I Am Hers And She Is Mine. (Parte 1)

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El olor a incienso y a cera derretida recibieron una vez más a Rhaenyra cuando aquella noche ella bajó al santuario de Balerion, el sitio donde los últimos meses ella se había citado en secreto con Harwin Strong. El enorme cráneo del terror negro fue el único testigo de cómo la relación entre la princesa y el heredero de Harrenhal se fue consolidando, como Harwin se fue enamorando de Rhaenyra mientras ella lo que realmente necesitó fue encontrar la manera de olvidar a Alicent y pensó que a través de los besos y caricias de Harwin ella hallaría el modo de conseguir apartar a Alicent de su corazón.

—Princesa... —susurró Harwin a pocos metros de distancia de Rhaenyra que estaba observando el gran cráneo de Balerion.

El sonido de la voz del joven Strong hizo que la princesa se diese la vuelta con una sonrisa dibujada en sus labios, avanzando hacia él. El ojo morado de Harwin poco a poco se fue curando, aunque Rhaenyra lo examinó con detenimiento, sintiéndose culpable por ese golpe que recibió Harwin a manos de su guardia juramentado.

—Hoy vuestro ojo está menos amoratado que ayer —susurró la princesa acariciándole el rostro—. ¿Os habéis puesto el ungüento que os dio el Gran Maestre?

—Todas las mañanas —respondió el joven Strong tomando la mano de Rhaenyra y dándole un beso en los nudillos—. Lo hago solo para que vos no os preocupéis demasiado por mí...

El aroma de la piel y del pelo de Harwin envolvió a la princesa por completo. Rhaenyra reconoció el maravilloso aroma de aquel día que ellos dos danzaron por las calles de Desembarco del Rey y ella sintió como su piel se erizaba ante el recuerdo de esa noche. El beso de Harwin en sus nudillos también la hizo sonrojar.

—Bien, no me gustaría que vuestro ojo empeore —musitó Rhaenyra, apartándose del joven Strong.

—No debéis preocuparos, ya os he dicho que peores golpes he recibido. Pero gracias por cuidar de mí.

—Pero ninguno de esos golpes os lo habían dado por mi culpa —repuso la princesa acariciando el cuello de Harwin, con la vista clavada en sus labios.

Con una mano Harwin sujetó la cintura de Rhaenyra, impidiendo que ella se apartase demasiado y con la otra sacó de su espalda una rosa para después dársela a la princesa.

—No fue vuestra culpa... —replicó el joven Strong observando como la princesa olía la flor—. Y tampoco fue culpa de Lady Alicent.

—No volvamos a lo mismo, Harwin, por favor —dijo con hastío la princesa separándose de los brazos del joven Strong—. Sabéis que ella ordenó que Sir Criston que él os agrediera.

—Ella le pidió a Criston que me apartará de vos porque Alicent pensó que yo me estaba propasando. Fue el cabrón de Criston quién se aprovechó para pegarme, no fue culpa de Alicent y lo sabéis.

Rhaenyra volvió a acercarse al santuario de Balerion, recordando aquel día y sobre todo la mirada de rabia que tenía Alicent en sus ojos. Después de lo que ocurrió entre Sir Criston y Harwin, Rhaenyra le pidió al rey que Sir Erryk fuese por una temporada su guardia real, decisión que hizo que Sir Criston se sumergiera en la vergüenza y en sus celos, culpando de todo a Harwin Strong.

—Últimamente, vos no hacéis otra cosa más que defender a la futura reina consorte y no entiendo el por qué —musitó Rhaenyra con la mirada perdida en las llamas de las velas.

—Porque tengo la sensación de que Alicent no quiere casarse con el rey y desde que vos la habéis apartado de vuestra vida... ella no está bien.

Las miradas de ambos se enfrentaron y ella pensó en las últimas palabras que había pronunciado Harwin. Rhaenyra recordó las manos destrozadas de Alicent junto con esa delgadez, lo enferma que dijo la modista que ella había visto a Alicent y el constante cansancio que últimamente mostraba el cuerpo de la joven Hightower. Ella no era tonta e intuyó que Alicent también estaba sufriendo, pero lo que realmente le molestaba a la princesa es que Alicent no fuese capaz de confesarle la verdad de su decisión de casarse con Viserys.

Fate Of The Kingdoms.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora