I'm Sorry For Today. (Parte 4)

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Después de varios besos y caricias durante buena parte de aquella noche, Alicent llegó a pensar que ninguna de las dos tenía límites, que solo querían sentir más y más. Ella abrió los ojos después de otro beso cargado de una ardiente pasión y quiso ser tan cuidadosa con Rhaenyra como ella lo había sido, pero la princesa estaba tan excitada que sus movimientos la enardecieron y siendo vencida por el deseo, ella la penetró rápidamente con dos dedos mientras Rhaenyra arqueó su espalda con los labios entreabiertos y los ojos cerrados. Cuando la princesa pronunció su nombre en un susurro, algo se rompió dentro de Alicent y liberó todo su deseo. Ella la penetró primero con dos y luego tres dedos, mientras Rhaenyra se estremecía sobre su mano. La joven Hightower escuchó fascinada como la princesa suspiró y gimió cuando alcanzó el orgasmo, como si ella hubiera llegado al límite de sus fuerzas. Rhaenyra se llevó las manos a la cara tratando de contener sus lágrimas, pero Alicent con su mano libre se las apartó.

—Miradme —ordenó Alicent estando todavía dentro de ella—. Miradme, mi amor.

Rhaenyra obedeció con un gesto de incredulidad al escucharla llamarla así. Alicent empezó a mover sus dedos otra vez dentro de la princesa, tan despacio como ella pudo, para alargar lo más posible el orgasmo de Rhaenyra.

—No dejéis de mirarme, por favor —suplicó Alicent con la voz suave como si esas palabras formasen parte de una caricia.

Los dedos de la joven Hightower acariciaron a la princesa sin prisa, mientras ella aumentaba progresivamente el ritmo de los dedos en su interior. Rhaenyra no apartó la mirada como le había suplicado la joven Hightower, exceptuando en ese breve momento cuando su cuerpo volvía a ser invadido por el intenso placer del orgasmo. Alicent continuó acariciándola hasta que el cuerpo de la princesa no pudo resistirlo más y ella se estremeció con fuerza. La joven Hightower se acostó al lado de Rhaenyra, sintiéndose agotada tanto física como emocionalmente, pero ella hizo un esfuerzo, tumbándose sobre su costado, con el codo apoyado en la cama y su barbilla la posó sobre la palma de su mano, observando embobada como la princesa recuperaba lentamente el aliento. Ella la admiró con auténtica devoción mientras su mirada recorrió sin prisa cada parte del rostro de la princesa, deleitándose de su belleza. Ella detalló en silencio esos rasgos valyrios que tan armoniosamente se reflejaban en el rostro de Rhaenyra. Con su mano libre, Alicent apartó hacia un lado un rebelde mechón sudoroso de cabello rubio que caía sobre el ojo izquierdo de Rhaenyra y ella pudo ver con detenimiento la forma de esos ojos violeta, que tantas veces consiguieron robarle el aliento. Alicent continuó su ruta de admiración por el rostro de Rhaenyra, deslizando la mirada por la perfecta y delicada nariz de la princesa para terminar el trayecto en esos labios perfilados, carnosos y de color rosa, que estaban húmedos y entreabiertos creando una imagen de infinita sensualidad.

—Sois tan preciosa y perfecta... —susurró Alicent diciendo en alto el pensamiento que cruzó por su mente.

—No soy perfecta... —musitó Rhaenyra sin atreverse a mirar a Alicent.

Después de aquellas palabras dentro de esa habitación solo se pudo escuchar el vaivén suave de dos respiraciones cada vez más sincronizadas, aunque Alicent según más veneraba la belleza de la princesa algún suspiro acompañaba la perfección de aquel silencio. La joven Hightower delineó con su dedo índice la barbilla de la princesa como si ella se hubiese trasformado en un suave pincel y dibujó el mentón de Rhaenyra en una lenta caricia. Los ojos de la princesa permanecieron deambulando por el techo de su habitación, al perderse en la vorágine de pensamientos que inundaron su mente. Alicent pareció darse cuenta de la ausencia transitoria de Rhaenyra y bajó las yemas de sus dedos por el cuello de la princesa trazando una suave caricia entre sus pechos. La tentación de tocar los perfectos senos de Rhaenyra fue un impulso que ella no quiso esquivar, logrando así que la mirada de la princesa abandonase aquel techo, al sentir la osadía de Alicent al cubrir con su cálida mano la plenitud de uno de sus pechos. La joven Hightower lo tomó con reverencia con la palma de su mano y ella empezó a acariciarlo, de un modo tan suave, tan sutil, que Rhaenyra no tardó en soltar un gemido cargado de deseo. Los dedos de Alicent se entretuvieron con su pezón derecho provocando que la mente de la princesa dejase de dar vueltas y encontrará ella el camino de vuelta a esos ojos color ámbar que la esperaban.

Fate Of The Kingdoms.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora