19 Respiro

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Dos días completos habían pasado, dos días desde que Charlie y Lucifer se habían recluido en sus respectivas habitaciones después de aquella tan calurosa conversación. Alastor se había asegurado de reparar el lugar cuando Charlie se llevó a Vaggie por un portal.

El lugar durante todo este tiempo había estado tenso, Vaggie lucía cansada sin poder verdaderamente ayudar o animar a su pareja. Alastor intentó ayudar pero sus intentos terminaron en hacer que Lucifer terminara aún más depresivo y Vaggie se aseguró de no dejarlo acercarse a su novia, no iba a permitir que volviera a intentar aprovecharse como la última vez.

Era mediodía y en la barra del bar se encontraban Cherry y Ángel conversando con Husk. Ángel se estiró cansado y entumecido viendo a Niffty correr de un lado a otro limpiando. En la sala se encontraba Engell y Stern leyendo cada una un libro que tomaron de la biblioteca, Lucifer había creado una cuando reconstruyeron trayendo muchos libros de su mansión. Mientras Engell leía una novela Stern leía un cuentario. La chica podría tener 15 años pero nunca había tenido un libro en manos pero las imágenes la habían cautivado y cada tanto Engell leía para ella cuando se demoraba mucho en alguna página ya que significaba que había alguna palabra o algo que no entendía.

—Mierda viejo, esos dos me están dando dolor de cabeza, esto se siente tan extraño.

Erdnuss escuchó la queja preocupada de Ángel mientras bajaba las escaleras con ambas manos en los bolsillos cuando el pecador bebía algún licor. La pecadora llegó al bar en silencio, viendo a las otras dos en el sofá.

—No puedo seguir con esto, debemos hacer algo.

—¿Tienes una idea en mente perra?

Erdnuss sonrió a la pregunta de Cherry. Asintió con la cabeza para girarse al escuchar la puerta siendo cerrada, Vaggie se recargó en la pared con los ojos de todos encima.

—Oh linda, te ves tan agotada... — Erdnuss dijo con voz baja al ver la gran ojera bajo su ojo y su semblante cansado. La pecadora volteó una silla y alentó a la chica a sentarse. —¿A dónde fuiste?

—Fui a ver a Carmine para cancelar nuestras sesiones, necesito estar con Charlie pero ahhh...— Erdnuss entendió ese suspiro cansado, se culpaba por no saber cómo ayudar a alguien que ama. —No se que hacer...

—No se preocupe señorita... —Erdnuss comenzó con una sonrisa tomando su hombro que captó la atención de todos. —Ya tengo una solución para este problema, solo confié en mí.

—...por favor dime que no nos vas a llevar a una sex-shop o a matar pecadores...

Erdnuss miró con una sonrisa como el semblante de Ángel decía culpable pero no arrepentido. La pecadora se puso en cuclillas para ver a Vaggie con una sonrisa genuina que hizo que el ángel confiara.

—¿Qué tienes en mente?

—Bueno antes que nada me gustaría aclarar que, por si no ha quedado, soy latina, y tú también, ¿verdad?

—Del Salvador en realidad, como...

—Bueno querida...— Erdnuss se levantó tomando la mano de Vaggie para darle una vuelta y dar un paso hacia atrás. —Esas caderas no me engañan y sería un pecado dejar que se oxidarán, créeme yo animaré este lugar...

—¿Baile?

—¡Joder si! Lo necesito y Dios Erdnuss, yo también deseo ver a Vaggina relajarse, esta muy tensa...

Vaggie giró el ojo pero miró cómo Erdnuss aún sonreía gentilmente con las manos tras la espalda esperando el permiso. Vaggie apretó el puente de su nariz y asintió, tal vez eso sería bueno, y mentiría si dijera que no le gustaba la idea, era bueno conocer a alguien con quien podía hablar su lengua materna.

La Princesa del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora