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Buenas decisiones, malas relaciones

Seguí corriendo sin parar por el bosque, sin quitarme de la cabeza la imagen de Manson siendo masacrado de una manera inhumana, llorando en silencio por la pérdida de mi amigo. Mis piernas pedían a gritos que me detuviera, y solo opté por caer al suelo y recostarme en un pequeño árbol en donde reposé mi espalda, lugar perfecto para dejar escapar mis sentimientos y llorar sin ser juzgado, permitirme dejar liberar aquel dolor destructivo que sufría, que los recuerdos de nosotros tres juntos se recrearan en mi mente y que ahora ya no éramos nada: murió Manson y Ulises me dio por muerto en su vida, que nada iba a ser como antes, que todo terminó.

Mientras lloraba en medio de la nada, escuche como unos pasos venían hacia mí; saqué mi fusil y le quite el seguro listo para rematar, pero cuando vi quien era mejor lo ignore y me deje llevar por mi sufrimiento, esperando que no me jodiera una vez más.

—¿Carl? Creí que regresaste a tu comunidad —chistosea Ulises que aparece a mi vista, desagradable —, te quedaste buscando a Manson, ya quiero ver cuando le pidas perdón.

Lo ignore y me levante de mi sitio limpiándome las lágrimas, camine a pasos rápidos lejos de él, lejos de todos y de todo.

—Mírate llorona ¿Ahora ya no hablas? —pregunta con cinismo —, al menos dime que es estos días ha tenido alguna señal de él, pero sabiendo lo idiota que eres quizás ni tu camino has encontrado —detengo el paso, la ira que tenía cargada se destila en mi ser, bajando suavemente mis manos hasta mi cuchillo —, quizás yo si lo encuentre, imbécil.

Me gire y con un rápido movimiento lance mi cuchillo dando directo a su pierna, Ulises gritó y cayó al suelo mientras se sostenía la herida; me acerque a él corriendo y cuando me di cuenta que iba a sacar su pistola, pateo su mano para que suelte el arma y me tiro sobre el para verlo a cara a cara, enfurecido.

—¿Qué te pasa? Soy Ulises tu amigo —escupe enojado, sonreí al escuchar sus palabras.

—Eso se acabó Ulises ¿Lo recuerdas? —él me mira y relaja su rostro.

Le di un puñetazo con tal de que se quedara quieto y dejara de hacer fuerza contra mí, agarré sus manos y las amarre a las cintas de su mochila; él se retorcía con tal de zafarse del amarre y me gritaba con tal de que dejara de registrar sus cosas. Tome la mochila y de ella saque una botella de agua pura que me digerí todo el líquido hasta que solo fuera una botella de plástico, luego me comí una manzana porosa que tenía y lo disfrutaba en su cara.

—¡Deja de comerte mi comida! —exigió a gritos, solo lo volteo a ver y sigo comiendo —¡Carl Grimes, eres un idiota! —de mi mochila saque una venda y me acerque a su pierna —¿Ahora qué coño haces?

—¿Quieres morir aquí? —pregunte con la boca llena, él negó rotundamente —, bueno, entonces quédate quieto de una puta vez —sin aviso le quite el cuchillo, con un pedazo de tela hice presión en la herida para luego con la misma venda enredarlo a su pierna —, soy un idiota, no un asesino —tome mi cuchillo y corte la cinta de sus manos —, buena suerte para regresar.

—¿Acaso me vas a dejar aquí? Tengo que seguir buscando a Manson.

—Manson murió —declaro, Ulises solo niega sin creerlo —, lo vi morir, lo mordieron en las costillas y un grupo nos venía persiguiendo, el mismo que capturaron y Manson.

—¡Mientes! Siempre lo haces, seguro es otra de tus excusas de mierda para regresar a tu comunidad.

—¿Eso querías no? Te hare ese favor —tomo mi mochila y los cargadores de Ulises que le hacen a mi fusil —, si no me crees, a unos diez kilómetros en línea recta lo vas a encontrar, ahí estará su cuerpo, no te recomiendo que lo hagas, pero si quieres morir también entonces ve y hazlo —finalizo y tomo mis cosas y veo el mapa para ver qué camino tomar para llegar a Hilltop.

—¿De verdad murió? —pregunta entre lágrimas, aun sentado en el suelo —, ¡seguro fue tu culpa! —sentenció enfurecido —, él no está muerto, vete, lárgate de mí puta vista, no te creeré hasta que lo vea.

—Me importa una mierda lo que hagas ahora, ni lo que pienses de mí, no eres nadie para como yo para ti. Línea recta a diez kilómetros, buena suerte.

—¡Lo siento Carl! Lamento decirte eso, la furia me cegó y no supe que decía —trató de lamentarse, exigiendo mi perdón.

—Yo no te perdono Ulises, el que perdona está allá arriba




Las puertas de Hilltop se fueron abriendo ante mi presencia, viendo de nuevo a Sabrina parada en el portón, pero ahora mantenía una pequeña sonrisa, cuando la vi tuve miedo, miedo de que ella reaccionara muy fuerte y que pudiera caer de nuevo a emergencias. Ella se acercó a mí y me abrazo sin previo aviso, acepte su abrazo y nos fuimos caminando juntos hasta su casa, la cual me dio la bienvenida con el almuerzo que preparo hace unos minutos; me paso un plato de estofado y un vaso con jugo de sandía, tomando la primera cucharada de la deseada comida.

—Qué bueno verte de nuevo —comenta, con cierta insistencia en su voz —, y… con lo de la búsqueda de Manson.

—Fue difícil, te cuento cuando termine de comer, gracias por la comida —ella asiente y se sienta en el sofá que está a unos metros de la mesa.

Termine de comer y lavé los platos, buscando las palabras correctas para decirle que no prometí mi promesa, con que palabras iba a decirle para que no le afectara tanda. De nuevo tome una silla y la acerque frente a ella, trague duro y di el primer paso.

—Sabrina, quiero que te lo tomes con calma —acerque sus manos a las mías y las acaricie con suavidad, ella ya tenía una idea de lo que iba a decir por lo que comenzó a jadear —, respira conmigo, una… —siguió mis respiraciones, haciendo que solo las lágrimas corrieran en sus mejillas —, con calma, piensa en la niña, en tu hija, en su hija.

—Mi Manson… —lamento entre lágrimas silenciosas —, esto no es real…

—él me dijo que te iba a querer este dónde este, a las dos, necesito que seas fuerte, que seamos fuertes —bajo la cabeza y solo escuchaba sus sollozos monótonos —, lo siento mucho, quería traerlo hacia acá para que pudieras verlo por última vez, pero él se negó.

—¿Por qué? ¿Cómo paso?

—Fue mordido y luego recibió un disparo por el mismo grupo que lo capturo, hice lo imposible por traerlo, pero se negó.

Ella respiraba tratando de calmarse, apretando el agarre de mis manos por el dolor que ahora sufría por su ida, calmando para no afectar a su hija que viene en camino. Sabrina jamás me echo en cara el hecho de que le prometí traerlo de vuelta, pero al final había entendido que su esposo lo hizo por un acto de sacrificio mostrando una vez más su gran corazón, eso que destacaba en él, acciones que se ganaron el corazón de muchos, el mío y de Sabrina.

ASESINO SERIAL 2 || C.G +16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora