Compromise and Consequences. (Parte 3)

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Una semana después de aquella primera reunión entre la princesa y sus informantes, Rhaenyra continuó buscando un motivo a la implicación de Gwayne Hightower en el extraño asesinato de aquel esclavo mientras ella observaba embelesada a Alicent leer. Ambas buscaron la privacidad en el Bosque de Dioses, donde sentadas a la sombra del arciano, la princesa le enseñó a la joven Hightower cómo pronunciar bien en Alto Valyrio. En los últimos meses, Alicent había aprendido con bastante rapidez, pese a no dominar del todo el idioma, para ese momento la joven Hightower podía construir perfectamente frases con bastante soltura y entender oraciones simples.

—No, amor, es: La princesa Nymeria huyó en diez mil barcos junto a su pueblo para buscar un nuevo hogar. Cuando desembarcó en Dorne, quemó los barcos para demostrar a su pueblo que no iban a huir más —corrigió Rhaenyra en Alto Valyrio con paciencia, palabra por palabra, sin dejar de acariciar suavemente la espalda de Alicent.

Los ojos de la joven Hightower se deslizaron en las palabras escritas por la princesa, revisando en voz baja su pronunciación, imitando la forma en que hablaba Rhaenyra. Ella leyó las palabras una y otra vez, dándose cuenta de que aquella escritura ya no le era tan extraña, al comprender muchas de las palabras escritas en Alto Valyrio.

—Siempre que pienso que lo estoy pronunciando bien, termino equivocándome —dijo Alicent frustrándose consigo misma.

—Lo estáis haciendo muy bien —musitó Rhaenyra acercándose para dejar un beso en el hombro de la joven Hightower—. Apenas lleváis unos meses aprendiendo y habéis avanzado más de lo que me esperaba.

—Soy más inteligente de lo que parezco —murmuró Alicent con ironía sin quitar la vista en las palabras que trataba de traducir.

—Eres muy inteligente, perspicaz, sensata, admirable, interesante, adorable, sensible, preciosa y absolutamente... perfecta —susurró la princesa en Alto Valyrio, enumerando algunas de las muchas cualidades que poseía Alicent mientras por cada palabra que pronunció Rhaenyra dejaba un beso corto por el cuello de la joven Hightower.

Según la princesa fue pronunciando cada palabra en Alto Valyrio, Alicent entendió casi todas esas cualidades, recuperando la confianza en sí misma gracias a Rhaenyra, aunque ella no podía evitar sentirse desleal por no ser capaz de decirle toda la verdad. Los besos de la princesa en su cuello la sacaron de ese bucle de culpa, y aunque ella no quiso quejarse, supo que si no se detenían alguien podría descubrirlas. Alicent llevó su mano derecha a la nuca de Rhaenyra, acariciándola con las yemas de sus dedos maltratados por ella misma mientras la princesa aumentaba la intensidad de los besos por el largo cuello de la joven Hightower, dejando alguna suave mordida.

—Rhae... —musitó Alicent en un tibio intento de detener a la princesa—. Alguien puede vernos...

—Vos sabéis que aquí no viene nunca nadie —murmuró Rhaenyra en el oído de Alicent acariciando con la punta de su nariz la piel de la joven Hightower.

—Nos puede ver Sir Criston —replicó Alicent con la respiración agitada.

—Él podría ver cómo yo os hago mía aquí mismo y Sir Criston pensaría que es lo normal entre amigas —replicó Rhaenyra besando la base del cuello de Alicent.

—Rhae, por favor...

Con cierta frustración, Rhaenyra apartó sus labios del cuello de Alicent, consciente de que ella tenía razón y si continuaban dentro de ese juego de caricias nada iba a poder detenerla de tomar a Alicent ahí mismo. La princesa apoyó su espalda contra el cojín que reposaba sobre el tronco del arciano, con el pulso acelerado y la excitación latiendo por su cuerpo. La joven Hightower trató de distraerse leyendo las frases escritas por la princesa en Alto Valyrio, aunque fue en vano. Para ella Rhaenyra era una extrema tentación y más cuando la princesa estaba así de cerca y en esa actitud que enardecía su deseo. Las certeras caricias de Rhaenyra sobre su espalda le impidieron a Alicent pensar en otra cosa que no fuese sucumbir a sus ganas de besarla hasta perder juntas el control de todo. Pero para suerte o desgracia de ambas chicas, el maestre Orwyle escoltado por Sir Criston entraron al Bosque de Dioses, caminando hacia su dirección e interrumpiendo la tensión sexual que estaba creciendo entre ellas dos.

Fate Of The Kingdoms.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora