Capítulo 2

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Asher Spinster

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Asher Spinster

Los pasillos del castillo nunca se me hacían tan sofocantes hasta que recibí aquella noticia. Hasta que se me dijo que era el prometido de la princesa. Esa misma princesa que se me había encomendado proteger desde que sus padres habían muerto cuando ella solo tenía nueve años de edad. Proteger la vida de Linette y ser su fiel compañero siempre ha sido mi vida entera. Sin embargo, casarme con ella no es algo de lo que me sienta orgulloso o feliz. Se supone que debería estarlo ya que se trata de la princesa y liderar juntos Arahnova. Pero de ser así tendría que continuar con los planes que el rey Deo y la reina Adara han hecho durante todos sus años de gobierno, sin mencionar que tendría que seguir las ideas que el padre de Linette dejó en ella antes de fallecer. Seguir con esta guerra sin fin.

—Buen día, princesa.

—¡Oh, Asher! Qué alegría verte —Reposó el libro que leía sobre su mesa de cristal—. Adelante, pasa.

Me acerqué al balcón de esa enorme habitación que poseía Linette. No la miré, pero pude sentir sus ojos verdes sobre mi persona mientras recargaba mis brazos en el barandal del mismo balcón.

—El señor Andreus me dijo que últimamente has estado muy inquieto. ¿Puedo saber a qué se debe?

Tal vez por el hecho de que en cuanto Linette cumpla dieciocho años ella y yo seremos marido y mujer por lo tanto también seremos rey y reina. Y todo sin sentir amor. Al menos no por mi parte.

—El señor Colt ha estado un poco enfermo —mentí—. Me preocupa su salud.

—Sabes que tienes acceso a los mejores médicos del reino —Intentó consolarme al acercarse a mi lado y tomar mi mano—. Sé muy bien lo que el señor Colt significa para ti, Asher, pero también te conozco muy bien y estoy al corriente de que esa no es la única razón por la que estás distraído y me evitas la mirada. ¿O me equivoco?

—Yo... —Decidí voltear hacia ella. Linette no estaba tan cerca de mí como lo había imaginado, sin embargo su cálida mano seguía sobre la mía mientras me veía con sus ojos rasgados y verdes como el mismo jade—. Temo que no... salga su ceremonia a la perfección. Se merece el mejor de los cumpleaños y quiero mejorar los fuegos artificiales para la celebración.

—¿Cuánto tiempo llevamos de conocernos, Asher? Más de ocho años diría yo y aun así sigues llamándome de usted. Ya es tiempo de que seas menos formal.

—Me es más fácil llamarla así que de otra manera —bufó, sonriente. Linette quitó su mano de la mía y se fijó en el cielo azul que comenzaba a tornarse naranja por el atardecer. Suspiró y dijo:

—Hay veces en las que me pregunto cómo sería la vida sin esa larga muralla y puedo asegurar que tú también lo haces, sin embargo, me temo que diferiríamos en la respuesta.

—¿A qué se refiere?

—A pesar de que en los libros de la biblioteca y los testimonios de los soldados, incluso los de mis abuelos, tengo el presentimiento de que Pardas no es un lugar tan malo como dicen ellos. Algo muy en lo profundo de mi ser me dice que no son seres salvajes, pero después recuerdo a mis padres y la lealtad de los tuyos... Entonces ese presentimiento desaparece y me veo obligada a creer todo y sentir odio hasta más no poder —Esa voz coloquial y cariñosa de Linette cambió a una débil y angustiada—. No fuimos los únicos en quedarse huérfanos por culpa suya. También otros niños del reino. Dime, Asher, ¿piensas lo mismo?

Dejé de mirarla para observar el bosque que se encontraba detrás de la muralla. También observé el cielo con tonalidades naranjas y rojizas mientras mi corazón latía con fuerza y mi mente pensaba en la paz. Lo que decía Linette era verdad, las historias que se cuentan en Arahnova no hacen más que crear odio hacia los pardianos. Esas historias y testimonios hacen que nosotros como las nuevas generaciones aborrezcamos Pardas cuando ni siquiera hemos salido de la muralla desde que se construyó. No tenemos el derecho de decidir o juzgar a Pardas, ya que no los conocemos del todo.

—Creo que se puede llegar a un acuerdo entre naciones sin que haya sangre o guerra de por medio. Y sí, puede que varios niños hayamos perdido a nuestros padres, pero eso no hubiese ocurrido si Arahnova no hubiese atacado desde un principio. Estoy al tanto de que el Ílino es una fuente de poder bastante grande y benéfica, pero sigo pensando que se puede compartir. Después de todo, nosotros somos los que invadimos su territorio.

Me mantuve firme al dar mi opinión. No iba a retractarme de mi pensar aunque fuese a la misma princesa a quien se la estaba diciendo.

—Sabía que diferiríamos, Asher.

Las campanas para el toque de queda resonaron. Linette regresó a su posición inicial, tomó el libro que leía antes de mi llegada y se limitó a no hablarme más. Supe que esa era mi orden para salir de su habitación.

Debía cruzar por los jardines para llegar a mi dormitorio. Realmente necesitaba descansar, ya que mañana sería un día bastante ajetreado debido al cumpleaños de la princesa. Habría que preparar el banquete, ayudar a organizar a los soldados, abrir las puertas para el pueblo, revisar que los fuegos artificiales que probé esta tarde con el señor Colt funcionen para mañana, sin mencionar que también debo prepararme para acompañar a Linette en su primer baile como adulta.

El camino hacia mi dormitorio era bastante silencioso y sin nadie alrededor además de los guardias, pero aquella tranquilidad fue interrumpida por el estruendo que hizo el príncipe Ezra al golpear su mazo de croquet contra la misma pelota de madera. Aunque quisiera, no podía ignorar al arrogante hermano menor de la princesa.

—Este maldito palo está roto. Quiero que me traigas un nuevo mazo, Asher.

—De inmediato, príncipe —Antes de que me marchase, habló nuevamente.

—Te vi charlar con Linette. ¿Acaso estás nervioso? ¡Ja! No me digas que te aterra ser el prometido de mi hermana. Solo un tonto estaría nervioso por ser rey de Arahnova. Deberías estar feliz por tener esa oportunidad, yo daría lo que fuera por ser rey.

La mirada de Ezra era exactamente igual a la de Linette, no había ni una sola diferencia entre ellas, pero, cuando se trataba de actitud, sin duda la princesa era mucho mejor que Ezra. La altanería y vanidad que poseía el príncipe era lo equivalente a la cordura y belleza de la futura reina.

—Ya no tengo ganas de jugar —confesó—. Te veré mañana, Asher.

Recorrió mi persona con sus ojos para después resoplar y marcharse. No dudaba en que el príncipe Ezra no soportaba la idea de que yo fuese el futuro rey de Arahnova junto a su hermana mayor y, por primera vez en mi vida, el príncipe y yo estábamos de acuerdo en algo.

Lluvia de cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora