Capítulo 16

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Asher Spinster

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Asher Spinster

Resguarde el rebozo en el lugar más difícil de encontrar en mi habitación. Me refiero a dentro de las mismas paredes. No había manera en la que pudiesen encontrar aquella prenda si acaso alguien entraba a mi habitación con o sin invitación previa.

Debo confesar que el que Fey me haya considerado para darme una reliquia de su familia me hacía sentir importante al igual que afortunado por ser digno de algo tan importante para ella y deseaba con el corazón y alma estar con ella justo en estos instantes, pero los deberes y la presión social de ser el próximo rey de Arahnova comienzan a aparecer, lo cual me abruma más de lo que imaginaba.

Linette no ha dejado de probar cada pastel que el pastelero real trae desde la cocina junto a sus trabajadores. Vainilla, chocolate, fresa, manzana y zanahoria e incluso frutos rojos. Esos eran los sabores de pasteles que Linette ya había probado y de los cuales no me agradaba ninguno y a ella tampoco.

—No quiero nada con naranja. Asher es alérgico a ella.

—Por supuesto, princesa.

El pastelero hizo señas con su mano detrás de su espalda para que los jóvenes que ya traían un pastel de dicho cítrico regresaran a la cocina.

—Necesito algo más atrevido y exótico, señor Aless. Todos los sabores que nos has dado a probar son anticuados y ya se sirvieron alguna vez en el castillo. Te pido por favor que nos des algo mucho mejor que eso.

Conocía muy bien a la princesa, más de lo que me gustaría, así que podía notar que estaba molesta al igual que irritada. La única incógnita que tenía era si la razón de su humor era igual a la mía.

—Le prometo que les daré el mejor sabor de pastel para su gran día.

—Eso espero —Se escuchó más como una amenaza—. Muéstrame lo que tienes para el banquete.

—Enseguida.

El pastelero Aless nos guió a Linette y a mí a la siguiente puerta donde guardaba las tres mesas de banquetes que ya tenía preparadas y bien llenas de todo tipo de comidas. Cada una de las mesas tenía algo diferente para comer y no se repetía. Sin duda alguna fue algo que a Linette le fascinó porque de inmediato sonrió de oreja a oreja al mismo tiempo que suspiraba de emoción y llevaba su mano izquierda sobre su pecho. Linette se giró para ver mi reacción e intenté parecer igual de emocionado que ella aunque sabía a la perfección que eso era complicado. Sonreí de lado y alcé mi brazo para permitirle el paso a ella primero. Linette y el pastelero hablaban acerca de los platillos y los postres que se debían servir ese día así como lo que la princesa creía que sí o sí debía ser servido, me refiero al estofado de ternera con patatas, su platillo preferido. Decidí pasearme por las mesas para contemplar los platillos al igual que el espacio que se había dejado en el medio de ellas, ya que la reina planeaba que en el medio de la mesa del banquete hubiese una gran y hermosa escultura de hielo que nos retrataba a mí y a Linette bailando. La idea surgió el día de nuestro baile, después de que ella me besara, para ser precisos.

Lluvia de cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora