Luz una vez dijo que el celo se sentía como ser una Maruchan. Lo dijo una tarde cuando acompañaba a Amity a su casa, pero ahora la Blight se cuestionaba mucho aquella comparación.
Su celo se sentía como el infierno, el calor en su cuerpo era horrible, su parte baja ardía tanto, el aroma de Lucía era tan encantador que no se podía controlar, se sentía tan vulnerable, herida, rota que con el más mínimo toque comenzaría a llorar.
Pero Lucía estaba ahí, abrazándola después de jurarle que lastimaría a cualquiera que quisiera separarlas, asegurando que jamás amo a Amelia y que ella era mejor.
Había dicho tantas veces que la amaba y que nunca la lastimaría, Amity necesitaba creerlo porque ella sí amaba a Lucía con cada maldito latido de su corazón.
Aunque dolía, aunque siempre lloraba, aunque la lastimaría. Amaba a Lucía.
—¿Por qué yo?— cuestionó Amity con la voz rota.
—Porque eres la única persona en este mundo que me importa princesa, porque solamente te necesito a ti y tu a mí— susurro la alfa tomando la cintura de la Blight —Porque solo yo podré amarte como lo necesitas Amity.—No me vuelvas a lastimar— pide la menor tomando el rostro de Lucía entre sus manos —Promete que nunca me dejaras... Que me amarás siempre
—Lo prometo— asegura la castaña acariciando la cintura de la peliverde quien tiene los ojos llorosos.
Para Lucía el ver a Amity tan destrozada, tan dependiente de ella era jodidamente magnífico, era lo mejor que podía ver en todo el mundo. Porque aquella niña rota jamás podría dejar de amarla y eso era lo único que quería lograr.
La Blight se colocó sobre la erección de Lucía quien cerro los ojos al sentir como poco a poco el interior de la Omega se apretaba alrededor de ella, se sentía tan bien que perdería la cordura por una niña de 14 años.
—Mierda— gruño la alfa dejando caer su cabeza sobre el hombro de la menor —Necesito un maldito condón la próxima vez...
Amity cierra los ojos aferrándose a la espalda de Lucía, sus uñas se clavan en la playera de la dominicana, puede escuchar cada gemido que escapa de los labios de la mayor quien continua sus embestidas de forma rítmica.—Te amo tanto— susurra Lucía besando los labios de la Blight.
La alfa continua empujando dentro de la menor, el aroma de Amity es tan fuerte que nubla su mente, estar dentro de la omega es tan caliente y apretado que es cuestión de tiempo para que Lucía termine.
—Lo necesitabas tanto— cuestiona Lucía embistiendo con fuerza el interior de la Blight quien suelta pequeños gemidos —Tan apretada como siempre amor.
El rostro de Amity era un poema erótico, sus ojos llorosos, sus mejillas sonrojadas, su respiración rápida. Era preciosa en cada maldito sentido.
Lucia continuo aquello, el interior de la peliverde parecía suplicarle continuar, su voz tan llena de necesidad le pedía que llegara hasta el final y eso haría la alfa.
—¿Te gusta?— cuestionó Lucia y la menor asintió con vergüenza —No puedo creer que lo tomes todo dentro de ti... Hace unas semanas sangrabas y ahora eres toda una puta para mí.—No... digas... eso— pidió Amity ocultando su rostro en el cuello de la castaña —No me... Hables así...
La alfa soltó un gruñido ante la actitud de la Blight. Lucia no necesitaba volver a lidiar con un arranque infantil de Amity y mucho menos mientras tenía su pene dentro de ella.
—A veces olvidó que te gusta más... Cuando soy gentil— susurro Lucia besando con ternura el hombro desnudo de la Blight mientras con las manos le quitaba la ropa —Eres tan diferente a tu hermana.
Amity abrió los ojos, quería llorar nuevamente pero la sensación tan embriagante en cada penetración se lo impedía.
—Me gustas mucho más que ella— confeso Lucía sujetando con fuerza los muslos de Amity —Eres más hermosa que ella, tus ojos me gustan, tu voz es tan dulce, tú no eres ella... Tu eres mejor princesa.
El interior de Amity se apretó alrededor del miembro de la alfa quien cerro los ojos ante el éxtasis pero rápidamente retomó sus embestidas buscando su propio orgasmo hasta que una idea enfermiza se cruzo en su mente.—Nunca dejaré que nadie te aleje de mí— sentenció mientras estaba cerca de su límite —Eres mía Amity, jodere a cualquiera... Por tenerte a mi lado
Un gemido grave escapó de los labios de la alfa quien terminaba dentro de Amity, Lucia no pudo evitar sonreír al sentir como la nueva Omega aceptaba aquello, como sin darse cuenta estaba apunto de quedar embarazada.
—Lo hiciste tan bien princesa— halago la dominicana tocando la mejilla de la peliverde —Eres perfecta mi amor.
(...)
Luca miro la pantalla de su celular, Luz dormía a su lado mientras el no podía dejar de ver la pantalla de su celular con seriedad.
—¿Que cosas ocultas Scarlett?— susurro mirando con detenimiento la imagen de el bar donde solía tocar Lucia, solo que parecía mucho más cuidado y claramente Amelia abrazando a Scarlett con alegría era extraño.El dominicano sabía que Amelia Blight estaba en una banda, que tenía una vida relativamente buena y que su relación con Winona era sería. Pero no sabía que Scarlett era parte de la banda y que ahora parecía ser la mejor amiga de Lucía lo que hacía cada vez menos probable que su hermana abusara de Amity.
Después de todo como podrías ser amiga de la abusadora de una niña de 14 años. Era imposible.
Por otra parte una duda crecía más y más en Luca. Es decir el no recordaba porque Lucía se mudo con el idiota de su padre, no recordaba porque su madre parecía preocupada cuando su hermana se ofreció a dejarlos vivir con ella.
Habían tantos cabos sueltos que cada escenario era posible, es decir bien Lucía pudo haber tenido una amorío con Amelia, conocer a Amity y decidir abusar de ella o simplemente Lucía amaba a Amelia y cuidaba de Amity por ser la hermana de su difunta novia.
Claro que los otros escenarios dónde Lucía era una abusadora le quitaban el sueño, porque era tan fácil ordenarlos. Lucia violaba a Amity y por eso la menor siempre estaba en su casa, Lucia violaba a Amity y por eso los Blight la odiaban. Y el peor escenario de todos era en el que su hermana parecía ser el antagonista principal de todo, con Scarlett como cómplice, con Amity como víctima y con Luz como amenaza.Esa última idea le revolvía el estómago.
Otro punto importante era Scarlett quien parecía conocer a los Blight bien, una chica que estudia medicina y toca varios instrumentos en una banda un tanto famosa, una chica que hace voluntariado en una clínica de abuso no podría permitir que abusaran de Amity.
Pero Luca no conocía a nadie. Todos eran sospechoso en el absurdo escenario que tenía enfrente. Uno era culpable, otros cómplices y en el centro la víctima quien lloraba.
El moría de rabia al no poder hacer nada por Amity. La pequeña peliverde que estaba en el centro, buscando un poco de amor. Solo quería amor.
Y al parecer un jodido monstruo se aprovechó de ello.
—¿Que está pasando?— se cuestionó apagando la pantalla de su móvil. Necesitaba investigar mucho más y el número de aquel policía parecía tentador.
(...)
La luz de la luna se colaba por la ventana de Lucía quien miraba con ternura a la pequeña Amity dormir desnuda a su lado, su pequeño cuerpo estaba lleno de chupetones, mordidas y marcas de sus manos al tocarla con fuerza.
—No eres ella Amity— susurro la alfa acomodando un mechón rebelde detrás de la oreja de la Omega —Tu me importas, nunca serás una mierda como ella.
La peliverde se mantuvo inmóvil ante las palabras pues estaba tan agotada que el sueño sobre ella era pesado. Aunque era lo mejor porque al menos en sus sueños el dolor desaparecía hasta que llegara la hora de despertar.
Lucia solo sonrió con satisfacción, necesitaba continuar aquella faceta dulce, recordarle a Amity lo feliz que eran antes de la llegada de Luz y Luca. Necesitaba que la Blight creyera ciegamente en sus palabras sobre todo ahora que se aseguraría de quedarse para toda la vida con Amity.—No te dejare ir— sentenció poniendo su mano sobre el vientre plano de la pequeña —No importa que tenga que hacer.
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Favorite Crime - Lumity (Omegaverse)
RomanceLa odiaba. Odiaba la música fuerte que parecía gritarle que era una idiota. Odiaba el sabor de la marihuana en sus labios. Odiaba la amargura en su paladar cada que la cerveza bajaba por su garganta. Odiaba marearse entre el humo, el alcohol y las l...