54 Orgullo

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El ambiente era extremadamente pesado en el cuarto. Podía ser cortado con tal facilidad a la más mínima respiración. Vaggie se mantenía de brazos cruzados y una pierna sobre otra en el sofá de la oficina de su novia. Charlie estaba en su silla de escritorio dándole la espalda a la ángel que ya no se molestaba en ocultar sus alas.

—Estás bromeando...— susurro por lo bajo la princesa. —¿Velvette te dijo que hicieras esto?

—Esto no se trata de Velvette.

—¿De verdad?— la chica se giró moleta en su silla. —Bailaste con ella durante la fiesta, y ahora resulta que Rosie es mala. ¿A qué juegas Vaggie?

—Amorcito...— la ángel se levantó para alcanzar las mejillas de su novia. —Es simple lógica, ellos son amigos, y entre overlords existe la lealtad...

—Rosie no haría eso.

—¿Por qué no lo haría?— atacó Vaggie dando un paso hacia atrás cuando la rubia se quitó las manos de sus mejillas con brusquedad. —¿Que te hace diferente o especial como para que un overlord no quiera matarte?

—Rosie es diferente, ella no es solo un overlord más, ella es mi...

—¿Amiga?— Vaggie vio la forma en que Charlie se molesto con la pregunta. —Yo soy tu novia, ¿que tiene más valor?

—¡Rosie no me ha mentido!

—¡Porque no es necesario mentirte!— la ángel se molesto al ver los cuernos y cola de Charlie hacer aparición junto con unos ojos rojos. —No me importa si me crees o no Charlie, pero prometí proteger a todos los huéspedes de este hotel y lo haré sin falta.

—¿Eso qué quiere decir?— gruñó la princesa dando un paso hacia Vaggie que ya comenzaba a caminar hacia la salida. —Te prohibo hacerle daño.

—Y yo me prohibo que alguien te haga daño.— Vaggie sostuvo la puerta viendo al suelo, y en un suave murmullo concluyó. —Incluso si eso significa perderte.

La princesa permaneció de pie en su lugar exudando molestia, culpaba a Velvette y a Erdnuss de esta gran mentira. Después de que Vaggie hablara con la redimida vino a contarle esto, a intentar hacer que desconfíe de su amiga, de quien las ayudó cuando más lo necesitaba.

—No importa.

Charlie regresó a su asiento, algo se avecina y tenía cosas más importantes que atender. Las ganas de ir a matar a Velvette eran grandes y se desvió pensando las múltiples muertes que podía darle a la overlord para que le dijera todas las mentiras que contó en la última gala.

Y como si la hubiera invocada, justo entonces el timbre del hotel sonó indicando que llegaba un visitante. Al bajar a la sala vio a la overlord que más odiaba en ese momento junto a un carro metálico del que colgaban muchos atuendos cubiertos por forros protectores.

—Muchas gracias.

—Cuando veamos a Lucifer le pediremos que los envíe a Stern, seguramente le van a encantar.

—No es problema.— Velvette sonreia comodamente a Erdnuss y Engell que habían recibido unos cuantos vestidos, faldas y blusas cortas que seguramente serían del gusto de la pequeña súcubo. —Estos son para ti Vaggie, y este es muy especial.

—¿Por qué?

La ángel tomó el vestido cubierto en un forro blanco apenas viendo unos cuantos incrustados de plumas ya sabiendo de qué se trataba.

—Porque lo hice especialmente para ti. Dijiste que era tu atuendo favorito..., solo hice algunas mejoras para que concuerde pajarillo.

Las palabras de agradecimiento del ángel murieron en su garganta cuando los pasos resonantes de la princesa llenaron el vacío. Incluso Angel Dust que miraba unas botas altas con increíbles costuras se preguntara qué había molestado tanto a la rubia. Husk lo ignoró y Niffty no se veía por ningún lado.

La Princesa del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora