No Hay De Que Temer. Libro II (Trilogía) [Los Sueños de Dios]

12| ¿Lo estas atacando?

Efectos 6:10-18

Finalmente, confíen en el gran poder del Señor para fortalecerse.  Protéjanse contra los engaños del diablo con toda la armadura que les da Dios.  Nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra gobernantes, contra autoridades, contra poderes de este mundo oscuro y contra fuerzas espirituales malignas del cielo.  Por esa razón, vístanse con toda la armadura de Dios. Así soportarán con firmeza cuando llegue el día del ataque de Satanás y después de haber luchado mucho todavía podrán resistir.  Entonces manténganse firmes, pónganse el cinturón de la verdad y protéjanse con la coraza de la justicia. Prepárense poniéndose el calzado de anunciar las buenas noticias de la paz. Pero sobre todo, tomen el escudo de la fe para detener las flechas encendidas del maligno. Utilicen la salvación como casco protector. Tomen la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.  Oren y pidan siempre con la ayuda del Espíritu. Manténganse alerta y no dejen de orar por todo el pueblo santo.

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Una carcajada se escuchaba

- Crees que vas a salir de esta- volvió a carcajearse.

Una voz burlesca, llena de malicia escuchaba Jireh, mas no podía ver a quien pertenecía la voz
- Te atrape, te quitaré  todo, ya no podrás hablar...pobrecita ¿Crees que tu Dios te salvará de esta?.

Una mano se acercaba, Jireh intentaba moverse pero estaba atada de manos y pies.

Pedía a Dios en susurros que la ayudara ya que el dolor no la dejaba gritar.

El miedo invadía su corazón. Recordó  a Pablo y Silas, cuando cantaron mientras estaban atados de manos y pies, iba a cantar, pero fue demasiado tarde pues la mano estaba en su cuello y la estaba ahogando... ella ya no podía hablar.

No paraba de llorar .

-Jireh, Jireh- hablaba Emilia

Jireh abrió los ojos, su cuerpo temblaba, un sudor frío corría por su frente.

-Solo fue una pesadilla, ya no llores- dijo abrazándola.

-Mama no quiero perder la voz, no quiero...

- No la perderás, Dios está contigo.

Albenis arrastró  una caja con sus pequeños brazos  hasta la cama de Jireh, cuando estuvo cerca la utilizó como escalón para subirse a la cama y abrazar a Jireh.

Con sus pequeños y suaves brazos rodeó el cuello de su hermana, para luego secar las lágrimas.

Jireh dejó un beso en la frente del pequeño y lo abrazó.

Sabía que no estaba sola, que Dios estaba con ella y todos sus amigos y familia también.

Después de calmarse empezó  a prepararse para ir a la Universidad.

Los párpados le pesaban, Jireh se veía detenidamente en el espejo, la falda le quedaba floja, estaba bajando de peso, a pesar que comía bastante.

Ya habían pasado dos semanas, empezaban Abril.

Busco en su armario decidió usar  un vestido holgado, por que si usaba ropa un poco más ajustada se notaría que le estaba quedando floja.

Otra vez recordó la terrible pesadilla que tuvo.

Un escalofrío corrió por su cuerpo, sintió temor de lo que podía pasar.

-Hija, vamos te llevaré a la Universidad