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Aceptes o no, tu final te está soplando la nuca



Ofrecí quedarnos a descansar en la cabaña mientras llega la noche para hacer nuestro plan de quemar todo el lugar: nunca pude reconciliar el sueño y solo me quedo viendo el techo lleno de telarañas, en cambio la adolecente se quedo dormida con su cuerpo reposando en mi hombro, no me molesta y dejo que retome energías para empezar la noche.

Desperté a Lydia quien dormía con su cabeza en mis piernas, ella poco a poco se fue despertando y yo comienzo a preparar las cosas para el fuego, preparando mi mochila para regresar a mi casa y dar por fin mi camino, al menos ya puedo morir en paz. Salimos de la cabaña con todo listo y obligué a la chica que se fuera adelante para enseñarme el camino, recorriendo el amplio campo de noche, con la luna alumbrando nuestro camino.

Tal y como dijo, el campamento de los susurradores en mis narices, formado por casas hechas de palos y tendederos de pieles de caminantes, abrumador. Nos quedamos en nuestra posición cuando vimos a un hombre pasar por en medio de las casas de acampar, aquel hombre con la tranquilidad del mundo se quita la mascara y la cuelga en uno de los lazos amarrados de árbol a árbol, para luego irse a su vivienda y dormir, o eso suponía.

Lydia fue la primera en dar el paso adentrándose a la zona de su comunidad, luego la seguí yo y dejo los galones a un lado para ver los alrededores. Me quede parado en uno de los tendedores de pieles, viendo las atrocidades que pueden llegar hacer, luego veo uno de ropa y varias prendas colgadas encima del lazo, reconociendo una en especifico: con cuidado la descuelgo y la acerco a mi, extendiendo la franela ante mi vista, recordando que esa fue la que uso mi esposa en su ultimo día de vida.

Su rostro se recrea en mi cabeza, su sonrisa deslumbrante con sus ojos verdes que decoran su hermosa cara, escuchando dentro de mi su risa y su voz llamándome cada mañana para comer, recordando su tacto, sus labios sobre los míos, cada parte de su cuerpo que ella tuvo la suficiente confianza y seguridad para exponerlo ante mis ojos; todo aquello ahora duele.

—¿Carl verdad? —pregunta ella en un susurro, volteo a verla y solo asiento —, ¿es la de tu pareja verdad? —no niego, ni confirmo, solo dejo de verla para mirar la franela, sintiendo el sentimiento de vacío en mi ser —. Lo siento, mi madre es una estúpida...

—¿Encontraste algo? —sondeo haciendo que cambie de tema.

—Cuando todo esto paso, lo supe cuando los cuerpos fueron traídos acá, y te tengo buenas noticias —la miro confundido, solo pude ver como abre los labios, deteniendo su acción por una flecha en su hombro.

Ella cae de lleno al suelo y ahoga su grito con su mano, desenfundo mi pistola con silenciador y apunté al susurrador que sostiene el arco, dando un tiro en la cabeza, nadie lo escucho.

—Mierda —fue lo único que formulé, me arrodillo al suelo para sujetar el cuerpo de la chica —, empezabas a caerme bien.

—¿En serio? —dice viendo su brillo en los ojos y una sonrisa, sonreí por ella —, Quema el lugar y larguémonos.

Tomé los galones de gasolina y abrí los dos, me encamine por detrás de las casas de acampar mientras riego gasolina haciendo un camino sin cortar el liquido, dando vuelta en toda la zona hasta terminar al lado de Lydia a quien le doy mi mechero. Su rostro destila malicia junto a una amplia sonrisa, prende el mechero y al ver que sale flama del mismo lo deja caer al suelo.

Tome su cuerpo pasando mis brazos por detrás de su nuca y rodillas y salgo corriendo del lugar en llamas, la zona amenó fue tan rápido que sentí el calor en mi espalda, viendo como los susurradores salen de sus casas y se queman tan solo tocar el fuego, escuchando gritos desgarradores de los calcinados; baje a Lydia hasta que pudiera tocar el suelo, ambos viendo como todo se quema, y ella lo disfruta.

ASESINO SERIAL 2 || C.G +16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora