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Recuerdos agridulces, punzantes


La noche nos había alcanzado y aun no teníamos en donde pasar la noche, temblaba de miedo cada vez que el viento movía la maleza del bosque que está al lado de la carretera en la que íbamos caminando, desde el ataque en Terminus teníamos que tener cuidado porque no sabíamos si nos seguían y nos querían matar, desde ese entonces me di cuenta que Glenn fue un idiota al no hacerle caso a mi padre por pensar que todo "había terminado".

Glenn, Maggie, Sasha y Rosita iban delante de nosotros con armas largas listos para defenderse, los demás quedaron detrás de nosotros; mi padre, Michonne quien carga a Judith y yo vamos en medio del grupo, sujetado del brazo de mi papá. Mi padre se suelta de mi y se iba hacia al frente para quizás hablar unas cosas.

—Papá, no me dejes... tengo miedo —admito apenado, cobarde al saber que pensaría mi padre de mi —, no te alejes de mi, por favor.

—Quédate al lado de Michonne, ella te protegerá —ordena y luego con cierta fuerza se quita mi tacto de su brazo.

A pesar de eso de nuevo sujeto su brazo y ganándome la mirada enojada de mi padre, con esa mirada que con solo verla sabias lo que te decía. No iba a soltarme de él, es el único que puede hacer cualquier cosa con tal de tenerme a su lado y eso me hacía sentir plenamente seguro, lo he visto hacer cosas inhumanas e imposibles con tal de protegernos, con él podía estar seguro que estaría a salvo de cualquier cosa, algo que los demás, incluso Michonne no podían brindarme.

—No me siento seguro si no es contigo, a donde quiera que vayas estaré ahí, no vas a deshacerte de mi tan fácil —digo con carisma a pesar de que mi cuerpo sufra escalofríos.

Mi padre me jaló del brazo y me apego a su pecho para sentir como me abraza y cubre mi espalda con sus grandes brazos, lo abrazo por debajo de los hombros y disfruto el sentimiento paternal que me da, la protección que me brinda y sin duda el amor que jamás iba a rechazar; nos separamos de aquel abrazo solo para ver cómo me quita mi sombrero y ahora sujeta mi nuca para plantarme un beso en mi coronilla, sonreí ante su acto.

—Jamás te dejaría Carl, nunca lo haría, te amo.



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—¡Ya está el desayuno!

La escuché gritar en el primer piso de la casa, su típica voz que usaba todas las mañanas para avisarme cualquier cosa que estuviera pasando o haciendo. Me incorporo de la cama con dificultad por el sueño, me quedo viendo el suelo por unos segundos y me levanto completamente para bajar por las escaleras; mientras las bajaba sentía aquel olor de la comida que ella prepara, el ruido de su desastre en la cocina y como tararea una canción desconocida para mis oídos.

Cruzamos miradas y nos sonreímos como de costumbre; tomo asiento en una de las sillas al lado de la mesa y no tardó tanto en que ella dejara el plato de comida a mi mercer: huevos con salsa de tomate, ella sabía que a mi me encantan. Ella se quedó parada a mi lado mientras su mano pasa por mi espalda y la masajea con suavidad; me separo de la mesa arrastrando la silla hacia atrás y luego hago un ademan indicando mi pierna, tomo de sus caderas y Enid se sienta en mi cuerpo.

—Gracias —agradezco indicando el desayuno, tomando un bocado del mismo —, me encantan.

—Sé que te gustan, disfrútalos —me da un casto beso en mis comisuras y luego solo siento como me mira comer, disfrutando su compañía.

Paseo mi mano sobre su pierna desnuda que está sobre la mía, disfrutando su comida y su compañía, aquello que no tenía precio y que nos sentíamos más unidos al saber que esperamos a nuestra hija con los brazos abiertos y que la íbamos amar con todo nuestro corazón.

—Mírate, tan hermosa... —ella me voltea a ver y sonríe sonrojada, bajando la cabeza —, eres lo mejor que me ha pasado, te amo... —no contesto, simplemente se inclinó hacia mí y atrapó mis labios con sutileza y ternura, sujetando mi cuello —. ¿Crees que te merezco?

—Andas de poético, termina tu desayuno que tienes que ir a ver la comunidad, Líder Grimes.

Bajé a mi esposa de mis piernas y tomé los platos sucios para ir a dejarlos en el lavabo, de reojo pude ver como ella con impulso logro sentarse en el desayunador que ofrecía el ambiente, sintiendo como ella me observa lavando los platos. Termino con mi deber y me acerco a Enid, me acomodo entre sus piernas y solo me dedico a verla, ver las maravillas que su cuerpo me ofrece con dedicación y confianza, la seguridad que me puede brindar cuando estoy a su lado.

—¿Cómo piensas llamar a la niña? —sondeo de primeras, acariciando su ya notable barriga.

—Scarlett.

Solo asiento con una sonrisa y extiendo mi cuello para llegar a su boca, tocando sus caderas con mis manos, esperando que nuestros cuerpos pidan aire para poder separarme de sus labios; me separo por falta de oxígeno, viendo ahora sus hinchados labios y sus mejillas tornando en un rosado sutil.

—Gracias por el desayuno, tengo que irme —aviso y me voy a paso rápido a la habitación para cambiarme, dejándola sola en la cocina.




—Hola, ¿Carl está en línea?

Levanto la mirada de golpe para encontrarme la mano de Sabrina la cual balancea de un lado a otro en mi cara, algo que hizo que me despertara de aquel recuerdo doloroso como dulce. Me enoje con ella mas no le dije ni una sola palabra. Termine de desayunar lo mas rápido que pude y deje el plato a un lado, me levanto de la silla para dirigirme a las escaleras.

—¿A dónde vas? —escucho su pregunta detrás de mi, volteo sobre mis talones y solo la observo.

—Con la niña ¿Qué no ves?

—Están dormidas, Michelle y ella están en el cuarto a la derecha —informa con irritación, algo que lo noté pero no me importo.

—Bien, iré con ella a ver cómo están —doy aviso y sigo subiendo las escaleras, sintiendo aquel vacío en mi pecho que desde que Enid se fue, nada ni nadie ha sido capaz de llenarlo —. Y Sabrina... gracias por los huevos con tomate.







Cate y yo sabemos que hemos destruido al protagonista como piñata de cumpleaños en latam, pero siento que no fue suficiente

ASESINO SERIAL 2 || C.G +16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora