El chocolate siempre era dulce, podías beberlo caliente en las mañanas mientras veías caricaturas, beberlo de un cartón entre clases, comerlo con tus amigos o regalarlo cuando te enamorabas. Para Amity el chocolate era como magia, ese tipo de magia que podía salvar el mundo como en las caricaturas. Y Luz olía a esa magia.
—Hueles a chocolate —murmuró con sueño la omega.
—¿En serio? —cuestionó la morena con una sonrisa nerviosa—. Creo que es porque soy alfa... en mi familia es muy común.
—Lucia huele a café, es muy amargo —confiesa Amity aspirando el aroma dulce de Luz.
—¿Tu eres omega? —cuestiona Luz y Amity asiente—. No hueles como una omega.
—Es que todavía no lo soy —responde la Blight mirando el paisaje a su alrededor—. Sé que seré una omega, Scarlette me lo dijo, pero aún no he tenido mi primer celo... ¿Cómo se siente?
—Siendo honesta es extraño —cuenta Luz con cierta incomodidad—. Es como si tuvieras fiebre por dentro, es como ser una sopa marucha o Nissan.
La risa de Amity se hace presente y Luz no puede evitar sonreír. Para la última de los Noceda esa risa es el sonido más hermoso del mundo, como una melodía suave perfecta en verano o incluso como brisa fresca después de correr por horas.
—Es la peor comparación que he escuchado en mi vida —bromea la peliverde con una sonrisa.
—Tu risa es linda —confiesa Luz sorprendiendo a Amity quien parece convertirse en un jitomate con ojos—. Me gusta mucho.
La Blight no responde y se oculta en la espalda de Luz fingiendo dormir aunque la realidad es que su corazón ha comenzado a latir muy rápido, con tanta emoción que podría hacer una de esas absurdas coreografías de High School Musical.
(...)
Luca se encuentra en un parque de Skate, el castaño está bañado en sudor lo que es algo asqueroso para él quien siempre ha tenido una ligera obsesión con su cuidado personal producto de muchas horas viendo programas de personas enfermas y una madre enfermera.
—Equis, somos chavos —murmura con una sonrisa y se quita la camiseta dejando ver las dos cicatrices debajo del pecho.
El castaño mira a su alrededor asegurándose de estar solo, no es que le avergüencen las cicatrices pero por el momento no tiene esa seguridad para afrontar al mundo y lo último que quiere es que todos lo llamen "fenómeno" como lo hacen en Chicago los idiotas intolerantes.
—Quiero tu ayuda —exclama Amber desde abajo de una rampa.
Luca se castiga mentalmente al no haber notado la presencia de la Blight pero al mimos tiempo le extiende la mano para ayudarla a subir. La verdad es que Amber parece ser alguien con muchos problemas o al menos demasiados para una joven de 17 años que en cualquier momento podría tener una crisis existencial y raparse.
—Necesito que me cuentes todo —pide Luca sentándose en un barandal—. No puedo ayudarte si no me dices todo.
Amber mira a Luca con atención, ella quiere preguntar por las cicatrices pero no lo hace. El chico parece cansado pero mantiene esa sonrisa en su rostro que desde cierto punto es encantadora.
—Mi hermana Amity necesita ayuda —exclama la Blight mirando el suelo—. Ella está en una relación con alguien de más edad que ella.
—¿Por cuántos años le lleva tu hermana?— cuestiona Luca estudiando cuidadosamente la expresión en el rostro de Amelia.
—Seis años.
Al escuchar eso el castaño no pudo evitar gruñir, detestaba la idea de que alguien se aprovechara de otro ser inferior. Luca tomo un poco de aire para relajarse, sería una tarde demasiado larga pero estaba seguro de que haría hasta lo imposible para poder ayudar a Amber. No importaría nada ni nadie porque él se encargaría de arreglarlo.
(...)
Amity entro al departamento de su familia. Como era costumbre todo estaba oscuro y silencioso al igual que el aroma fuerte de desinfectante inundaba el lugar dándole a entender que el encargado de la limpieza ya había terminado y posiblemente ya iba camino a su hogar.
—Estoy en casa —exclamó la Blight, sin recibir respuesta alguna.
La joven miró su reloj descubriendo que a pesar de que había salido una hora antes de clase llegó muy tarde a casa, y de hecho era algo que no le molestaba porque por primera vez en mucho tiempo tuvo un momento agradable con alguien de su edad.
—"Hay comida en el refrigerador, llegaremos mañana en la madrugada" —leyó la nota en el refrigerador y lo abrió encontrando como siempre comida fría y precocinada—. Genial.
Amity tomó un jugo y caminó hasta la sala donde se recostó en el sofá, encendiendo el televisor que inmediatamente puso noticias sobre un derrumbe en alguna parte del mundo y como el mercado de acciones se estaba desplomando producto de como las empresas absorbían pequeños negocios.
—¡Princesa! —se escuchó un grito detrás de la puerta principal por lo que la Blight se puso de pie y camino hasta la puerta—. Soy yo. Sé que tus padres no están en casa.
La omega abrió la puerta y se lanzó a los brazos de Lucia quien la cargo con entusiasmo, la alfa llevaba su guitarra en el hombro lo que dejaba en claro que se dirigía a un concierto como ya era costumbre.
—Pensé en venir a saludarte —exclamó la alfa cerrando la puerta—. Te extrañaba mucho.
—Yo también —exclama Amity aferrándose a la cintura de Lucia quien acaricia su mejilla.
—Puedo arreglar eso —susurró antes de besar a Amity quien cerró los ojos dejándose llevar por la sensación.
Sin esperar mucho Lucia guió a Amity al sofá de la sala donde recostó a la omega quien parecía dejarse llevar hasta que la alfa metió su mano debajo de la playera holgada de deportes, presionando con fuerza los diminutos pechos de la Blight quien soltó un quejido.
—¿Podemos no hacerlo hoy? —cuestionó Amity desviando la mirada con vergüenza.
—Vamos Amity no te comportes como una bebé —se quejó Lucia besando el cuello de la peliverde—. ¿Ya no me amas?
—¡No! —gritó la omega entrando en pánico—. Yo te amo, te amo muchísimo.
—Entonces se una buena chica y obedece princesa —ordenó Lucia pasando una de sus manos entre los cortos Shorts de Amity.
—Por favor —pidió la Blight—. Solo por hoy no hagamos nada —insistió, provocando que Lucia se alejara de ella con molestia.
La castaña se puso de pie dispuesta a irse pero una Amity muy asustada la detuvo con fuerza. Estaba llorando y era claro que no quería estar sola por lo que Lucia decidió escucharla.
—¡Haré lo que quieras! —aseguró provocando que la alfa sonriera—. Cualquier cosa que quieras...
No se olviden de seguirme, es gratis y me ayudaría mucho para seguir trayendoles historias como estas ;)
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Favorite Crime - Lumity (Omegaverse)
RomanceLa odiaba. Odiaba la música fuerte que parecía gritarle que era una idiota. Odiaba el sabor de la marihuana en sus labios. Odiaba la amargura en su paladar cada que la cerveza bajaba por su garganta. Odiaba marearse entre el humo, el alcohol y las l...