Whatever May Come. (Parte 3)

109 12 0
                                    

A media mañana de aquel día, Alicent en compañía del rey acudieron a Pozo Dragón para recibir a la princesa Rhaenyra. El séquito real estaba apostado justo en las escaleras que conducían hacia las puertas de la enorme dragonera. Todos estaban a la espera de vislumbrar en el horizonte la silueta dorada de la dragona de Rhaenyra mientras el corazón de Alicent latió con fuerza en su pecho, ansiosa por el reencuentro. Aquel mes había sido eterno para ella debido a las noticias que recibió desde Marcaderiva, pero ese día volvería a ver a Rhaenyra y ella pensó que quizás tendría la oportunidad de hablar con ella antes de que llegase Laena.

Cuando la silueta de Syrax se fue acercando cada vez más, los nervios provocaron que Alicent volviese a lastimarse los dedos y el daño fue mayor cuando vio a Laena acompañando a la princesa a lomos de Syrax. Aquella fue la primera vez que Alicent vio cómo alguien más acompañaba a la princesa sobre el lomo de su dragona. La sensación de ser ella tan fácilmente sustituible rivalizó con su sorpresa. La nueva reina tenía información que Rhaenyra y Laena a veces volaban juntas a lomos de Syrax, pero verlo por ella misma no fue algo fácil de digerir. En el momento que la sangre goteó por las puntas de sus dedos fue cuando Alicent se dio cuenta del daño que ella misma se había hecho, pero a pesar del dolor, su mirada se mantuvo fija en ver cómo Rhaenyra ayudaba a Laena a bajar del lomo de Syrax.

Mientras las dos primas caminaron juntas en dirección a la comitiva real, ambas reflejaron el estilo propio de los jinetes de dragón, con esos rasgos valyrios que las dos compartían y que recordaban los tiempos más gloriosos de la casa del dragón. Tanto Rhaenyra como Laena se acercaron a Viserys haciendo primero una reverencia ante el rey para luego la princesa saludar a su padre con un abrazo. Rhaenyra había decidido hacer caso al consejo de Rhaenys, intentando recuperar la relación que ella tenía con Viserys, pero siguió siendo doloroso recordar lo que su padre le había hecho a Alicent. El resquemor se hizo mucho más fuerte cuando la princesa se percató como el embarazo de Alicent se notaba mucho más que desde la última vez que se vieron, pero lo que le impactó a Rhaenyra fue ver como una de las manos de Alicent sangraba.

—Mi reina —musitó Rhaenyra inclinándose hacia Alicent para susurrarle al oído—. Vuestra mano está sangrando. Tomad el pañuelo, por favor.

La princesa le entregó de forma muy disimulada el mismo pañuelo que Alicent bordó con los símbolos de la casa Targaryen junto con la Hightower. Rhaenyra durante meses llevó consigo aquel pañuelo como ese recuerdo palpable de lo que ellas alguna vez fueron y que no supo desprenderse hasta aquel preciso instante. Ese gesto disimulado de Rhaenyra fue como si quisiera firmar la paz con Alicent después de ambas haber hablado y dejado pasar el tiempo necesario para continuar cada una con su vida. Ambas se miraron un instante, pero la nueva reina apartó su mirada enfadada al sentir como Laena las estaba observando. Alicent esperaba que la joven Velaryon viniese en el barco junto a Annora y Sir Criston, por eso al verla junto a Rhaenyra la sorprendió.

Después de los respectivos saludos protocolarios, toda la comitiva se fue dispersando quedando solamente la familia real. En el momento que la reina consorte vio el pañuelo que le había dado la princesa, ella alzó la vista para encontrarse con la tímida sonrisa de Rhaenyra, antes de que la princesa volviese a prestar atención a lo que le decía su padre. Alicent no supo cómo tomarse ese gesto. Ella no sabía que Rhaenyra aún tuviese aquel pañuelo y mucho menos que lo llevase consigo.

La vuelta a la Fortaleza Roja fue muy incómoda. Alicent intentó con éxito huir de la mirada de Rhaenyra así como la de Laena cuando las dos trataron de darle conversación, pero la reina consorte estaba tan desencajada por la presencia de la joven Velaryon que apenas pronunció palabra. La princesa conocía perfectamente a Alicent y supo que ella había caído en la trampa que Rhaenyra había planeado. Alguien le daba información a la reina sobre sus movimientos en Marcaderiva y la sensación de que Alicent no había entendido nada de lo que ella le confesó la última vez que hablaron, provocó que esa débil tregua entre ellas se agrietase hasta romperse del todo una vez ellas estuvieron dentro del Torreón de Maegor.

Fate Of The Kingdoms.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora