02 Mía

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Charlie beso con hambre a su novia que nuevamente no pudo evitar el gemido que salió de sus labios.

—Muévete, persigue tu placer.

Gruño el demonio y Vaggie lo hizo sintiéndose repentinamente cohibida por la voz cargada de lujuria de su novia. Comenzó moviendo su cadera presionando con la rodilla de la rubia mientras esta esparcia besos húmedos por su cuello.

El calor en la habitación fue en aumento, la respiración pesada de Charlie mantenía excitada a Vaggie que seguía intentando controlar sus gemidos, cosa contraproducente cuando y sin esperarlo Charlie mordió su hombro con la fuerza suficiente como para sacar sangre, el grito de Vaggie finalmente fue escuchado por las habitaciones contiguas. Vaggie se quejo pero no dejo de moverse contra la pierna de su amada, desde que se conocieron y cuando tenían relaciones Vaggie le insistió a Charlie nada de mordidas, entonces se sintió culpable por mentirle a su novia, pero no podía permitir que la misma se enterara de su realidad.

—Aún me parece sorprendente.

—Amor yo... lo siento...

—Shhh Vaggie.

Vaggie gimió cuando sintió la lengua de Charlie pasar por la herida que escurría sangre dorada, era una sensación nueva pero realmente dichosa, como si estuvieran haciendo algo prohibido, y cuando Charlie se alejó lo suficiente para ver sus ojos lo supo. Su novia pensaba igual, como si estuvieran cometiendo un horrible pecado, un ángel y un demonio, demasiado cliché. Pero que solo envió olas de adrenalina y excitación por el cuerpo de ambas chicas.

Vaggie siguió presionando su cadera a la rodilla de la rubia, mientras esta se encontraba besando su cuello, un nuevo grito abandonó la boca del ángel cuando su novia la volvió a morder sacando sangre, casi instantáneamente cubrió su boca mientras sentía un espasmo recorrer su cuerpo hasta su centro, estaba segura que no tardaría en correrse.

—Mierda Charlie, no me muerdas.

El gruñido de su novia en su oído la desoriento y otra mordida en su otro hombro provocó un nuevo grito que era puro placer, sus ojos lagrimeaban y su cadera se sacudió violentamente.

—Tu eres mía, Vaggie. Y me aseguraré de marcar cada parte de ti para que nunca lo olvides, ¿quedó claro, amor?

Vaggie se sintió correr cuando probó su sangre en la boca de Charlie, era por mucho el beso más sucio que habían tenido, su cadera sacudió y su orgasmo continuo por la estimulación de la cola de su novia sobre su intimidad.

Charlie se alejó lo suficiente para ver que había una mancha de humedad en la cama, las piernas de Vaggie aún sufren espasmos, su propio pantalón estaba húmedo, y el sabor de la sangre de su novia aun en sus labios la descontrolo aún más. La vista frente a ella del pecho que subía y bajaba con ligera irregularidad, las marcas que había dejado en el cuello y hombro de Vaggie y las lágrimas que corrían por la esquina de su ojos encendió aún más esa llama de deseo crudo, quería tanto marcar cada parte de su novia y que todos vieran que era suya y solo suya.

Con lentitud se desabrocho el pantalón sin despegar la mirada de entre las piernas de su novia, cuando Vaggie abrió su ojos y vio la mirada depredadora de su novia en sus piernas supo que no habría nada que hacer para detener a Charlie, casi segura que recibieron el mismo trato que su cuello. Se encontró así misma desesperada y cerró las rodillas intentando crear un poco de fricción, deseaba más, y la reacción de Charlie fue de inmediata, si su gruñido no lo advirtió lo suficiente el brillo rojo aún más intenso de sus ojos lo hicieron.

El pantalón cayó al suelo y la rubia simplemente lo pateó fuera de sus piernas. Sus garras acariciaron lentamente las rodillas de Vaggie abriendo sus piernas casi al límite, y con una simple garra rompió el camisón del ángel que se quejo.

La Princesa del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora