Truth. (Parte 1)

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Con el pasar de los días después de la boda, Alicent fue alejando de su mente esas dudas sembradas en su conversación con Larys Strong. Durante semanas ella solo quiso pensar que lo dicho por el menor de los Strong en realidad solo fueron pequeñas coincidencias y que Rhaenyra jamás la traicionó teniendo una relación en paralelo con Harwin. Aun así, ella le pidió a los hermanos Cargyll, por mera protección, que ellos mantuviesen vigilada a la princesa, especialmente por las noches y sobre todo que ambos se alternasen para custodiar de forma discreta el Santuario de Balerion.

A pesar de que Alicent poco a poco fue asumiendo sus labores como reina consorte, ella no pudo dejar de preocuparse por las responsabilidades de Rhaenyra y con la ayuda de Annora y Talya, la nueva reina consiguió que la princesa cumpliese diariamente con sus labores como heredera al reino. Además, Alicent mantuvo su función de recolectar ayuda entre las damas de la corte para cuando la princesa visitase los orfanatos y hospicios de la ciudad. Mantenerse ocupada la ayudó a sobrellevar los malestares del embarazo. Asimismo la nueva reina comenzó a asistir de manera regular a las clases de Alto Valyrio con el maestre Ryben y aunque con Rhaenyra ella sentía que aprendía más rápido, Alicent supo adaptarse a la manera de enseñar del viejo maestre.

Para la nueva reina fue realmente emocionante leer sin problema las notas que durante años Rhaenyra le escribió en Alto Valyrio y que ella guardó en ese cofre que le envió su abuela desde Antigua. Estaba claro que sus conocimientos sobre el idioma había avanzado, aunque en el momento que comenzó a ser consciente de lo que en realidad decía cada nota, una lapidante sensación de nostalgia la arrasó por dentro. En cada mensaje, Rhaenyra escribió lo que a ella más le gustaba de Alicent, esas características de la joven Hightower que lentamente fueron enamorando a Rhaenyra y que por miedo al rechazo, la princesa solo supo expresarse a través de esos mensajes. Alicent comenzó a sonreír con tristeza con cada nota que leía, deseando poder echar el tiempo atrás y volver a esos días donde su mayor preocupación era que Rhaenyra volviese sana y salva de volar a lomos de Syrax.

—¿Estáis bien, Alteza? —preguntó Talya, al ver cómo la reina lloraba mientras trató de ocultar el libro que le había enviado Rhaenyra a la reina—. Buscaré al Gran Maestre para que venga a veros.

—Tranquila, estoy bien. No os preocupéis. ¿Qué tenéis en las manos?

—Un libro que encontré en la mesa de la entrada, Alteza —mintió Talya para encubrir a Rhaenyra—. Cómo he recogido los restos del desayuno, os traía el libro por si vos queríais guardarlo.

Los dedos de Alicent se deslizaron con cariño por la portada cuando ella se dio cuenta de que libro se trataba. A ella le resultó increíble pensar que solo habían pasado poco más de un año desde la última vez que tuvo ese libro en sus manos.

—No recuerdo haberlo visto en el salón y ni siquiera que yo lo tuviese en mis aposentos —musitó Alicent abriendo el libro, dándose cuenta de la página que faltaba, esa misma página que ella tenía guardada entre sus objetos más preciados.

—¿Estáis segura? —repuso Talya de manera natural—. Estaba en la mesa cerca del sofá, quizás vos no os habíais dado cuenta.

—Seguramente tengáis razón —dijo Alicent con una sonrisa triste recordando esa mañana cuando ella despertó con Rhaenyra porque ambas habían dormido juntas por primera vez y la princesa arrancó esa página que ella tenía guardada—. Por cierto, las flores son preciosas y mis favoritas. ¿Cómo lo sabíais?

Aunque la nueva reina sabía que era prácticamente imposible, a ella le gustaba pensar que detrás de esos pequeños detalles, que por sorpresa aparecían en sus aposentos, en realidad eran de Rhaenyra. Las flores, los pasteles, los libros y sobre todo que el maestre Gerardys acudiese a Desembarco del Rey cada semana, a ella le parecía obra de la princesa.

Fate Of The Kingdoms.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora