar.

—Lady Laena lo ha hecho muy bien —comentó el jefe de los guardianes de los dragones de Pozo Dragón en Bajo Valyrio, posándose al lado de Rhaenyra.

—Laena sentía dolor cuando Vhagar estaba cerca de ella —repuso la princesa en Alto Valyrio tratando de confirmar sus sospechas con el viejo guardián.

—La dragona la había elegido, por eso ella sentía dolor. Pero desde este momento será Vhagar quién sienta un dolor mucho más intenso si algo le ocurriese a su jinete.

La mirada de Rhaenyra siguió los movimientos de la enorme dragona, apenas distinguiendo en el lomo de Vhagar la silueta de Laena.

—Siento haberos hecho venir hasta aquí con tanta prontitud —murmuró la princesa en Alto Valyrio.

—No os disculpéis, mi princesa. He tenido la oportunidad de revisar y conocer al nuevo dragón.

Al escuchar esas últimas palabras, Rhaenyra volvió a sentir una desagradable sensación cuando ella pensó en aquel pequeño dragón dorado. Pese a ser solo una cría de dragón inofensiva no mayor que un pequeño gato, Rhaenyra no podía evitar sentir intranquilidad y miedo cuando ella pensaba en ese dragón.

—Sunfyre es muy parecido a Syrax —musitó la princesa sin dejar de mirar cómo Laena volaba a lomos Vhagar.

—Todavía es pronto para saber si están relacionados. Sunfyre es apenas una cría, pero si vos lo deseáis podríamos vigilar al pequeño dragón en Pozo Dragón.