Farewell. (Parte 1)

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Las calles de Desembarco del Rey estuvieron completamente atestadas de las personas que se agolparon en las aceras para rendir honores a la reina Aemma Arryn. El cortejo fúnebre fue avanzando lentamente, mientras las personas lanzaron flores blancas al féretro abierto de la reina y se pudo escuchar el lamento del pueblo llano al quedarse huérfanos de una reina que siempre se preocupó por ellos.

En el momento que el rey Viserys ascendió al trono, la reina Aemma tuvo como misión emular el buen hacer de su abuela, la reina Alysanne. Durante años, Aemma se dedicó a mejorar la vida de los más pobres, a brindar oportunidades a niños huérfanos, dar refugio a los ancianos y hasta consiguió que las mujeres que trabajaban en los burdeles fuesen atendidas por los maestres de la Fortaleza Roja, para curarlas de alguna enfermedad o prevenir las mismas. Fue gracias a la insistencia de Aemma al rey por la que Daemon llegó a formar la Guardia de la Ciudad, debido a las múltiples quejas que llegaban a ella sobre la falta de seguridad en la capital. Aquellos años de reinado de Viserys, de la misma manera que lo hizo su abuela, Aemma consiguió ganarse el amor de sus súbditos que no tardaron en demostrar su dolor ante la muerte de su reina.

Tanto el funeral como la posterior cremación se hicieron bajo las tradiciones de la Antigua Valyria, pero al ser la reina parte de la familia Arryn se tuvo que modificar ciertos aspectos del funeral. Aunque Aemma no fue velada en el Gran Septo, si se acogieron algunas de las normas de la fe de Los Siete. La preparación del cuerpo lo hicieron las hermanas silenciosas que vistieron el cuerpo de la reina con los colores de la casa Targaryen, colocaron las piedras funerarias sobre sus ojos y permitieron que la gente prestase sus respetos dejando visible el cuerpo mientras el féretro que recorrió las calles de la capital.

El pequeño cuerpo de Baelon fue vendado al completo, cubierto bajo una bandera con el estandarte de la casa Targaryen y trasladado en una sencilla carreta justo por detrás del féretro de la reina hasta las afueras de la ciudad. Entre las lindes del bosque real y los acantilados bañados por las aguas de la bahía de Aguasnegras, fueron colocados los dos cuerpos sobre las piras funerarias. 

La ceremonia de cremación fue presenciada por un grupo reducido de los representantes más importantes de la corte, así como los miembros del pequeño consejo del rey. Las medio hermanas de la reina también asistieron a la ceremonia acompañadas por Lady Jeyne Arryn, señora de Nido de Águilas, defensora del Valle y guardiana del Oriente, que se desplazó hasta Desembarco del Rey únicamente para presentar sus respetos a la difunta reina. 

El rey Viserys estuvo acompañado por su hija la princesa Rhaenyra, por su hermano el príncipe Daemon y su única prima la princesa Rhaenys junto a su marido Lord Corlys Velaryon y sus dos hijos Laena y Laenor. Debido a que Viserys después de la muerte de Balerion no volvió a reclamar otro dragón, fue Syrax la dragona elegida para quemar los dos cuerpos.

Durante aquella íntima ceremonia, Alicent no dejó de estar pendiente de cualquier gesto de Rhaenyra, reconociendo en el dolor de la princesa el suyo propio. Alicent quiso darle la mano, apoyarla de la misma forma que Rhaenyra la apoyó cuando su madre murió, pero los protocolos le impidieron a la joven Hightower estar cerca de la princesa. En el momento cuando Rhaenyra dio un paso al frente, con su semblante triste y con dos lágrimas marcando sus mejillas, Alicent deseó con todas sus fuerzas al menos sujetar su mano, deseo que se hizo aún más fuerte al escuchar como la voz de Rhaenyra se quebraba al darle la orden a Syrax para que con su fuego quemase los cuerpos de su madre y hermano. 

Mientras todos presenciaban como los cuerpos ardían bajo el fuego de dragón, Daemon pasó su brazo sobre los hombros de Rhaenyra y la atrajo a su cuerpo en un gesto de puro cariño y protección hacia su sobrina. Alicent llegó a vislumbrar como el príncipe le susurraba algo a Rhaenyra, pero estaban a tanta distancia que ella no pudo escuchar lo que le dijo.

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