No Hay De Que Temer. Libro II (Trilogía) [Los Sueños de Dios]

68| Fuego

Querido lector, Dios te bendiga. Antes de leer esto prepárate por favor. Oro a Dios para que te dé la fuerza que necesitas para leerlo está demasiado caliente.

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Después de una despedida muy emotiva con todos aquellos chicos de la iglesia Grace ahora les tocaba despedirse de Isaque. Se encontraban en el aeropuerto.

—No me quiero ir y ustedes lo saben —dijo el brasileño con voz quebrada y los ojos acuosos —, pero ya se, tengo responsabilidades. Pero créanme que volveré.

Todos lo veían con nostalgia
—Te queremos, amigo —habló el líder —no olvidés llamarnos.

Lo abrazó y así todos, uno a uno pasaron  abrazándolo. Por último pasó Jireh.

—Esto es difícil, pero te tienes que ir, amigo —Isaque la veía con ternura —Gracias, gracias por todo —lo abrazó.

Las lágrimas amenazaban con salir.

—Eres un gran ejemplo a seguir Jireh... Me has enseñado mucho, valoro tu amistad —dijo mientras aún se abrazaban.

—¡Vamos! Tampoco así, nos volveremos a ver —dijo Sahúl con ganas de llorar —no hay por que llorar.

Todos se unieron en un abrazo grupal, por último los adultos se despidieron. Cuando Isaque iba marchándose, el pequeño Albenis lo llamó.

—Ishaqui —Isaque lo escuchó y este tenía los pequeños y regordetos brazos extendidos. Isaque se regresó, lo cargó y le dio un abrazo, después se marchó.

***

—Detesto las despedidas —mencionó Tifi, todos iban nostálgicos y en silencio, hasta el pequeño Albenis.

Ya era tarde, estaba oscureciendo. Oliver había decidido hacer una parada en una gasolinera —pues el conducía - decidieron comprar algunas cosas para comer, ya faltaba poco para llegar. Jiji iba muy triste y aunque trataba de ocultar un poco su tristeza, se le no taba; hasta se había sacado el sombrero y eso casi siempre lo mantenía.

—¿Me lo prestas? —preguntó Tifi y Jireh se lo puso en la cabeza.

—Te queda bien —le dijo tratando de sonreír.

—No como a vos —Se quedó unos segundos en silencio, pero no pudo soportar —Vamos, no estés triste, todos lo estamos, pero solo Dios sabe porqué Isaque no nació aquí... Aunque estoy segura que Dios tiene un graaaan plaaaan.

—Yo creo que lo más correcto es que deje de tener esas falsas esperanzas, el es lindo y me gusta... Pero no quiero que mis sentimientos me hagan perder a un gran amigo como lo es Isaque —suspiró —espero que Dios le dé una buena chica, el se lo merece.

—¿Enserio vas a renunciar así de fácil? —Preguntó José mientras buscaba golosinas.

—¿Y por qué están tan interesados en esto? —preguntó Jireh.

—Porque sí —respondieron al unísono.

—solo digo que lo deberías de pensar mejor y orar más por eso —terminó  de decir José y se fue donde estaba Kelly.

—Es raro para mí esto, pero estoy de acuerdo con el rubio.

—Y yo creo que lo mejor es NO seguir con estos sentimientos—respondió decidida.

—¿Y como harás para no sentirlos? —preguntó mientras leía la fecha de vencimiento del producto que probablemente no llevaría.

—No lo sé, pero lo haré. Mi amistad con Isaque vale más que estos tontos sentimientos.