Capítulo 59

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El aire en la fortaleza estaba cargado de energía. A través de las ventanas abiertas entraba el suave viento, trayendo consigo el murmullo lejano de los bosques que rodeaban el imponente castillo. Las hojas susurraban como si quisieran ser testigos de lo que estaba a punto de ocurrir. La ceremonia de vinculación, sagrada y solemne, estaba a punto de tener lugar, y mi corazón latía con fuerza mientras Erandi ajustaba la última hebra de mi vestido.

— Te pareces tanto a tu madre — dijo mi abuela, su voz cálida, envolvente como una caricia.

Me giré hacia ella, con la mirada aún algo insegura. Había tantas emociones corriendo por mi interior. Las lágrimas amenazaron con inundar mis ojos pero la sonrisa de mi abuela calmó mi alma y sus ojos brillantes me dieron esa seguridad que necesitaba.

— Ella estaría orgullosa de tí. Hoy inicias algo mucho más grande de lo que nunca imaginaste.

— Estás preciosa Tayen. Y no lo digo sólo por este vestido — dijo Erandi con una sonrisa traviesa, pero llena de admiración— Pero la fuerza que irradias es impresionante — añadió.

Me giré para mirarme en el espejo, y por un momento, casi no me reconocí. La imagen que reflejaba el cristal era la de una mujer poderosa, una verdadera luna alfa preparada para iniciar una nueva manada. Sonreí, sintiendo el calor subir por mis mejillas. Todo en mi apariencia transmitía fuerza y belleza, una combinación perfecta que me hacía parecer tanto una reina guerrera como una deidad mística.

El vestido era una obra maestra regalo de Selene. Hecho de una tela plateada que parecía tener vida propia, reflejaba la luz con un brillo suave, como si estuviera bañada por la luz de la luna. Ajustado en el torso, resaltaba mi silueta con elegancia, abrazando mis curvas con firmeza, pero dejando espacio para que me moviera con soltura. El escote profundo en forma de "V" era lo suficientemente atrevido para revelar la marca de manada que llevaba entre mis pechos, una marca grabada en mi piel por mis antepasadas. La marca brillaba con un tono dorado suave, contrastando con el plateado del vestido, como si fuera una insignia sagrada.

El corte del vestido caía hasta el suelo en una cascada de tela que ondeaba cuando caminaba, creando la ilusión de que flotaba en lugar de moverme. Los bordes estaban delicadamente bordados con hilos dorados, formando patrones antiguos que representaban la luna y los lazos que unen a una manada. Me giré un poco para observar la parte trasera en el espejo. En la espalda, el vestido dejaba mi piel al descubierto, cayendo en un escote bajo que añadía sensualidad. La tela se recogía en una sutil cola que acariciaba el suelo a cada paso, sin ser demasiado pesada.

Mi cabello, largo y oscuro, estaba recogido en una trenza coronada que rodeaba la parte superior de mi cabeza, a modo de diadema natural. De la trenza caían mechones sueltos, enmarcando mi rostro con delicadeza y suavizando mi figura con un toque de feminidad. Pasé mis dedos por las pequeñas cadenas de plata entrelazadas en la trenza, simbolizando la importancia de cada eslabón en el poder de una manada y mi pensamiento voló inmediatamente hasta Marcus y Connor, haciendo que volviera a sonrojarme al pensar en el momento en el que me vieran así vestida.

Me acerqué un poco más al espejo para observar mi rostro. El maquillaje era sutil pero efectivo. Mis ojos, delineados en un negro profundo, parecían más grandes y aún más intensos de lo habitual y las sombras en tonos dorados y bronce les daban un brillo natural mientras que mis labios, en un tono nude, mantenían la atención en mi mirada.

Mi abuela se acercó a mí y apartó mi trenza para colocarme un delicado colgante en forma de media luna, forjado en oro y con pequeñas gemas incrustadas.

— Perteneció a mi madre — dijo mi abuela mirando el reflejo del espejo — y a su madre antes de ella. Ahora te pertenece a tí.

Llevé mi mano hasta el colgante que descansaba sobre mi pecho y asentí. Era un símbolo de mi linaje, un recordatorio de que las mujeres de mi familia siempre habían sido poderosas, y hoy, yo llevaba esa fuerza conmigo.

Tayen, la leyenda de las Lunas [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora