45| La bodega

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En cuanto a mí, a Dios clamaré;Y Jehová me salvará. Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré,Y él oirá mi voz. El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí,Aunque contra mí haya muchos.
Salmos 55:16-18


(✿ ♡‿♡)

—Hay que arreglarla un poco —Mencionó Oliver mientras tocaba su barbilla.

—¡Empezemos ya! —Agregó Jimmy muy emocionado.

Estaban en una parte del  jardín de la casa de Oliver y Lilliam, en una bodega.

—Todos vamos a poner nuestra creatividad, vamos a poner algo que nos represente a cada uno de nosotros —Ahora fue Lili, quién hablaba muy emocionada. La verdad todos lo estaban.

Era sábado, medio día. Ya habían empezado a reconstruir el templo así que no podrían ensayar ni hacer los servicios ahí por algún tiempo.

Los servicios los harían en el estacionamiento de la iglesia.

—Algún día se puede convertir en un estudio de grabación —dijo Bella con mucha ilusión refiriéndose a la bodega.

—¿Por qué no?—respondió Adam guiñando un ojo.

—¡Buenas buenas! —saludó Sahúl, venía llegando —perdón por venir tarde, soy un hombre muy ocupado.

—¡Hermanuchito! —Mencionó Tifi mientras extendía sus brazos.

—Hermanuchita —le siguió el moreno.

—Rara forma de mostrar cariño —dijo Oli —creo que ni significado tiene.

—Hermanuchito es la palabra que inventó Tiffany para su amado y guapo hermano —dijo Sahúl y todos no paraban de decir "hermanuchito".

Empezaron a ver cómo podían arreglar la bodega. Todos estaban ahí, incluyendo a las dos hermanas de Jimmy; esto le estaba dando muchos problemas al baterista, sin embargo sus dos hermanas no querían separarse de el.

Hellen era la única que no había llegado, estaba en el trabajo, al ser fin de semana trabajaría hasta medio día.

Alguien tocó el timbre, José que era el único que estaba dentro de la casa, salió a abrir.

—Hola, Dios te bendiga ¿Donde están los demás?

José no reaccionaba, estaba perdido en no sé qué, cada vez que hablaba con ella era como si su mente pudiese recordar muchas cosas que no estaban claras en el.

—Kylle ¿Estas bien? —preguntó la castaña.

—¿Ah? si... Perdón es que no he dormido bien.

Y si, era cierto pues tenía unas ojeras que lo delataban.

—¿Cómo has estado? —aunque ya sabía que no estaba bien era lo único que se le ocurrió preguntar.

—Bien —suspiró —en realidad no, no he estado bien —fue sincero, con ella ya no podía ocultar cómo se sentía, porque cuando veía sus ojos grises parecía como si ella pudiese ver lo que sentía, aunque no era así. Sin embargo había alguien muy especial que podía ver, a quien no le podía ocultar nada de lo que estaba viviendo en la soledad que poco a poco lo consumía. Sus ojos lo veían y Sus párpados lo examinaban, pero lo más hermoso era que El lo amaba, más de lo que el podía imaginar.

—Yo sé que todo va a mejorar —dijo tratando de animarlo, aunque José no creyese que así iba a ser —Te traje el jersey que me prestaste —cambió de tema.

No Hay De Que Temer. Libro II (Trilogía) [Los Sueños de Dios]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora