Blood Of My Blood. (Parte 2)

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Cuatro meses después de la llegada de Laena a la corte, Alicent sintió que no soportaba más. La joven Velaryon había aprovechado no solo para tener aliados dentro de la corte, sino que el apoyo de Rhaenyra repercutía directamente en las decisiones del rey. Cada información que ella recibía sobre los comportamientos de Rhaenyra la llevaba a un estado de decepción, rabia e impotencia todo mezclándose en su interior. Aunque la princesa y ella habían encontrado la forma de no coincidir, pese a vivir a escasos metros dentro del Torreón de Maegor, los nuevos informantes de la reina consorte no perdieron ocasión para detallar cada movimiento de Rhaenyra junto a Laena y sus nuevas amigas dentro de la corte.

La princesa siguió durmiendo cada noche junto a la joven Velaryon sin importarle en absoluto los rumores cada vez más maliciosos hacia ellas dos. Rhaenyra había desafiado el poder de la reina al no ceder a las presiones de los rumores de la corte, habladurías apoyadas por Alicent y promovidas por sus damas de compañía. Pero para Rhaenyra lo único importante era Laena y esa dedicación hacia la joven Velaryon terminó desquiciando de celos a la reina consorte.

Apenas había luz en el horizonte esa mañana cuando Sir Harrold anunció la entrada de Alicent a los aposentos del rey. Ella se despertó pronto para poder aprovechar hablar con Viserys antes de que él saliese de la Fortaleza Roja.

—¿Os marcháis ya, esposo? —preguntó Alicent entrando en la recámara del rey, acariciando su barriga de embarazada.

—Sí, vuestro padre y los señores del Dominio me están esperando. Volveremos en dos o tres días.

Viserys terminó de abotonar su casaca de cuero negro, mirando a Alicent a través del reflejo del espejo.

—Antes que os marchéis esperaba que pudiéramos hablar —dijo Alicent sentándose en unos de los sillones que estaban frente de la chimenea.

—¿Hablar sobre Rhaenyra? —preguntó el rey sabiendo que lo único que Alicent deseaba hablar con él siempre era sobre su hija.

—Es sobre el comportamiento inapropiado de la princesa.

—¿Qué clase de comportamiento? —preguntó Viserys con el ceño fruncido mientras recogía su daga.

—Viserys...

—¿Vos estáis acusando a mi hija y no sois capaz de decirme el motivo? —replicó el rey alzando la mirada hacia la nueva reina.

Alicent se puso en pie y ayudó a Viserys a abrochar su capa, acercándose físicamente al rey para crear un contacto entre ellos que ayudase a la reina consorte a influir en Viserys para conseguir lo que ella quería.

—Rhaenyra y Laena duermen juntas todas las noches y esa actitud alimentan los rumores dentro de la corte.

—Cuando vos erais la dama de compañía de mi hija dormíais juntas casi todas las noches y no había ningún rumor —repuso el rey quitándole importancia a los rumores, sin saber el daño que causaron en Alicent sus palabras.

—Pero ahora los hay y perjudican seriamente a la princesa —murmuró la reina sujetando las manos de Viserys y aunque ella odiaba tocarle, lo hizo igualmente.

Ese gesto de Alicent de acariciarle las manos después de meses sin que ella se acercase, pilló desprevenido al rey. En un acto cariñoso, Viserys tocó con ternura el prominente vientre de la reina, dejando una suave caricia.

—¿Qué es lo que realmente os preocupa? —preguntó el rey observando los ojos color ámbar de Alicent.

—Hay rumores dentro de la Fortaleza Roja de que Rhaenyra y Laena Velaryon son amantes, Viserys.

—Son tontos rumores. No os preocupéis por eso.

—Habrá que tomar medidas severas para apaciguar semejantes habladurías

Fate Of The Kingdoms.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora