Flight Of Dragons. (Parte 2)

300 39 3
                                    

Los minutos pasaron lentamente mientras Rhaenyra intentó de todas las formas posibles hacer reaccionar a su dragona, pero nada dió resultado. Las lágrimas siguieron bañando sus mejillas, pensando en el castigo que le impondría su padre, aunque a la princesa lo que más le preocupó fue perder a Alicent.

De repente, una enorme sombra se dibujó sobre ella y cuando alzó la mirada avistó como otro dragón sobrevolaba en círculos sobre ella. Al notar la presencia de otro dragón, Syrax se puso en pie rugiendo con bravura en afán de defender a su jinete. Rhaenyra pudo reconocer a la dragona de escamas rojas que se acercaba, rugiendo en respuesta a Syrax y la princesa se atrevió a sonreír al ver quién había ido a ayudarla. 

La princesa Rhaenys aterrizó a una distancia prudente para que las dos dragonas no se inquietaran demasiado. Bajó del lomo de Meleys y caminó hacia Rhaenyra lentamente. 

—¿Estáis bien, princesa? —preguntó Rhaenys guardando distancia con Syrax.

—Sí, estoy bien, pero Syrax no me obedece —contestó Rhaenyra decepcionada de sí misma.

Ambas dragonas rugieron desafiándose, pero la experiencia de Rhaenys consiguió que Meleys se calmase lo suficiente para no asustar más a la joven dragona de Rhaenyra.

—No es vuestra culpa que no os obedezca la primera vez, Rhaenyra —replicó Rhaenys tratando de animar a la princesa una vez ambas dragonas estuvieron tranquilas—. Bajad y os lo explico.

Rhaenyra no tardó demasiado en desatar las cuerdas que la unían a la silla de montar una vez Syrax volvió a tumbarse sobre la hierba. Ella bajó con cuidado dando un salto, viendo a su dragona dormitar, aunque alerta a cualquier movimiento de la dragona Meleys. 

En el instante que Rhaenyra y la princesa Rhaenys se encontraron y abrazaron, ambas dragonas cambiaron su comportamiento hostil entre ellas, casi como si reconocieran que ninguna de las dos representaba ningún peligro para sus jinetes. La princesa Rhaenys tomó de los hombros a la joven Targaryen que tenía la mirada triste y comprobó que la princesa estaba físicamente bien. 

—Gracias por venir a ayudarme —murmuró Rhaenyra sintiéndose avergonzada—. ¿Cómo supisteis dónde me traería Syrax?

—Porque mi dragona hizo lo mismo la primera vez que volamos juntas y siempre que se siente muy cansada viene hasta aquí —contestó la reina que nunca fue, pasando un brazo por los hombros de Rhaenyra—. No fue vuestra culpa, Rhae, de hecho habéis vuelto a hacer algo extraordinario porque nadie de nuestra familia a vuestra edad montó un dragón.

—¿Meleys os trajo hasta aquí? —preguntó la pequeña princesa, alzando la mirada hacia los ojos de su prima—. ¿Por qué? 

—No se sabe muy bien, pero hay algo en este lugar que atrae a los dragones, quizás sea por el volcán. Además, Syrax tenía mucho tiempo sin volar y para los dragones es importante. Desde ahora debéis volar con Syrax más a menudo, así se cansará menos y recorrerá distancias más largas.

La explicación de Rhaenys se vio interrumpida por la llegada de varios guardianes que custodiaban a los dragones que se encontraban en el interior de Montedragón. Traían consigo sus características varas largas de madera y a cuatro ovejas silvestres para alimentar a las dragonas, que al olfatear a las ovejas, ambas criaturas se pusieron rápidamente en pie. Los guardianes las tuvieron que controlar con las varas de madera y pronunciando las directrices a las dragonas en Bajo Valyrio.

El maestre Gerardys ha enviado un cuervo a Desembarco del Rey, avisando al rey que la princesa está aquí con su dragona —informó el jefe superior de los guardianes de Dragonstone a la princesa Rhaenys en lo que Rhaenyra reconoció como Bajo Valyrio.

Fate Of The Kingdoms.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora