Things I Do For Love. (Parte 3)

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El brillo en los ojos de Laena, normalmente llenos de confianza y valentía, en ese instante reflejaron una vulnerabilidad inesperada. Las líneas de su rostro se suavizaron ante la cruda realidad. El amor que Laena había cultivado se enfrentó a las barreras impuestas por el destino, y esa lucha interna se cristalizó en su mirada.

Aunque la joven Velaryon intentó en vano ocultar su tormento, fue como si el aire mismo se llenara de la electricidad de sus emociones. El futuro que imaginó con Rhaenyra se volvía un camino incierto, y el dolor se deslizó como sombras por cada rincón de su ser. En ese instante, Laena experimentó el aguijón de una realidad que, por más que hubiera intentado anticipar, no pudo evitar que le rompiera el corazón.

—Laenor es la mejor opción —contestó Rhaenyra entregándole una de las copas a la joven Velaryon—. Él me quiere tanto como le quiero yo, me respeta y será un gran padre. Mi matrimonio con Laenor será la unión definitiva de nuestras casas.

—Él es mi hermano, Rhaenyra... ¡Mi hermano!

—Lo sé, pero Laenor siempre ha sido el pretendiente perfecto para mí y él es mi mejor amigo.

Después de un largo sorbo a su vino, Laena dejó la copa en una mesa y caminó hacia la terraza de la habitación de la princesa. De repente ella sintió como si el aire no entrase en sus pulmones y necesitaba poder respirar. Seguida unos pasos por detrás, Rhaenyra acompañó a Laena posándose a su lado y dejó una larga caricia sobre la espalda de la joven Velaryon.

—A mi hermano no le gustan las mujeres, Rhae —musitó Laena con la mirada fija en los techos rojos de la ciudad.

—Lo sé, pero Laenor cumplirá con su deber y yo le protegeré y ayudaré para que él sea feliz como se merece al lado de Joffrey.

—¿Laenor ya lo sabe? —preguntó Laena girándose para mirar a Rhaenyra.

—No, pero la princesa Rhaenys sabe mi propuesta —contestó la princesa limpiando las lágrimas de la joven Velaryon—. Yo estoy dispuesta a todo por vos, Laena.

—¿Y qué pasará con nosotras? ¿Yo volveré a Marcaderiva con Daemon para darle sus bebés valyrios mientras vos os quedáis aquí?

—Nada tiene porque cambiar, preciosa —respondió la princesa, haciendo que Laena la mirase directa a los ojos—. Vos os quedaréis conmigo aquí en Desembarco del Rey junto con Laenor y mientras Daemon tenga lo que quiere no habrá problema.

—Él sabe lo que hay entre nosotras, ¿verdad? ¿Qué es lo que Daemon os ha pedido a cambio, Rhaenyra?

Una vez más apareció la pregunta que Rhaenyra tuvo tanto miedo a contestar. Ella sabía que uno de los pilares fundamentales de su relación con Laena era la admiración mutua, y a la princesa le aterraba profundamente decepcionar a la joven Velaryon, por eso ella no podía confesarle que esa misma noche había ordenado acabar con la vida de una persona.

—Laena, por favor...

—Decidme la verdad —insistió la joven Velaryon buscando la mirada de Rhaenyra.

—Hace un poco más de un par de años una extraña fiebre azotó la Fortaleza Roja y varios nobles cayeron enfermos entre ellos Alicent. La noche que me enteré de que ella estaba inconsciente, por la tarde yo había estado con vosotros en Marcaderiva y recordé lo que Laenor me había dicho sobre la fiebre que padecieron varios miembros de la flota Velaryon y como el maestre Gerardys los curó a todos. Yo no podía salir de la Torre de la Mano ni buscar al maestre Gerardys en Syrax porque para ese entonces mi dragona no podía soportar el peso de dos personas...

—Y vos le pedisteis a Daemon que fuese a Dragonstone por el maestre Gerardys en Caraxes, ¿cierto?

—Sí —contestó la princesa apurando el último trago de su vino—. Los maestres habían dicho que si Alicent no despertaba al día siguiente tal vez no despertaría nunca y yo me asusté.

Fate Of The Kingdoms.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora