28

63 4 1
                                    

Superar es complicado



Aún seguía llorando en mi habitación, aquel dolor no se esfuma de mi cuerpo a pesar de que pasaron tres días, mi sufrimiento al recordarlo era más intenso en mi cuerpo y me daba por hecho que no iba a ser fácil superarlo, que a pesar de todo el apoyo que tenía jamás lo iba a superar, pensar que lo perdí duele aún más cuando recuerdo los años en los que estuve peleado con él y que ahora solo puedo maldecirme al ser tan idiota por no aprovechar ese tiempo con él, jodida la razón por la cual me aleje de él, maldito pensamiento egoísta al pensar que prefería la comunidad que a mí, lo odio, lo odio ¡Lo odio! ¡Me odio!

Enid fue hacia mí y me ofreció una taza de té verde, sintiendo el vapor caliente que el líquido recién hervido ofrece por lógica, sonreí por respeto y tomé la taza para acercarla a mis labios y poder soplar para bajar la temperatura del té.

—Te amo —soltó y toma mi cabeza para inclinarla ligeramente para depositar un casto beso, luego de eso se fue.

—Yo también —ella ya no estaba a mi lado.

Salí de la casa y lo único que vi en mi camino fue las miradas angustiadas de los habitantes, hasta cierto punto lo entendía, pero era incomodo; ignore todo y me fui corriendo a casa de Daryl, confundido de ver la puerta abierta de la misma, pasé y lo primero en ver fue a mi amigo con un traje de guille con su ballesta y una mochila llena de cosas con una botella sobresaliente en ella.

—¿A dónde vas? —sondeo y me observa de pies a cabeza.

—No te interesa —me rodea y se va hacia afuera, antes de que se alejara lo tome del brazo y me voltea con una mirada llena de ira —, suéltame —ordena hostil.

—Una, no me contestes así, y dos, iré contigo.

—Una, te contesto como se me dé en gana y dos, no.

—Mierda Daryl ¿Qué ocurre contigo? Desde que murió mi padre no has dejado de ignorarme y ahora me tratas mal. Ayer vine porque quería hablar contigo pero tu única respuesta fue "estoy ocupado" —espeto melancólico cara a cara, y veo que comienza a hacer caras como si hubiera comido limón —, Dios Daryl, no no puedes... estoy en una situación que me está haciendo mierda, pensando que tu serias alguien de apoyo, pero —deje de hablar al sentir aquel nudo en la garganta y el picor en mi ojo —, creí que nos ayudaríamos al menos, pero veo que me apartas y me dejas.

No recibí respuesta, solo facciones de arrepentimiento y miradas desviadas, vergüenza quizás; siento como él se aleja una vez mas de mí, sintiendo otra vez aquel sentimiento de abandono que ahora es por su parte, estoy cansado, cansado de esta mierda ¡Daryl que cojones! Tomo de la manija de la puerta que se encuentra abierta y el cierro de golpe haciendo un ruido ensordecedor, gruñí expulsando mi rabia y enojo y al ver aquella maceta cuya solo la pateo y veo como la tierra y los pedazos de la misma salen disparados a una misma dirección.

—Estoy harto, harto, harto ¿Qué me está pasando?

Llegue de nuevo a mi casa y abrí la puerta extendiendo hasta donde pudiera y luego con toda mi fuerza la cerré provocando que tiemblen las macetas del estante, al segundo maldije mi acción tan impulsiva. Veo como Enid sale corriendo y se queda en medio de las escaleras solo para verme sorprendida y confundida.

—Lo siento, no quería, solo que... no sé, lo siento —abrí la puerta y la cerré con más cuidado, reaccionando por mi tonta acción —, joder, ahora me veo tonto —me dije en un susurro.

—Solo estás mareado por tanta emoción, ven y vamos a dar un paseo —propuso mi esposa que se fue de nuevo a la habitación —. No digas que no y solo espérame, me voy a cambiar.

Me quede aun parado en la entrada esperando que ella bajara, reflexionando un poco sobre mi actitud y pensar en cómo lo iba a arreglar o iba a terminar por romper platos y cuando eso pase Enid terminaría por quebrármelos en la cabeza, suficiente tiene conmigo con esta actitud como para ver que ahora la deje sin vajilla. Mi esposa comienza a bajar de las escaleras con un short corto y una blusa negra pegada a su cuerpo, con una de mis franelas de cuadros blancos y azules que usaba en mi pubertad.

—Reconozco esa bonita ropa —admito con una sonrisa y con los dedos levanto la franela —, me quedaba mejor a mí.

—¿A sí? Mira como me luce ahora —da una vuelta entera modelando mi antigua ropa —, ya quisieras que te quedara así.

Reí a lo bajo por su comportamiento, ella me dio un codazo amistoso y me tomo de la mano para salir de casa, una vez más sabiendo que si no es ella no es con nadie.

Salimos de la comunidad para ir al bosque atrás de Alexandria, yo solo le seguía sus pasos con una energía eléctrica mientras que por mi parte arrastro los pies que hacen el intento de cargar con mi peso, al ver que era más lento que una tortuga me agarra de la mano y me lleva con la misma energía haciendo que por huevos abriera más mis pasos, paramos y nos quedamos viendo un tronco podrido, pero aun de pie, con un gran hueco donde inesperada salió una lagartija.

Le seguí el paso y vimos la antigua caja de madera que ahora tenía un color opaco y que el musgo se había adueñado de ella, cayendo en cuenta que este era uno de los lugares donde leímos historietas por horas hasta que una amenaza nos interrumpiera; fui el primero en acercarme y al no poder abrirla tome mi cuchillo de combate y empiezo hacer palanca con fuerza hasta conseguir mi prometido, guarde el cuchillo y con mis manos levanto la tapa, en segundos el olor a humedad penetra en mis fosas nasales sin provocarme molestia.

—Siguen intactos —solté y acerqué mi mano a una historieta de brujas de nariz extra grande —, esta es tuya amor —Enid se acerca a mí y toma con cuidado el comic, sonriendo al ver cada página.

—Bruja idiota me caía mal —exclama y solté una carcajada estruendosa —, cállate o los caminantes nos joderan el momento —se arrodilla a mi lado para ver la caja y veo que toma una historieta —, mira que tenemos aquí, nada más y nada menos que.

—No lo hagas...

—"¡Enid mira, él puede volar, quiero volar como él" —imito una voz ronca haciéndome burla, con mis manos tape mi rostro al sentir el calor en mis mejillas, vergüenza pura.

—Te odio.

—No, me amas

—Enid deja de burlarte, era solo un crio —defiendo con risas, ella me mira y no puede contener su risa soltando carcajadas cayendo al suelo —, pero cállate, los caminantes nos van a escuchar.

Aprovecho que está en el suelo y me coloco sobre ella sin poner peso, con mi mano cubro su boca para parar sus risas y ver de lejos aquel caminante que pasa caminando sin captarnos aun, Enid lo nota y deja de reír para fijar su vista a la amenaza; separo mi mano lentamente de su boca y la veo a los ojos con una mezcla divina de verde y azul. Siento su mano en la nuca y me besa con suavidad sin llegar a ser tan feroz, llenando de calma mi alma y ser.

—Tú también tienes unos ojos bellos Carl —solté una sonrisa nasal ante tal afirmación.

—¿Ojos? De lo que recuerdo creo que solo tengo uno —ella me mira avergonzada y aparta la mirada, la tomo del mentón y la obligo a verme —, no te preocupes amor mio, con este ojo aún tengo el privilegio de verte

—Que poético eres —alaga y me atrapa de los labios para seguir besándome.






Ay que bonito el amor, quiero a un Carl escrito por mí en mi vida ¿Sí o no raza?

ASESINO SERIAL 2 || C.G +16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora